4. EL ROBO

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Un día Joshua fue llevado a una gran mansión en compañía de otro par de chicos, para pintar las paredes interiores del garaje de la casa. Un lujoso automóvil entró y se estacionó. Una señora de aspecto elegante y distinguido se bajó del auto.

─Traigan todo esto a mi habitación ─les ordenó la mujer abriendo la maletera del carro, y señalando una gran cantidad de bolsas que se hallaban esparcidas en su interior─. Y tengan cuidado no vayan a romper nada.

Los chicos sacaron los paquetes del carro y siguieron a la mujer a través de unas escaleras que desde el vestíbulo central, conducían al segundo piso de la casa. Un piano que alguien tocaba podía oírse en un salón adyacente a la sala principal.

─Dejen todo ahí ─les dijo la mujer, señalando unos sillones que se hallaban en la antesala de la habitación, al tiempo que entrando en su alcoba, cerraba la puerta tras de sí. No la haló lo suficiente, por lo que la puerta quedó entreabierta.

─Asomémonos ─dijo uno de los muchachos vencido por la curiosidad.

─Nos van a descubrir ─manifestó temeroso Joshua─. Mejor nos vamos.

─¡Tú te callas imbécil! ─le espetó el otro chico─. Deja de ser gallina y suelta de una vez ese maldito morral.

Joshua nunca se quitaba su morral de la espalda. Siendo el más pequeño residente de la casa hogar, los otros chicos siempre lo molestaban, y por pura maldad se lo escondían o le metían, sapos, cucarachas u otros insectos muertos.

El par de muchachos se asomaron con cautela a la habitación.

─¡Mira! ─exclamó uno de ellos, al ver que la mujer se paseaba por la estancia mientras se quitaba la blusa y la dejaba tirada sobre el piso.

Los chicos se miraron a la cara con ojos desorbitados, mientras la mujer continuaba quitándose las prendas que la vestían. Para beneplácito de la natural curiosidad de los muchachos, la mujer terminó de desnudarse por completo. Se encaminó hacia el baño, dejando la puerta abierta. Entró en la bañera, corriendo la puerta translúcida de la ducha. Abrió el grifo y permitió que el agua caliente cayera sobre su cuerpo, mientras una niebla de vapor empañaba la puerta corrediza de la bañera y los espejos del baño.

─Vamos a revisar el cuarto mientras la mujer se baña ─sugirió uno de los chicos.

Joshua procedió a retirarse hacia las escaleras.

─¿Adónde crees que vas imbécil? ─le espetó el otro muchacho─ Estás en esto con nosotros ─dijo, mientras tomaba a Joshua por el cuello y lo empujaba dentro de la habitación. ─Mas te vale que vigiles y nos avises cuando la mujer cierre la ducha.

Joshua se acercó a una pequeña otomana que se hallaba al lado de la puerta del baño, para vigilar con atención la puerta de la ducha. Volteó su cara para observar nervioso a los otros dos mozalbetes que revisaban las gavetas de una peinadora. Vio en derredor. Las ventanas se encontraban abiertas, y el aire fresco que entraba hacía batir las cortinas. Notó un gran cuadro de la mujer, acompañada de un hombre elegantemente ataviado, que colgaba sobre una de las paredes. Una cama con dosel se hallaba hacia el centro de la estancia. Una gran lámpara de cristal guindaba desde el techo de la habitación.

El sonido de la puerta corrediza al deslizarse le hizo voltear la cabeza hacia el baño. Vio la pierna de la mujer pasar por sobre la bañera para salir de la ducha. La bruma del vapor lo desdibujaba todo, por lo que Joshua apenas pudo discernir su silueta. La mujer cubrió su cuerpo con una bata de baño, tomó una toalla y se la enrolló sobre la cabeza a modo de turbante. El sonido de una gaveta que cayó al piso, hizo que levantara su vista hacia la habitación. Un agudo grito salió de su boca, al notar que un chico de color la veía agachado desde la puerta entreabierta del baño.

CLARO DE LUNAWhere stories live. Discover now