Joshua se bajó del carro frente a una hermosa casa de dos pisos profusamente adornada con motivos navideños, al igual que el resto de las viviendas del vecindario. Las ventanas se hallaban rodeadas con luces multicolores, mientras un gran trineo con los renos y Santa se encontraba iluminado sobre el tejado. La nieve cubría el jardín. Sin embargo un camino de ladrillos rojos se abría paso por ente la nieve para dar acceso a un pórtico. Una guirnalda hecha con ramas y hojas de muérdago y adornada con cintas rojas y doradas guindaba sobre la puerta de entrada.
Elisa lo tomo de la mano Ven, no tengas temor. ─le dijo─. Todos esperan por ti.
El niño bajó la cabeza para mirar a su perro, que esperaba expectante las indicaciones de su amo Vamos, ─le indicó con la cabeza conduciéndolo con la correa, al tiempo que con su mano libre agarraba la pequeña maleta con sus escasas pertenecías.
Elisa abrió la puerta que conducía a una amplia sala amoblada con un moderno pero acogedor mobiliario y profusamente iluminada por una gran lámpara de cristal que guindaba del techo. Lo primero que notó Joshua fue el gran árbol de navidad cubierto de luces multicolores y figuras navideñas que se hallaba en un rincón. Un pesebre con imágenes de la sagrada familia se encontraba a sus pies.
─Niñas. Este es Joshua ─dijo Elisa presentando al niño─ su nuevo hermano ─agregó
Las niñas le sonrieron ─¡mira!, es el perrito que nos saludó la otra noche─ dijo una de ellas, acercándose para acariciar a Fantasma. Este comenzó a menear su cola y a lamerle la mano
─Ya conoces a mi esposo ─dijo Elisa señalando a Víctor.
─No fue mi intención asustarte hijo. Lo lamento. ─le dijo al chico, quien lo miraba con evidente nerviosismo─ ¿Qué te parece si comenzamos de nuevo? Bienvenido a tu hogar, ─dijo el hombre extendiendo sus brazos en señal de bienvenida.
La cena está servida, ─dijo de pronto un hombre que portaba un delantal y un gran gorro de cocinero, con el que intentaba sin éxito cubrir su calva cabeza. Un gran gigote con extremos puntiagudos destacaba en su rostro
─¡Don Giacomo! ─exclamó Joshua.
─Verte hoy es mi mejor regalo de navidad ─le dijo el hombre, acercándose para darle un gran abrazo.
Joshua no recordaba lo que era sentir el calor de un abrazo. Sus ojos se anegaron de lágrimas.
Elisa le pasó la mano por sobre los hombros y lo guio a la mesa del comedor.
Joshua nunca había visto tantos manjares juntos. Un gran pavo con salsa de arándanos destacaba en el centro de la mesa sobre una gran bandeja. En otra bandeja rebosaba un puré de patatas. A su alrededor había platos con distintas ensaladas y pasteles. Destacaban una botellas con un lazo rojo al cuello con ponche crema. Unas manzanas confitadas y una torta de queso que combinaban con un helado de origen italiano conformaban el postre. La mesa se hallaba decorada con candelabros encendidos y los platos y las servilletas tenían figuras que mostraban un gran trineo sobrevolando los tejados blancos de las casas.
Es tiempo de dar gracias por todas las bendiciones que hemos recibido durante el transcurso del año ─dijo Don Giacomo─. Pidamos por todos aquellos que no pueden por muchas razones disfrutar del calor de una familia. Te agradecemos Padre por habernos permitido incorporar un miembro más a la nuestra. Gracias Padre ─dijo, levantando su copa de vino y brindando hacia Joshua─. Bienvenido a tu nuevo hogar hijo.
Joshua no podía hablar de la emoción. Grandes lágrimas se derramaban de sus ojos mientras sentía que su corazón estallaría de la alegría. Fantasma gimió notando la ofuscación de su amo. El niño le pasó la mano por la cabeza para tranquilizarlo.
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CLARO DE LUNA
Short StoryJoshua queda huérfano a una edad muy temprana. Es trasladado de albergue en albergue, donde se ve obligado a trabajar y sufrir maltratos, abuso y acoso tanto de sus cuidadores como de los otros huérfanos mayores que él. Sin embargo, descubre una pas...