Capítulo 2

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Hazel Asher

Por fin había llegado el gran día. La noche había sido complicada y no había tenido un buen descanso. Los nervios de la mudanza y del día de hoy habían pasado factura estando hasta las tres de la madrugada despierta. A las ocho en punto, Sam se encontraba en el comedor de mi casa, pidiéndome de nuevo que me vistiera para poder ir a la ciudad deportiva, donde iba a tener lugar todas las presentaciones que tenía programadas para el día de hoy.

—Dame cinco minutos más —le pedí a mi representante buscando la ropa ideal para ponerme. Quería causar una buena impresión, pero tampoco quería ir demasiado formal.

—Hace cinco minutos que te he dado esos cinco minutos —protestó.

—Entonces dame cinco más.

Al final me decanté por unos pantalones tejanos con una blusa, era algo bastante casual pero a la vez elegante gracias al cuello en V de la blusa. Era perfectamente consciente de que al llegar, me iba a tener que poner la ropa deportiva del club, y me moría de ganas de hacerlo.

La ciudad deportiva estaba un poco alejada del centro. Eran unas grandes instalaciones en las que entrenaban todos los equipos que dirigía el equipo de Chicago. Desde la academia hasta los primeros equipos profesionales. Las instalaciones, por lo que pude observar, no eran muy distintas a las de New York. Estaban equipadas por zonas de deporte y por equipos, los primeros equipos tenían una zona diferente a los otros para poder entrenar con más comodidad.

Nada más llegar nos topamos con unos periodistas que trataron de hacer fotos de mi llegada. Por suerte, nada más entrar en las instalaciones, dejamos atrás a todas aquellas cámaras. Siempre había una estricta política para dejar entrar a los periodistas.

Aparcamos el coche en el párking y observé a Sam con nervios, quien lo notó y trató de relajarme.

—Lo harás bien Hazel —me dijo con su sonrisa—, yo voy a estar a tu lado. Solo tienes que mostrar una sonrisa y todo lo demás va a venir solo —me aseguró, y yo la creí.

Me armé de valor y puse mi mejor sonrisa al hombre con traje que se acercaba a mí. Era Alexander Roberts, el director deportivo de Chicago. Este era un hombre elegante y bastante alto, para decir la verdad. Lo acompañaba otro hombre, que parecía ser más joven que él. A diferencia de Alexander, al otro sí que lo conocía: James Smith, entrenador de las Chicago Sky, o en otras palabras, entrenador del primer equipo femenino de baloncesto.

James, a diferencia de Alexander, iba vestido de manera más informal, llevaba una chaqueta deportiva y unos pantalones cómodos. Me fijé en su cabello, no estaba firme y bien peinado como el de Alexander, todo lo contrario. Me pregunté cómo dos hombres que pueden ser tan similares, tienen dos estilos tan completamente distintos.

—Bienvenida Hazel —declaró con una sonrisa el primero—. Espero que hayas tenido una buena llegada.

—Sí, muchas gracias Alexander —respondí educadamente.

—Por favor, llámame Alex. Supongo que ya conoces a James —dijo mirando al joven.

—Nos conocemos —respondió el muchacho—. Estamos encantados de tenerte Hazel. Hemos escuchado grandes cosas de ti.

—Lo mismo digo. Con muchas ganas de empezar esta nueva etapa con vosotros —dije con honestidad.

Vale, eso no había sido tan difícil como yo pensaba. Los nervios seguían recorriendo mi cuerpo con una mezcla de emoción y adrenalina. Después de las presentaciones, lo primero que hicieron fue entregarme las llaves del que sería mi nuevo coche. Según el contrato que había firmado días atrás, me permitían tener más de un vehículo siempre y cuando utilizase el oficial para las cosas del club como podían ser venir a entrenar o ir al estadio. De todas formas, no tenía pensado tener otro coche.

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