Capítulo 5

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Hazel Asher

El siguiente día llegué temprano a la ciudad deportiva, no quería llegar tarde a mi primer día de entrenamiento como una Chicago Sky. Muchas veces, por muy puntual que quiera ser, siempre acabo llegando tarde. Es un defecto que poco a poco trato de corregir, pero os juro que no es culpa mía. Yo me organizo con tiempo y todas estas cosas, pero simplemente el tiempo pasa más rápido y cuando me doy cuenta ya es la hora de salir y aún me estoy duchando.

Por este motivo, me desperté bien temprano con la intención de salir a las ocho de casa, cosa que obviamente no hice. Acabé saliendo a las nueve, pero como nuestra hora de quedada era a las diez, podemos decir que llegué con media hora de antelación. Al llegar, fui al vestuario a ponerme la ropa de entrenamiento del club. Estábamos a principios de octubre, por lo que aún hacía un poco de calor, por ese motivo decidí ponerme los pantalones cortos del uniforme junto a la camiseta negra y para acabar, cogí la sudadera que teníamos. Aunque me la iba a quitar al entrar en calor, pero como primero íbamos a desayunar, era perfecto para eso.

Entré al comedor, por suerte no era la única que había llegado con antelación. Tomé una bandeja y escogí el desayuno. Había muchas opciones, era como un buffet libre, pero no había todas las cosas deliciosas como por ejemplo, mi querido bacon. Era todo bastante saludable, fruta, pan, embutidos... Al final, me decanté por un poco de fruta y un bocadillo de jamón y queso. Para ser el primer día, me parecía el desayuno ideal. Y obviamente, no podía faltar mi querido y adorable café con leche. Un must en mi desayuno.

Me senté al lado de River, quien al parecer me estaba guardando un sitio. Se encontraba hablando con una de las chicas del equipo que no recordaba mucho haber visto el día anterior.

—Hazel, te presento a Amanda —dijo mirando a la chica—. Amanda, te presento a Hazel. Es la nueva chica de la que estábamos hablando.

Sonreí mirando a Amanda y me senté en el lugar que River me había guardado.

—Te acabamos de añadir al grupo de whatsapp del equipo —añadió mi amiga—, así estás al día de todo lo que digamos.

—Muchas gracias River —agradecí con una sonrisa. Honestamente, lo primero que hice fue silenciar los mensajes. Tenía todos los grupos silenciados, en la mayoría hablaban mucho siempre y no me gustaba la sensación de tener notificaciones durante todo el día.

Durante el desayuno tuve la oportunidad de conocer a todas las chicas del equipo, incluso las pocas que no pudieron venir el día anterior. Fueron todas bastante simpáticas y agradables. Era una maravilla poder estar ahí.

Después de desayunar fuimos todas juntas hacia la pista de entrenamiento, donde James nos estaba esperando con un saco de pelotas, listo para empezar los entrenamientos.

Al ser los primeros días, anunció que íbamos a empezar con calma, pues todas veníamos de unas semanas de vacaciones y teníamos que recuperar el físico de jugar cada día. Nos explicó, —básicamente, para mí—, que íbamos a entrenar dos días a la semana en el pabellón donde jugaremos los partidos para estar acostumbradas a jugar ahí. El pabellón multideportivo de Chicago recibía el nombre de United Center. Era el lugar dónde también tenían lugar los partidos del masculino.

El primer entrenamiento me agotó profundamente, no estaba para nada acostumbrada a estos entrenamientos y eso me pasó factura. Por suerte, River me ayudó en todo momento y se ofreció a formar pareja conmigo en los ejercicios que hacíamos.

—Tengo que entrenar más —declaré quitándome el sudor de la cara con mi toalla— si quiero aguantar bien todos los entrenamientos.

—Tranquila, ya verás cómo poco a poco se te van a ir haciendo más fáciles —me dijo Hannah, la chica que llevaba el número 01.

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