Capítulo 10

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Hazel Asher

Como no podía ser de otra forma, acabamos ganando el partido y llevándonos nuestra primera victoria a casa. Tenía razón, nuestro equipo era infinitamente mejor que el de Austin. Jugábamos con rapidez, lo que nos permitía tener esa ventaja.

Celebramos brevemente nuestra primera victoria en el campo y el entrenador envió a las chicas directamente a la ducha. De mientras, me quedé hablando con Megan, comentando el partido y todas las anécdotas que habían pasado.

Al volver al hotel eran casi las once y media de la noche, aun así, cenamos un poco. Pues antes del partido no nos dejaban comer mucho, estábamos hambrientas y el entrenador sabe muy bien que si tener una mujer con hambre ya es malo, no se quería arriesgar a tener doce.

Terminamos de cenar a las doce, un poco tarde, pero una hora perfecta para nuestro plan. Nos quedamos hablando en el vestíbulo del hotel, por lo que el entrenador se fue a su habitación a descansar. No sin antes recordarnos por milésima vez, que a las ocho de la mañana tendríamos que estar vestidas y listas para desayunar e irnos del hotel.

Cuando este y el staff técnico desaparecieron de nuestro campo de visión, llegó la hora de ejecutar nuestro magnífico y maravilloso plan. Nos dimos media hora para cambiarnos de ropa y arreglarnos antes de vernos todas a la entrada de la azotea, donde tenía lugar esa fiesta.

Una vez en mi habitación, me puse el vestido azul marino que había comprado y ajusté las tiras de mi espalda para que el vestido me quedase ajustado. Al ser una prenda tan ajustada, no me hacía falta ponerme un sujetador, aunque lo hubiera preferido. Pues mi pecho no es exactamente pequeño para poder no llevar sujetador. Pero la tela sujetaba bien mis pechos, así que decidí ir sin.

Me miré en el espejo junto a River, quien llevaba un vestido rojo muy similar al mío. También era ajustado y se aferraba bien a las curvas de su cuerpo. Aprovechamos para sacarnos unas fotos en el espejo como recuerdo antes de ir a nuestro encuentro con las demás. Queríamos tener un pequeño recuerdo de esa noche.

Al llegar al punto de encuentro, solo faltaban Amanda y Rachel, que venían casi detrás de nosotras.

Contamos hasta tres y abrimos la puerta que daba acceso a la azotea. La música estaba a un buen volumen, lo suficientemente bajo para poder disfrutar bien y lo suficientemente alto para no molestar a los vecinos. Las habitaciones del hotel están insonorizadas, lo que te permite tener un buen descanso a pesar de la música.

El aire nos dio de golpe en la cara, una brisa de aire fresco, como si fuese un último suspiro.

La barra de las bebidas era libre, siempre y cuando fueras cliente del hotel. Mala idea. Teníamos barra libre de bebidas. Lo primero que hicimos, fue pedirnos unos chupitos de tequila de fresa. Quizás fue el primer error de la noche.

Perdí la cuenta de lo que bebimos cuando estábamos por el chupito número cinco. A esos chupitos le teníamos que sumar también el cubata que me había tomado. Decidí no beber más, eran casi las dos de la madrugada y ya iba como una cuba. Estuvimos todo el rato bailando y disfrutando de aquellas bebidas. Reímos mucho y explicamos muchas anécdotas.

Pero había sido un día agotador y el siguiente día teníamos que despertar antes de las ocho, cosa que significaba que íbamos a dormir menos de cinco horas, y que el entrenador nos iba a decapitar una por una.

—Me voy a dormir —murmuré como pude antes de levantarme de la tumbona en la que estábamos hablando. La mitad de las chicas habían seguido mis pasos unos minutos antes.

River me dio la llave de la habitación para que pudiera entrar.

Llevaba tal borrachera que me fue complicado llegar a la habitación sin hacer ningún ruido. ¡Pero lo conseguí!

Entré en la habitación con alguna dificultad de meter la llave en su sitio y lo primero que hice al entrar fue quitarme los zapatos de tacón que me había comprado. Solté un gruñido placentero. ¡Cómo me dolían los pies con esa cosa!

Sin quitarme el vestido, me senté en mi cama y saqué mi teléfono. Revisé las fotos que habíamos hecho con todas las chicas y sonreí. Sin darme cuenta, acabé revisando el chat sin contestar que tenía con Jay. Aún no le había contestado su último mensaje. Quizás sería hora de hacerlo.

Me detuve.

Son las dos y media de la madrugada, no puedes contestarle ahora al chico. Encima vas borracha.

Era una muy mala idea, lo sabía perfectamente.

Sin saber muy bien que hacer —lo sabía, pero no me detuve— llamé al número de Jay. Parte de mí deseaba que tuviera el sueño profundo y que no lo despertase, o que tuviera el teléfono apagado o en modo avión. Que no me contestase. Que solo fuese una anécdota graciosa de cuando estaba borracha. La otra parte, deseaba que respondiera el teléfono. Por mi sorpresa, respondió.

—¿Hazel? —preguntó con su voz masculina, estaba confundido y tenía la voz ronca de haberse despertado hacía apenas unos segundos—. Son las dos y media de la madrugada. ¿Ocurre algo?

Por instinto, o por tonta, le colgué de inmediato. Ni siquiera respondí a su pregunta. ¿¿En qué estaba pensando?? Llamar a Jay maldito Graham a las dos y media de la madrugada. Claramente, esto se llevaba el premio a la cosa más tonta que había hecho borracha.

Una llamada entrante ocupaba la pantalla de mi teléfono. Jay. Maldito. Graham. No contesté. Decidí no hacerlo, pero con mucha fuerza de voluntad. La llamada acabó cuando fue directamente al buzón de voz, y solté un suspiro aliviado. Pero él no se rindió y me mandó un mensaje.

Jay Graham:

Contesta la llamada Hazel.

No quise contestar a su mensaje, pero ya lo había abierto y tenía el visto activado. Así que él volvió a insistir.

Sé que estás ahí.

Contesta.

Ahora.

No era una petición. Era una orden. Y me volvió a llamar. Esta vez contesté a la llamada.

—¡¿Qué cojones Hazel?! —Vale, ahora parecía enfadado—. ¡No puedes llamarme a las dos de la madrugada y luego colgarme el maldito teléfono!

No me atreví a responderle. Si le respondía le iba a soltar alguna barbaridad de la que me iba a arrepentir al instante.

—¿Ocurre algo? —preguntó con preocupación al ver que no respondía. Su voz estaba un poco más relajada, pero podía notar aún su enfado.

—Estoy borracha —fue la única cosa que me atreví a decir.

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⏰ Última actualización: Sep 02 ⏰

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