Díaz de descanso parte 3

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Hace mil años

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Hace mil años ...en una ciudad que ya no existe ..

Caía nieve.

Hermosos y crueles fragmentos blancos cayeron del cielo, enterrando gradualmente el cuerpo congelado. Todo estaba solo.

Hacía frío. No había nadie que lo mantuviera cerca ni nadie que pudiera aliviar su hambre.

La realidad indiscutible estaba allí en las extremidades heladas. La verdad inalterable estaba allí en ese cuerpo escuálido...eso solo era el principio

Pánico puro y salvaje.

No supo cuánto tiempo duró; podrían haber sido horas, podrían haber sido días, podrían haber sido semanas; no había forma de saber cuándo su visión estaba nublada por las lágrimas, su corazón saltaba como si fuera a salirse de su pecho. 

Corrió hasta que su costado se convirtió en una piedra negra, corrió un poco más, respiró por unos momentos  y siguió corriendo, siguió corriendo hasta que encontró una calle que no estaba arrasada por una batalla

Una niña  se arrastró por el barro debajo de los cimientos de una casa casi derrumbada , escondiéndose entre las ratas. 

Escóndete, solo escóndete. 

 Corrió, se había escabullido en el caos, pero no se sabía cuántos hombres malos  todavía la estaban buscando.

Afuera, en las calles, la ciudad  ardía y rugía.

Era el amanecer cuando finalmente salió, descalza, sucia y harapienta. 

Los incendios se extinguieron, dejando solo restos carbonizados, pero las calles aún bullían. 

Se sentía como si la ciudad estuviera convulsionando y vomitando a su alrededor como un borracho. 

La niña   vaciló, pero no pudo esconderse más. En cambio, dio media vuelta y se movió vacilante hacia la plaza en el corazón de la ciudad.

Vio multitudes de hombres, mujeres y niños que lloraban; gente común, todos pululando alrededor de las puertas de la Escalera del un Castillo.

 Miró colina abajo, hacia la ciudad. La calle principal del comercio no era más que era una ruina. 

Parecía que todavía había lucha en los muelles exteriores; podía ver grupos de hombres desparramados y columnas de humo. Los cascos rotos de los barcos llenaban el puerto.

Por toda la ciudad, cadáveres ensangrentados cubrían las calles, dejados donde cayeron. Todo olía a humo y sangre. Le dio ganas de vomitar, pero su estómago estaba tan vacío.

- ¡Todas las bestias , Todos los mestizos , Todos los medianos ! Todos los humanos

Una voz retumbó entre un grupo de hombres armados. Parecían asustados, agarrando sus armas  con fuerza. 

Un poco de experiencia cambia todoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora