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Somos producto de nuestro pasado, pero no tenemos por que ser su prisionero.

P.O.V ____ Grey

—Tres, dos, uno... -conté hacia atrás y aparte las manos de mis ojos al llegar al número uno— ¡Ahí voy!

Recorrí con la mirada toda la sala, buscando encontrar la cabellera castaña ondulada escondida en los rincones.

Sonreí al ver movimiento por el corredor y caminé sigilosamente. Tenia que ser cuidadosa, Cindy no podía darse cuenta que ya la he encontrado.

—¡Atrapada! —exclame dando un salto. Me lleve una gran sorpresa en el momento que no halle a la chica que andaba buscando, si no a un pequeño de cabellera rubia que me sonreía mostrándome sus dientes de leche.

—¡Ahí! —grito y señaló con su dedo índice detrás de mi.

—¡TRAMPOSA! —me queje dándome la vuelta y mirando mal a la chica que se encontraba delante de mi.

—Me salvo a mi y a mi pequeño compañero —dijo con una gran sonrisa en su rostro y palmeo la pared donde yo me encontraba antes contando con los ojos tapados.

—Hiciste trampa, usaste a Dylan como distracción —le reclame y me acerque a ella con los brazos cruzados.

—Oh vamos ____ Grey, acepta tu derrota —hablo burlona y me abrazo por los hombros— Gane y me debes el postre, querida hermana.

Rodé los ojos. Eso de jugar a las escondidas ya no me gustaba, siempre terminaba perdiendo y Cindy ganaba.

De pronto, las puertas de la casa Grey fueron abiertas y un grupo de jóvenes vestidos de traje blanco entraron junto a una señorita de falda y blusa negra que iba delante de ellos.

—¿Que hacen aquí? —nos preguntó la señorita, quien se llamaba Iris y es una organizadora de eventos especiales. El grupo que ha llegado junto con ella eran sus trabajadores. Mi hermana y yo ya la conocíamos, era muy amiga de nuestros padres— Deberían estar probándose sus vestidos o yo que se —se acerco a nosotras y prácticamente nos boto de nuestra propia sala— Shushu váyanse de aquí, a su padre no le gusta que estén en la sala jugando. ¿No creen que están muy grandecitas para jugar a las escondidas?

Le respondería pero no quería causar problemas.

A regañadientes nos fuimos lejos de la sala o otro lugar de la casa donde no estén haciendo remodelaciones o algo por el estilo.

El pequeño Dylan por su parte se perdió por los pasillos, salvándose del "regaño".

Cindy y yo subimos a las escaleras para ir a nuestra habitación, no sin antes mirar mal a Iris.

Me eche en mi cama y Cindy sólo se sentó sobre ella.

—¿Mañana me acompañaras, hermana? —me pregunto Cindy rebuscando entre los cajones del escritorio unos cigarrillos.

Asentí. Cindy puso un cigarrillo sobre sus labios y lo prendió con su encendedor.

—¿Puedo? —pregunte. Ella ya era mayor de edad y yo al tener "dieciséis" no podía.

Cindy no sabía sobre mi poder, en realidad nadie de esta casa. Al llegar aquí, hice un borrón y cuenta nueva, yo soy una nueva persona, una nueva _____.

Ya no más Número Ocho, ya no más fallo. Todo eso se ha quedado atrás. En el pasado. En mi otra vida.

Cindy dio una calada al cigarrillo y se incorporó, expulsando el humo en mi rostro, haciendo que cierre los ojos y que el olor a tabaco llegue a mis fosas nasales.

Número Cinco - Apocalypse [] Cinco & TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora