Spiteful Fate [ZoSan]

16. Atrapar y Liberar

16. Atrapar y Liberar

Podía sentir el cortante filo del cuchillo desgarrándole milímetro a milímetro conforme su agarre se hacía más fuerte; si aquello continuaba así Sanji no dudaba que su mano no serviría ni para sostener un cigarro. La risilla de su oponente le hizo levantar la mirada hacia éste, aunque había detenido su ataque no parecía molesto, de hecho sonreía de esa forma capaz de amedrentar al más valiente. Y en cuestión de segundos entendió el porqué de esa odiosa sonrisa; Doflamingo había dejado de empujar su arma contra él y en cambio la retiró de un tirón, abriendo aun más las heridas de sus preciadas manos. Sus dedos temblaban entumecidos por el dolor y su sangre goteaba en el suelo formando un pequeño charco bajo sus pies.

- eso se ve muy mal, fufufu- la larga lengua de Joker se paseó por la hoja del cuchillo, empapando su lengua con la fresca sangre del cocinero- veamos si tus preciosas manos pueden detener un ataque más- jugó con el cuchillo entre sus dedos antes de apuntarlo contra el rubio de nuevo, sin embargo perdió su arma cuando un certero disparo de puños de fuego se la arrebató de las manos, haciéndola rodar por el suelo- no tengo tiempo para jugar con niños, mucho menos con sabandijas como ustedes

- sólo ríndete Joker- tal vez no había logrado salvar sus manos pero se aseguraría que Sanji saliera de ese sitio con vida. Ace pudo concentrarse lo suficiente para desarmar al rubio con una bala y ahora apuntaba las dos armas que poseía hacia su enemigo- tus hombres fueron capturados, no tienes armas para defenderte. No tienes nada...

- eso es algo que comprendes muy bien, ¿Cierto Gol D. Ace?- pudo notar cómo las manos contrarias titubearon, lo tenía perfectamente dominado- no sé cómo hiciste para que los resultados de ADN salieran negativos pero yo sé la verdad, eres el bastardito de Gold Roger. Todos saben lo que ocurrió esa noche menos tú. Mr. 0, en su papel de jefe de policía, dio la alarma sobre el escondite del rey del bajo mundo. La policía llegó en menos de una hora, fue una completa masacre... y el líder de esa horrible noche fue tu queridísimo abuelo, Monkey D. Garp

- ¡cállate!- el pecoso sintió una punzada en la cabeza, ¿entonces todas esas imágenes difusas en su mente eran de aquella noche? Su abuelo siempre dijo que los había salvado a él y a su hermano pero parte de su historia nunca tuvo sentido y ahora entendía por qué- ¡no soy hijo de un criminal!

- es algo irónico, ¿no te parece? Me estás apuntando a mí cuando el culpable de la muerte del vejestorio está al lado tuyo- sus ojos no lo delataron sino más bien fue el ligero movimiento de cabeza que hizo al girarse hacia el pelirrojo- si Eustass no hubiese atacado la estación de policía, probablemente podrías haber salvado a tu abuelo- rió internamente al ver cómo la mirada iracunda del pelinegro miraba hacia Kid- vamos Ace-chan, mátalo como lo hizo con tu abuelo

- ¡no lo escuches Ace, trata de confundirte!- incluso Sanji se podía dar cuenta de la fragilidad emocional que sufría el pecoso en esos momentos. Lo que no vio venir fue que Ace le apuntara con una de sus armas y dispara contra él, aunque la bala tan sólo rozó su mejilla

- ¡¡cierren la boca!! ¡¡cállense todos de una maldita vez!!- había fallado a propósito, no quería lastimar al rubio ni a nadie pero el eco en su cabeza no le dejaba pensar

- ellos son los verdaderos enemigos, te quitaron todo lo que amabas- retrocedió unos cuantos pasos hasta que sus pies encontraron el cuchillo que había perdido y lo levantó de un movimiento- así es nuestro mundo Ace-chan, cuando queremos algo lo tomamos, y si algo nos estorba sólo lo quitamos del camino- enseguida el rubio retomó su ataque, esta vez contra puños de fuego. El más joven esquivó los primeros ataques pero los siguientes le hirieron lo suficiente como para quitarle una de sus armas, la cual no dudó en apuntar contra su oponente- ¡vamos Ace-chan, déjame matarte! ¿no era eso lo que tanto rogabas?- un tirón en su pie llamó su atención; fue un movimiento tan ligero que apenas y logró sentirlo pero cuando bajó su mirada sintió su corazón estrujarse por primera vez. La mano ensangrentada de su hermano se aferraba con toda la fuerza que le quedaba al tobillo del mayor en un desesperado intento por detenerle