Magnus
Un par de meses se fueron como un parpadeo y era tiempo de irse
– Voy a extrañarte
Le dijo Alec a Jace. Había salido a despedirse de él, al parecer ambos se llevaban bien, incluso después de que el rubio supiera lo que hizo su hermana, no le pidió que la perdonara, solo lo dejó ser.
– Yo no
Respondió el rubio con burla y Alec le enseñó el dedo medio.
– Maldita perra teñida, estaba tratando de ser amable
Escupió Alec y el chico rugió con una carcajada que hizo que su cabeza se fuera hacia atrás.
– Viejo, por fin voy a ver a Clary, creeme cuando te digo que estoy muy feliz de irme
Se habían hecho pareja antes de que secuestraran a Alexander y se habían separado un tiempo por los problemas pero la pelirroja lo seguía esperando, fiel al rubio, solo compartía su amor con el arte y nada más.
Alec asintió y se volvió a despedirse de Cat, ellos no se llevaban bien.
Esperé para ver qué le diría a ella.
– Trata de no robar los bebés de alguien más
Ella bufó con molestia
– Desaparece
Le respondió ella con rapidez y Alec sonrió.
– Alguien podría desaparecer, pero no voy a ser yo
Le sonrió tan rápido que ella retrocedió y salió con sus maletas en las manos y fue a subirlas a la camioneta.
– Cuidado en el camino Jace
Le pedí y chocamos puños.
– Entonces es cierto que te vas...
Dijo Alexander con los ojos azul más claro.
El rubio se acercó y lo abrazó.– Volveré para el cumpleaños de Max
Le prometió
– Lo extraño tanto
Respondió Alexander y ambos cuerpos se sacudieron por los sollozos.
– Lo sé. Lo entiendo
Los puños de Alexander se aferraron a la playera de Jace y las manos del rubio se frotaron suavemente en la espalda de mi chico, cerca de la cadera dónde no había cicatrices tan grandes.
– Trae a Clary contigo
Le pidió Alexander cuando se separaron del abrazo pero seguían tomados por un hombro.
– Lo haré
Eso alegró a Jace considerablemente. El rubio había caído por la belleza de ojos verdes.
– Ten un buen viaje Jace, llama si algo malo ocurre.
Él asintió y subió al vehículo. Lo encendió en el momento que yo atraía a Alexander a mis brazos.
– Crecen tan rápido
Dijo con la mejilla en mi pecho y me reí. Uno de mis hijos gritó con indignación desde la sala de juegos dentro de casa.
– Hablando de crecer rápido...
Alexander se apartó de su lugar en mi pecho y me miró.
– ¿Tienes idea de cuánto te amo?