III

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¿Qué era peor que vivir exiliada? Quizá ser encadenada y atrapada o ser aprisionada por un ente no conocido. Pará su mala suerte terminó por ser la segunda y se encontraba en brazos de una bestia que la miraba con atención.

Ese rostro pálido por la falta de sangre en sus venas, sus mejillas blancas mojadas por tanto haber llorado, los labios secos por el aire frío que le dio contra la cara, la ropa rasgada y empapada de sangre y lodo. Hizo una mueca llena de asco y levantó su mano. Como una noche de terciopelo negro, su mano se cubrió de una extraña energía formando garras feroces y las bajó con rapidez para clavarlas en el pecho de la mujer.

—¡Kgh! —Si salpico sangre, si corto algo...pero no había sido la piel de la intrusa, las plantas la habían cubierto para impedir que fuera asesinada mientras lastimaba al demonio como en la mañana. Este se enojo aún más al ver esto y aventó el cuerpo de la frágil mujer alejandolo de él—Maldita sea, déjame terminar con ella—por primera vez en siglos, las platas no le hablaron ni le murmuraban nada. Estaban como simples vidas sin boca cubriendo el cuerpo desmayado de la joven que luchaba por conservar su vida.

Sintió repulsión de solo escuchar sus quejidos por la sangre que se derramaba y el olor de flores que se desprendía de su cuerpo. Era asquerosos y repulsivo, la luz de la luna no le ayudaba a verla y las velas tan poco encendidas le impedían con me estar poder ver su rostro atentamente.

—¿Por qué la proteges? —gruño lleno de confusión distinguiendo la sangre que salía de ella—No importa lo que hagas de todas formas morirá—los rosales se hicieron chiquitos ante aquellas palabras pero no flaquearon y siguieron cubriendola—Tú vas a matarla ¿no te das cuenta? —escupió sus palabras entre gruñidos animales y se puso de pie para acercarse hacia la mujer, las enredaderas reaccionaron y se clavaron en su hombro para alejarlo. ¿Qué era lo peor? Tenía un remolino en su interior que se contradecía como dos corrientes de agua chocando. Una de ellas, el agua más fría y con olas fuertes luchaba por romper los rosales sin importarle si su cuerpo salía herido, pero aquella agua dulce y tranquila le rogaba entre lágrimas que la ayudara. Podía morir si no calmaba la hemorragia y por alguna extraña razón, aquella revelación iba a dejarle con la conciencia sucia.

Cerro sus ojos sin poder decidirse entre qué hacer, sería loco recibir a alguien cuando no había tenido contacto durante siglos. Un impulso de ver a la rosa que se estaba por morir lo mojo con agua fría, apenas la podía distinguir, pero su cara era de tal sufrimiento que no iba a ser capaz de quedarse con esa última impresión de ella

Sucumbió ante el deseo más luminoso que tenía y rechisto en bajo, se acercó aún dudoso viendo como las enredaderas se ponían a la defensiva. No le importo, las rompió pese a que estas volvieron a crecer y empezaron a clavarse en su cuerpo, no soltó alaridos de dolor pues si misión en esos momentos era aún más importante que su vida, cualquier cosa era más importante que su vida misma. La tomó en brazos nuevamente con mayor delicadeza esta vez, aferro sus dedos a su carne suave aún no muy convencido de lo que estaba haciendo y levantó su mano hasta sus heridas

—Esto te va a doler mucho—murmuró atentamente hacia el cuerpo inerte de la jovencita. No estaba bromeando, su magia no era una luz cálida que te abrazaba con compasión como la de las diosas, era oscura y fría, como si te estuvieran picando y juntando la piel nuevamente entre dolorosos murmullos. La cara de elizabeth empezó a retorcerse y su boca se abrió para soltar jadeos y gemidos de dolor puro, le estaba doliendo, pero le estaba salvando la vida en contra de su instinto demoníaco.

La sangre dejó de chorrear de su cuerpo para volver a correr entre sus venas, si piel se cerró, los rasguños que le causó el caer al piso de forma abrupta cicatrizaron y para cuando su respiración se volvió regular y el color volvió a sus mejillas supo que ya estaba bien.

Belle 🌹(PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora