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Habían pasado los años, Kara era toda una jovencita, tenía 15 años, era educada, amable, fuerte, valiente, inteligente. Los reyes estaban orgullosos de verla, sabían que cuando llegara el momento, Kara sería una gran reina y Kriptón tendría un futuro prometedor con ella guiándolos.

Zor-El estaba mirando por la ventana de la sala del trono, estaba solo así que pudo ver a su hija entrenar con los soldados.

Kara estaba luchando con el comandante de la guardia real, espada contra espada.

Cuando vio a su hija a punto de desarmar al comandante, Zor-El fue interrumpido por su esposa y por su consejero.

–Querido, ¿espiando otra vez a nuestra hija? –preguntó Alura que estaba sonriendo.

El rey se sonrojó por haber sido pillado y abrazó a su esposa, la amaba muchísimo.

–Majestad. –interrumpió el consejero.

–¿Qué sucede Jeremiah?

–Tenemos un problema. El resto de consejeros y ministros quieren que Kara este comprometida con el príncipe de Daxam.

–Espera ¿Qué? –Alura se tapó la boca por la noticia y Zor-El lo miró con el ceño fruncido.

–Yo solo soy el mensajero, les he oído hablar en una reunión clandestina.

–Jamás emparejaré a mi hija con ningún daxamita. No lo permitiré. –se fue a la sala seguido con su consejero, estaba muy enfadado.

"Mi hija jamás será el cambio de nada. Sé porque lo mencionan, hace tiempo oímos que la reina de Daxam quiere hacer la guerra con nosotros por nuestra tecnología, pero gracias a dios, que el bosque lo impide, además de que ir por las montañas cruzando otros reinos era muy arriesgado y una pérdida de tiempo y dinero. Pero ahí que su gente pensará en entregar a Kara por el bien de Kriptón solo por una absurda guerra que jamás llegara a existir, era absurdo y no lo voy a permitir. Además Kara jamás tendría un heredero si estaba con otro hombre, y no nos olvidemos de que nadie sabe de la existencia de la condición de Kara, por eso la dejaban libre para que ella fuera quien eligiera a la persona que quisiera para estar con ella, tenía que ser alguien de gran corazón y que no le importará en lo más mínimo que ella tenga un pene."

Entró en la sala sin ser avisado, todo el mundo lo vio, estaban sorprendidos.

–¡Voy a dejar una cosa clara, mi hija no es un objeto al cual ustedes pueden entregar, vender o regalar! ¡La princesa solo tiene 15 años y sigue estando al cuidado de la reina y mío. Y no olvidemos que yo sigo mandando aquí! ¡No quiero que vuelvan a usar la vida de mi hija ni su futuro, ¿Queda claro? –todos en la sala asintieron, estaban sorprendidos, jamás vieron al rey enfadado. –Cuando sea el momento, será mi hija quién elija a quien quiere en su vida. No quiero que un daxamita le ponga las manos encima y menos que lleguen a tener nuestra tecnología. Ellos son salvajes, son un problema serio, si pusieran sus manos en nuestro armamento, no solo Kriptón estaría en peligro, sino también los otros reinos y no lo voy a permitir. No quiero al mujeriego de ese príncipe en mi castillo ¿he sido lo suficientemente claro?

–Si majestad. –dijo uno de los ministros.

–No quiero enterarme que siguen haciendo estas reuniones clandestinas y menos para controlar la vida de mi hija. Si vuelve a pasar, despídanse de sus títulos y sus cargos, los despediré a todos. –después de esa amenaza salió de la sala.

Zor-El se encerró en su despacho, estaba dando vueltas por la habitación y refunfuñando: Jeremiah entendía en parte la situación porque también era padre, pero no entendía porque seguía enfadado, ya les había echado la bronca a los demás.

Una princesa de otro mundo y una CEODonde viven las historias. Descúbrelo ahora