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Alrededor de tres días después...

—Bien, ya me cansé de esto —habló Ryujin con un tono molesto—. ¡Agrégame al maldito grupo! —ordenó de manera autoritaria mientras tomaba una almohada y se la lanzaba a una Yuna que parecía perdida en el más allá.

La almohada impactó sobre su rostro, más la menor no parecía afectada por ello. Es más, su rostro impasible era algo que Ryujin estaba empezando a odiar. No terminaba de entender el extraño comportamiento de su amiga desde la llegada de Lia.

Luego de todo el desastroso intento de reencuentro que había planeado la pelinegra para Ryujin y Lia, la marcha había sido una de las tantas señales que le hicieron saber que no podría hacer que las cosas fueran lo suficiente fáciles. Cuando comunicó a Chae por medio del móvil que Lia ya se había ido, bastaron alrededor de unos cinco minutos más para que el gentío de personas, repentinamente, abandonaran la marcha y tomaran diferentes caminos por doquier. La pelirroja estaba completamente extrañada ante el suceso pero Ryujin en cambio, había sido lo suficiente observadora para notar cómo una vez las personas de aquella marcha se escabullían, terminaban, literalmente, desapareciendo como si de polvo mágico se tratara.

El mono se preguntó si solo ella podía ver ese resultado o si Chae también lo había presenciado.

Pero al parecer solo fue algo que ella vio, o al menos la pelirroja no hizo ningún comentario al respecto.

Yuna todavía recuerda el rostro en completo desconcierto de su amiga mientras le entregaba a Tuk, la pelinegra le había preguntado si se encontraba bien y Chae solo había dicho que se sentía un poco extraña pero que necesitaba descansar luego de lo ocurrido.

Ryujin estuvo realmente curiosa por llenarle de preguntas a Yuna sobre Lia estando allí pero se las guardó para más tarde, y en su lugar, comentó todo lo que había hecho con Chaeryeong en ese día.

Habló de cómo Chae fue atenta con ella en todo momento y que incluso le empezaba a tratar como Yuna misma lo hacía, hizo mención de la camarera Seulgi y de su encantadora amabilidad, también lo divertido que resultó ser ir a un parque siendo un mono, pues nunca más olvidaría el cómo los pocos niños de allí la vieron con admiración y curiosidad, también recalcó la parte más estresante que fue la de la inesperada marcha que interfirió en su encuentro con Lia.

Sin embargo, no se atrevió a comentar del cosquilleo que había sentido en su boca, no sabía si realmente se trataba de Lia o solo una picazón que sucedió en el momento, por lo que, para evitar futuras burlas de la menor, se lo guardó para sí misma.

—¡YUNA! —gritó esta vez el mono, sintiendo que perdía completamente la poca paciencia que le quedaba. La nombrada dio una mirada desanimada y, todavía, perdida ante el llamado de su amiga.

Ryujin rodó los ojos y se acercó hasta su rostro, tomó sus mejillas con sus pequeñas manos y la obligó a mirarla.

—Oye, no soy adivina, ni una bruja hechicera que sabe completamente todo, así que o me dices qué ocurre contigo o me iré a hablarle a Yeji, Chae y Lia —comentó con un ligero tono demandante, Yuna seguía sin reaccionar—... en persona —agregó amenazante y eso bastó para que la menor finalmente la mirara con el ceño fruncido.

—Já, quiero verte intentarlo. Ni siquiera sabes dónde viven.

—No hace falta, tengo esto que me servirá —una sonrisa de autosuficiencia se pintó en el rostro del pequeño mono, quien había sacado de su camisa blanca un móvil, para ser precisos, el de Yuna.

—Dame eso —la menor hizo el intento de quitarle el objeto a su amiga, pues sabía su contraseña y no tendría ningún problema en localizar a las chicas.

ADOPT A MONKEY! ; JinliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora