Daikiri De Frutilla Y Una Botella De Agua

El Cumpleaños De Christelle

El otoño ya había ganado terreno. Los días eran un poco más grises y el aire más fresco de lo habitual, y, aunque, los días calurosos se negaban a irse del todo, el irremediable transcurrir del tiempo se dejaba sentir en el calendario y en el clima.
El cumpleaños de Christelle cayó entre semana, un día miércoles, y sus compañeros de trabajo organizaron un after office al cual mi amiga me insistió que asistiera, aunque no conocía a nadie, claro, además de ella.
- Te mando la ubicación cuando estemos allá - dijo.
- Si, está bien - acepté yo.
Y así fue. Esa noche, al salir del trabajo, me llegó al teléfono la ubicación de la fiesta. A medida que me acercaba a destino, tuve la extraña sensación de que ya conocía el lugar, pese a que no acostumbro a salir mucho. Como dijeron en una película, "sentí un deja'vu muy francés" (si mi memoria no falla, lo dijeron en Sintonia de amor o Sleepless in Seatle, mi película favorita). En cuanto llegué, supe por qué tenía esa extraña sensación. El bar no era otro sino aquel en el cual había conocido a Wookie.
Suspiré y cerré los ojos por un instante. Me propuse no pensar de nuevo en él. Había pasado mucho tiempo y casi lo había superado... Mentira. Pero esa noche decidí concentrarme en divertirme y pasarla bien, no quería que Christelle notará mi inquietud. Como dicen en el yoga - yo había empezado a tomar clases de yoga - lo mejor era vivir el momento.
  Le escribí a Christelle para avisarle que había llegado y entré. El lugar se veía bastante concurrido. La música y todo era bastante similar a la ocasión en que conocí a Wookie... ¡BASTA!
- Ven- dijo mi amiga, haciéndome señas para que me acercara, luego me presentó a sus compañeros.
- Hola - saludé de manera general y me senté donde me indico Christelle, a su lado.
En la otra silla, cerca de mí, se sentaba un muchacho rubio de ojos azules que me fue presentado como Simón.
- ¿Qué tomas? - preguntó
- Una cerveza - dije y él fue rumbo a la barra, poco después, puso en mis manos una botellita de cerveza bien fría.
- Salud - dijo, chocando su bebida con la mía.
- Salud - contesté yo, sonriendo.
- Nos contó Christelle que estas estudiando arte. - comentó Simón a mi oído - ¿ Qué clase de cuadros pintas?
- Paisajes y también retratos, estoy aprendiendo.
- Debe ser relajante.
- Si, si que lo es.
- Simón ¿Me traes una botella de vodka? - preguntó una de las chicas y Simón asintió, se disculpó y se fue a la barra.
La velada fue entretenida, pero terminó pronto porque al día siguiente era día laboral. Simón, que toda la noche se había mostrado muy preocupado de que no me faltara nada, se ofreció a acercarnos a casa, pero Christelle lo rechazó porque se notaba que estaba un poco tomado, así que regresamos a la casa en uber.
- ¿ Pasaste bien? - me preguntó mi amiga en cuanto entramos al departamento, el gato se hizo sentir y mi amiga fue a la cocina para darle su comida.
- Claro que si, pero eso es algo que yo debería preguntarte.
Saqué de la heladera dos latas de cerveza. Ninguna tenía sueño aún, así que nos sentamos a la mesa de la cocina y charlamos un rato. Le pasé una bolsa de papel con un gran moño, su regalo de cumpleaños. Ella lo abrió y sonrió.
- ¡Está hermoso! - exclamó
Era un juego de maquillaje. De las dos, mi amiga era la más coqueta y la que coleccionaba maquillajes y cremas de belleza. Yo prestaba de ella las raras veces que usaba algún cosmético.
- Por cierto, Simón me pidió tu número - dijo Christelle
- ¿Simón? - me reí, divertida - ¿Se lo diste?
- Claro que sí, así que prepárate porque en cualquier momento te llama o te escribe.
- Está bien. ¿Y qué sabes de él?
- Es el más nuevo en el trabajo así que no se mucho, lo que sé es que regresó recién de Miami, donde fue para un curso. Sus padres son de ascendencia alemana y viven en Encarnación, así que el vive solo en un departamento en el centro. Aprovecha, sal y diviértete, sé que lo necesitas.
Asentí, Christelle tenía razón, necesitaba relajarme y divertirme.