París

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 Los preparativos para mi viaje empezaron al día siguiente. Sacar el pasaje y la visa fue tarea sencilla porque la Embajada se encargó mayormente del papeleo y, en cuanto al lugar donde me iba a quedar durante las tres semanas de mi estadía en París, los padres de Christelle insistieron en que ocupara el piso que tenían en la ciudad. Me hubiera gustado que mi amiga viajara conmigo, porque era francesa y como tal dominaba el idioma, y porque la Ciudad de las Luces no era terreno extraño para ella, ya que había pasado un par de años viviendo en la capital de su país. Pero ella no podía dejar su trabajo.

- Ya usé todas mis vacaciones , si vuelvo a pedir permiso, me despedirán. Y por el idioma no te preocupes, casi todo el mundo habla inglés y también español. 

              Así que viajé sóla, teniendo como única compañia el enorme cuadro de Wookie, desde luego que este viajaba en la bodega del avión, bien protegido entre telas, isopor, el plástico con bolitas de aire metido en una caja de cartón bien embalada. En París se encargarían de colgarlo junto a los otros veinte cuadros procedentes de diferentes partes del mundo que también habían ganado, igual que yo, un lugar en la muestra enfocada en apoyar a nuevos artistas de todo el planeta. 

  París en los últimos días del verano me recibió  con un clima muy agradable y aun un tanto gris, de hecho el día que llegué llovía. Me alegré de que mi cuadro estuviera bien protegido. Por única vez me atreví a tomar un taxi, a sabiendas que, por su elevado precio sería quizás la última vez que lo haría mientras permaneciera en la capital de Francia. Llegué a destino en cuestión de minutos, un edificio de diez pisos muy viejo pero en buen estado, ubicado a pocas cuadras del museo y de la galería que serían mi lugar de trabajo durante las siguientes tres semanas. 

   El departamento de los padres de mi amiga era bastante amplio, considerando su privilegiada ubicación. Tenía dos ambientes y un baño con tina. La cocina estaba ubicada en un rincón del primer ambiente, compartiendo espacio con la mesa que hacía las veces de comedor y un gran sofa que también podía servir para dormir. El dormitorio tenía una cama matrimonial con dosel, un ropero pequeño y una mesa que hacía las veces de tocador. También había un pequeño balcón desde donde se podía ver un poco de la hermosa ciudad. A lo lejos, la torre Eifel se alzaba orgullosa con su cuerpo de metal oscuro. El departamento era muy lindo, todo el conjunto me gustó, era acogedor, me sentía como cuando visitaba a mi amiga Christelle en la época en que eramos compañeras del colegio, ese piso tenía el mismo calor, pese a que llevaba un par de meses deshabitado.

  Dejé mis cosas en un rincón, incluyendo el enorme lienzo que debía llevar al día siguiente  a la galería. Estaba cansada, el jet-lang me estaba ganando, así que fui derecho a la cama y me acosté. En cuestión de segundos me quedé dormida. No estoy segura cuanto tiempo dormí, pero lo que sí sé es que cuando desperté era de noche y me moría de hambre. Me dí un baño y me cambié de ropa y revisé la heladera, esta estaba desde luego vacía. Y entoces, no tuve más remedio que salir a buscar algúna tienda donde pudiera surtirme. 

 París, diez de la noche, la calle estaba llena de gente, sospecho que nadie dormía. Autos y gente caminando. Las tiendas estaban cerradas en su mayoría, con excepción de los locales de comida. Le envié un mensaje de whatsapp a mi amiga preguntándole dónde hacían las compras de la despensa. Tuve suerte que me constestara rápidamente. También era bueno que tuviera wifi en todas partes. 

- ¿Dónde estas? - me preguntó y yo, decidí mandarle una foto de la calle. 

- ¿A cuantas cuadras estás del piso de mis padres?

- A media cuadra, recién salí. 

 Y entonces mi amiga me sugirió dar la vuelta en la siguiente esquina, me dijo que justo en medio de la calle encontraría un pequeña tienda de conveniencia coreana, allí encontraría de todo. Busqué y casi lo paso de largo, la tienda no era grande y se mimetizaba con el negocio que tenía pegado a su lado, una gran ferretería o algo así, de carteles enormes, que en ese momento estaba ya cerrada. Entré y me maravillé al ver que en un espacio tan pequeño, hubiera tantos estantes y heladeras . Todo estaba bien surtido y  cada producto tenía su precio bien visible, lo que me facilitó el trabajo de elegir. 

   Sacando cuentas, decidí tomar el pan, fideos instantaneos, café, una manzana, un yogurt, dos latas de cerveza y una pequeña barra de chocolate, con eso podía aguantar al menos por el momento, ya me tomaría el tiempo de organizar mejor mis cosas. Fui a la caja, y allí me atendió un hombre de cuerpo redondo y calvo. Supe que era coreano porque en ese momento estaba hablandole a alguien que estaba en la pieza trasera, una voz de mujer bastante chillona se podía escuchar de ahí, su esposa con certeza. El hombre, muy amable me saludó y luego fue pasando los productos por el lector de barras. Lo cargó en una bolsa, que también me cobró y me deseó las buenas noches. 

- Gracias - le dije, en inglés.

- Nueva por aquí - dijo él, con un inglés con acento. 

- Si, acabo de llegar .

- Bienvenida entonces. - sonrió de oreja a oreja, causando que sus ojos se perdieran tras sus pronunciados  cachetes 

- Gracias. 

        Tomando la bolsa de víveres, me despedí del buen hombre y me dispuse a salir de la tienda, sin darme cuenta que en ese preciso instante, alguien intentaba hacer justo lo contrario, es decir entrar. Chocamos inevitablemente, me enfrenté a una alta muralla, me envolvió su perfume varonil, algo de madera, no sé, soy pésima para distinguir un perfume de otro... Me apresuré a disculparme y él también dijo algo que no entendí, levanté la mirada...

- ¡Roxy! - ante mí, con una expresión que era una mezcla de susto y sorpresa, Wookie parecía una aparición, una visión sacada de una revista de moda.

           El se repuso enseguida y me tomó la mano, preguntándome si estaba bien, yo estaba en shock y solo asentí sin atinar a decir nada. ¿Enserio era él? Tantas veces me había preguntado cómo sería volverlo a ver,  había recreado en mi cabeza peliculas con nosotros dos de protagonistas volviendo a encontrarnos, podía escribir guiones que quizas le interesarían a Netflix, por eso, necesité pellizcarme o algo para saber que no estaba soñando despierta. El hecho de que él pareciera una estrella de Hollywood, vestido con un impecable traje negro y una camisa blanca, elegante y oliendo a gloria, no me ayudaba nada. Hice un recuento rápido de mi aspecto. Cabello corto despeinado, jeans viejos y una remera grande de color negro con la imagen de Dark Vader...  Tenía ganas de que la tierra se abriera allí mismo...

- ¿Estás bien? - me preguntó, en español, yo asentí - ¿Qué haces en París? ¿Vives por aquí cerca? 

           Yo no sé qué contesté, creo que sólo movi la cabeza, parecía que me la había golpeado con algo muy duro. Wookie dijo algo de que comprar cigarrillos y que le esperara, por favor. En realidad, no podía moverme. Luego de comprar cigarrillos, me tomó de la mano y salimos de la tienda. 

- ¿Dónde vives? 

     Así fue como llegamos al piso de los padres de mi amiga. Le conté del premio de artes plásticas y que me iba a quedar por tres semanas. Iba a preguntarle qué estaba haciendo él en Paris cuando él interrumpió mis torpes balbuceos con un beso, sentí que mi cuerpo entero revivía al calor de sus labios y sus fuertes manos recorriendome por todas partes, despojándome de todo, incluso de la verguenza, porque yo también empecé a desnudarlo, estabamos hambrientos...  Ya habría tiempo de sobra para hablar... De momento, lo guié hacia la habitación y allí, sin dejar de besarnos y acariciarnos, caímos sobre la cama entre suspiros y palabras sin sentido en coreano y español. ¡Wookie! ¿Estaba soñando? Todo mi cuerpo estaba en ebullición, no, aquello no podía ser un sueño, sentirlo así, tan sediento de mí como yo lo estaba de él me decía que me había extrañado con la misma intensidad... ¡Wookie! grité su nombre en el momento culmine del placer. Me sentí tan viva, como sólo me sentí una vez hacía mucho tiempo atrás, justo con él.

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Hola, querído lector o lectora, quiero antes que nada darte las infinitas gracias por leer esta historia, espero que te esté gustando, me gustaría saber qué te está pareciendo hasta ahora, por favor quiero leer tus comentarios, tomate la libertad de comentar donde prefieras, gracias, saludos y nos vemos pronto...porque esta historia todavía sigue





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