¡Oh la la Paris!

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- ¿Hablas con tu cuadro?

             La voz de Félix me sobresaltó. No lo había escuchado acercarse. Pensando en Wookie, me había abstraído por completo del lugar donde estaba parada. 

- Lo siento, no era mi intención asustarte - dijo, sonriendo.

          Se dió la vuelta a mirar mi cuadro. 

- Me gusta la atmósfera íntima de tu obra, - comentó - y no es sólo por el hombre evidentemente dormido como Dios lo trajo al mundo, sino los detalles y colores, se siente muy sensual e íntimo. 

           Le dí las gracias, y,  creo que me sonrojé un poco. 

- ¿Puedo invitarte un café? - preguntó luego de un rato - Tengo entendido que por hoy terminaron sus actividades y yo realmente me aburro en este mausoleo. Por las dudas y para que no me rechaces, te recuerdo que dijiste estar en deuda conmigo. 

            Esta vez me tocó sonreír a mí, y acepté su propuesta encantada. Félix me llevó a una cafetería ubicada a unas pocas cuadras de la galería. Parecía una mansión antigua transformada en un negocio. El maitre nos llevó hasta un amplio balcón en el segundo piso, donde entre planteras llenas de arbustos con flores, se ubicaban mesas y sillas resguardadas por sendas sombrillas de playa multicolores. Nos sentamos en una de las mesas y el maitre tomó nuestras órdenes, los dos pedimos café negro, yo pedí un sándwich de verduras, y Félix un bollo. No me había dado cuenta hasta entonces lo hambrienta que estaba. Había salido del departamento de los padres de Christelle sin desayunar y en apuros. 

- No debería en realidad comer nada de bollería, porque estoy a dieta, pero no desayuné. - comentó Félix, se había sacado el saco del traje y aflojado un poco la corbata. Pude apreciar que tenía unos músculos bien marcados bajo la camisa blanca. 

- Yo tampoco desayuné - señalé. 

- ¿Te gusta París?

- Aun no tuve oportunidad de recorrerla , llegué prácticamente ayer, pero lo que pude ver me gustó. Es como estar dentro de una película romántica . 

               Él sonrió. 

- ¡Oh, la la Paris! Las películas norteamericanas nos idealizaron tanto que la gente ve todo color de rosa por aquí, aunque, desde luego, no todo es tan así... Pero, ya que hablamos de películas románticas, por favor, déjame preguntar ¿Ya tienes galán?

           Lo miré. En mi mente, de manera inevitable, se recreó el rostro de Wookie, el hombre que, a estas alturas, debía reconocer, amaba con locura, pese a todo. Tan sólo hacía unas horas atrás me colmaba de besos y me hacía sentir en las nubes. Me sentía embriagada de placer y deseo, felíz, inmensamente feliz... Pero había despertado y me había encontrado con la cama vacía, y él se había marchado dejando una escueta nota donde prometía volver después de que terminara la guerra... No tenía idea de qué guerra hablaba... ¿Quién era F?... ¿Qué sabía realmente de Wookie? Félix me miraba esperando una respuesta. 

- Lo siento, - dijo - a veces soy muy curioso y algo maleducado, sólo deseo saber más de tí. 

- Está bien, aunque, para ser sincera, realmente preferiría no hablar del tema en este momento.

- Muy bien, ya no preguntaré... Pero, disculpa que insista, te escuché hablando con tu cuadro, algo me dice que el hombre que allí pintaste es muy importante para tí.. ¿Estoy en lo cierto? 

- Sí, - admití - lo es.

                  El maitre reapareció entoces, trayendo una bandeja con nuestros pedidos, se encargó de servirnos y luego nos dejó de nuevo a solas, no sin antes asegurarse de que nada nos faltara. 

Daikiri De Frutilla Y Una Botella De Agua Donde viven las historias. Descúbrelo ahora