Capitulo 7

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— Es increíble como ha pasado ya un año y cuatro meses muerta — Ross no dejaba de ver afuera de la ventana, su voz era un poco pagada. 

Yo por otra parte, estaba muy concentrado en la presentación que tenia para dentro de dos días, cada vez que lo pienso, mi mente se bloquea. Fue un año y cuatro meses en los que estuve metido de lleno en el proyecto de la materia prima y para un científico como yo, este proyecto era simplemente muy importante. 

 — Daniel... me escuchaste — esta ves me grito, a lo que llamo mi atención mu rápido — tenemos una nueva vecina, y es muy hermosa — sus ojos se abrieron como platos. 

— Ross no me interesa las mujeres, creo que hablamos ya eso —seguí en lo mío. 

se volteo a mirarme, mientras se acerca de una manera muy sensual — es una mujer china muy hermosa.

—¿Cómo sabes que es china? —Eleve mi ceja frunciendo el ceño.

— Joder— ríe, con esa risa que ilumina cada espacio de mi alma — ¿crees que he sido racista por solo pensar en sus rasgos físico?

— Yo no lo dije...

— Mi vida, no soy racista. 

Me levanto a ver a la nueva vecina  — ¿solo la juzgaste por su rasgos raciales?, es como si el que me viera pensara que soy de áfrica y me pidan mis papeles — aunque ella se rie ante mi cometario, no pude evitar ver que Ross tenia mucha razon. La nueva vecina era muy hermosa, tenia ojos rasgados, un cabello hermoso y largo de color negro, su piel era como porcelana y llenos de tatto, ella mira hacia arriba y logramos tener contacto visual. 

— ¡Oye, tu! ¡me quieres dar una mano!— su voz era clara y firme, no tenia ningún acento asiático. Arrugue mi cara, mientras me quede un poco sorprendido ante su propuesta.   

— Acepta, mi vida nunca puedes dejar a un señorita en apuros. 

— Ross esa señorita se ve que puede solita con sus cajas. 

— ¡Te espero aquí guapo! — escuche desde lejos su voz que venia de la ventana, Rossana me veía con ojos de cachorro, sabia que no iba aparar hasta que bajar. 

termine aceptando y bajando a ayudar a la nueva vecina llama Laura, a la final no era china, pero sus padres era de Japón, tenia veintiocho años, su espíritu era mucho mas joven para su edad, subimos un millón de cajas, a lo que cuando terminamos, ella se ofreció a regalarme un té helado, sin darme cuenta habíamos pasados como tres horas hablando y subiendo las cajas, era una chica muy agradable y fácil de sacar una conversación, me impresionaba mucho su gran inteligencia pero lo que mas me dejaba pensativo era que había dejado su gran trabajo en una empresa muy famosa para trabajar de mesera y vivir su vida en plena libertad, si muchas ataduras de sus jefes. 

cuando regrese a la casa, estaba Rossana en la espera que le contara el como me fue — es una chica agradable, pero no te hagas esos pasamientos locos, que te conozco... 

— Mi vida, tienes mas de un año sin ninguna mujer, y aunque lo hemos intentado tu y yo... sabes que no funciona, tienes necesidades y no la puedes cumplir siempre masturbándote en el baño de la oficina — dice ella alzando las manos con incredulidad. 

— Si tuviera un poco de privacidad en mi propio apartamento, creo que no fuera necesario el tener que masturbarme en la oficina Rossana — Mi rostro se volvió serio, era increíble que cada vez que sentía la necesidad de fantasear un poco y pensar en Rossana de manera muy poco decentes, ella entraba sin aviso al baño... solo los traspasaba — ¿y que hablamos sobre espiarme?

Su cara fue de sombro, aunque no me la creí ni por un momento — No te e espiado, lo dije por suponer y tu me lo acabas de confirmar.

— Solo dejemos el tema, esa chica es muy interesante, pero no creo que le interese... — El timbre empezó a sonar, ambos volteamos, ella saco una sonrisa perversa, mientras yo ponía los ojos en blanco de nuevo. Al abrir la puerta, se encontraba Laura con una gran sonrisa  —  Hola Laura, en que te puedo ayudar.

— Hola Daniel, quería saber si quería salir hoy conmigo en la noche a tomar algo, eres el único vecino que conozco. 

Ross empezó a gritar que aceptara, fue tanta su euforia que para callar la tuve que aceptar aquella salida. Ambos quedamos  en vernos a las sietes de la noche, no podía salir tan tarde, tenia mis horas de sueño controlados. Ya se acercaba el gran día y tenia que estar lucido y preparado.  

Rossana me había enseñado a como prepara una rica comida en casa, esas de las que tanto me gustaba. No puedo decir que era el mejor, pero gracias a las enseñanzas de Ross pude aprender hacer un buen estofado, un gran pollo relleno y lasaña, empecé a tener mas orden en mi vida y Mr. Trance comía de una manera balanceada. No había vuelto a ver a la doctora Johnson, no quería que nadie me alejara de mi querida Ross, no veía mucho a mis padres y los poco amigos que tenia, solo le enviaba mensajes de texto en cada festividad. Sin darme cuenta, me sentía muy bien con la compañía de ella, aunque fuera de esa forma, Ella era la única mujer que me hacia feliz y con eso me bastaba. 

Después de comer fui a ver donde estaba ella, y seguía observando hacia la ventana, pero esta vez un poco enfadada — Me molesta que estén a cada rato esos niños pegándole a Miguelito.

— Déjalos, son niños. 

— Como puedes decir eso, míralo, esta todo solo mi vida, tienes que hacer algo— su cara era de suplica. 

— No, esta ves esa cara no funciona, por estar haciéndote caso ahora tengo una cita con la vecina, que no es china, sus padres son de Japon mujer racista — le dije mientras fui directo al baño para bañarme y quedarme lo que queda de la hora volviendo a repasar mis líneas. 

— En algún momento te va a importar otra persona que no seas tu. Don gruño. ¡Y no soy racista!

Sonreí en mi interior, tenia mucho tiempo que no me decía ese sobre nombre. Me bañe y en seguida me puse a repasar cada párrafo y cada linea, tenia que ser el mejor en mi trabajo y más si este ocupaba tener un acenso. Las vacaciones que quería Rossana no iban hacer nada baratas y quiero darle esa sorpresa. Sonrió en mi interior, esa mujer puede estar muy loca, pero la amaba como nunca había amado a alguien. Mi reloj empezó a sonar, ya era hora de cambiarme e irme a la cita, después de estar listo busco a mi mujer, pero no la encuentro y antes de poder reaccionar, escucho el timbre. Era Laura. 

Mi querida RossanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora