Capitulo 3

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Ahi estaba yo, la carta y un encendedor, en la mesa de la cocina. Mi ansiedad había vuelto, mis manos me temblaban, quería quemarla, no quiera leer nada que tuviera que ver sobre ella. Mi decisión fue clara y era la mejor opción, quemar esa carta del demonio. Si ella me fuera amado como me dijo, ella no se fuera ido a ese viaje a Alemania, no fuera asistido a ese congreso, no me fuera dejado... 

Tomo la carta para quemar cada palabra de ella, mientras sentía como mi corazón latía. Pero como un acto de magia... mr. Trance se acerco a mi y acaricio mi pierna. Ese maldito gato nunca se habia acercado a mi... suspiro y vuelvo a ver la carta para abrirla. 

Mi querido don gruñón.     

 Quiero que siempre me lleves de tu mano, si algunas ves pierdo mi rumbo, quiero estar siempre a tu lado, que desnudez mi alma como solo tu has sabido hacerlo, eres el hombre que se lleva mi cordura, pero soy tan feliz a tu lado, que solo pienso cada noche en tus caricias, tu orgullo y tu manera de ser... puedes llegar hacer tan terco y mimado como quisieras... frío como un hielo, hasta diría que eres el hombre de las nieves.
Pero... conmigo te llegas a derretir hasta llenarme de ese amor que eres capas de dar sin medida. Y eso es lo que mas amo de ti. Aunque nunca te lo dije, me enamore de ti desde que te vi cuando teníamos 9 años. Y vi esos ojos verdes observando me.
Aunque se que jamás me lo vas a preguntar tu, señor gruñón... quiero preguntar te si quieres ser mi esposo...
Posdata: cuando bajes esta carta estaré esperando con una sonrisa y con un anillo.

Como puedes ser tan egoísta, porque no te llevaste esa carta contigo... Rossana... siento arde mis mejillas, y una rabia se apodera de mi cuerpo, rabia o decepción, ya ni sabia que era. Te necesito, y tu solo decidiste morir, tu solita, como la persona mas egoísta que pueda existir y me dejas esta carta de mierda, con una propuesta que yo también te iba hacer, con tantos sueños que teníamos en mente, ¡pero tu egoísmo de irte!  cuando te dije que me daba miedo ese viaje, cuando en la ultima llamada, te dije que estaba nervioso por esa tormenta y tu con tu puta seguridad lo montaste sin pensar en mí... en mi dolor, mierda Rossana, como te saco de mi miente y mis pensamiento. 

Salgo de la sala y tiro la carta a la basura, busco el anillo dorado con el rubí en el centro, lo aprieto contra mi pecho y grito... grito tan fuerte que no me importa que me escuchen... mi corazón se vuelve tan chiquito que no puedo ni sentirlo, esas lagrimas que tenia reprimidas durante meses salieron a flote, salieron llenando todo mi rostro... y es cuando una sola cosa me viene a la mente. 

Matarme para estar contigo... 

Vuelvo a la cocina, y dejo escapar el gas de las hornillas, cierro todas las ventanas y tapo cada orificio de las puertas, así no se escaparía el gas, seria una muerte rápida y cobarde, pero nunca e sido un hombre muy valiente... sin ella... menos. Voy y me acuesto en mi cama en la habitación, con la carta que había recogido de la basura y el anillo que pensaba darle en mi meñique, sus manos eran tan pequeñas que las mías parecían gigantes delante de las de ella. Comienzo a llorar, a recodar su mirada, a escuchar su risa, sus palabras y su manera de regañarme cuando hacia mis berrinches... Mr. Trance subió a la cama después de meses de no hacerlo, acostando se conmigo mientras ronroneaba, se me había olvidado él. Puedo matarme yo, eso no me importaba lo mas mínimos, pero no era un asesinó, seque mis lagrima y salí abrir todas las ventanas, cerras la hornillas de la cocina y destape las puertas. Yo no soy un asesinó y Mr. Trance era lo único que me quedaba de ella, apenas consiguiera un hogar para él, me suicidaría para estar con Ross... 

— ¡Señor Evans! — escucho unos golpe en mi puerta  — huele a gas todo su departamento, si intentar suicidarse, no lo haga aquí. Tenemos niños y no queremos que tenga una mala experiencia. 

Mis ojos se abren como plato... como podía ser tan cínica, sin pensarlo mucho voy y abro la puerta — tengo una fuga que estaba arreglando y si me mato en mi departamento, no es problema suyo, busque un oficio señora Aguilar. 

— ¡Ja! no te merecías a una mujer como Ross  — logro decir aquella señora puro hueso y pellejo. Quise decirle unas cuantas cosas, pero tenia algo de razón. 

— Ella fue amable con usted, mas yo no lo seré, salga de mi vista — le cierro la puerta en la cara. vieja loca. 

Agarro a Mr. Trance y me acuesto a dormir, mañana me tocaba empezar  buscar a alguien para que cuidara al pobre gato, lo padres de ella no era opción, nunca nos llevamos bien y son alérgicos a los gatos. 

Estaba parado en la tumba de Rossana, aunque no sabia si era su lapida, nunca tuve el valor de ir ni al velorio y mucho menos al entierro. No quería ver personas hipócritas que jamás se preocuparon por ella, llorando por su muerte, mi ansiedad empezó a brotar otra vez, veía por todos lados y estaba solo... hasta que vi a la señora de piel pálida como hoja de papel, la misma que estaba viajando con Rossana... mire otra vez a mi alrededor y estaba en el avión, escuchando los gritos de las personas antes que esté volviera a impactar en el suelo. 

Mi cara esta sudando, otra vez, otra maldita pesadilla... vuelvo a recobrar el aliento y volteo para darme cuenta que alguien dormía conmigo... me vuelvo a tocar los ojos para limpiarme bien... pero en efecto una mujer de cabello espeso y rizado estaba durmiendo en el otro extremo de la cama...  

— ¿Ross...? — digo en un hilo de voz — ¡Rossana!

— ¿Qué?— su voz era ronca a causa de su cuerpo todo dormido — déjame dormir Dani...    

Se levanto con los ojos marrones abiertos, mientras yo seguía mudo ante lo que estaba viendo, mi respiración se corto por unos instantes, ella volteo a verme tan sorprendida como yo... y un grito salió de ambos.      

Mi querida RossanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora