Capítulo 8- Moverme

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El día 14 de febrero, Víctor, el chico más popular tras la mudanza de Alejandro, me pidió salir. Las pocas amigas (si se las podía llamar así) que tenía todas estaban locas por él y lo último que quería era perder más amigos así que le rechacé. Poco a poco olvidaba mi diario, ya no tenía cosas que escribir en él; me pasaba los días comiendo, estudiando, y, cuando podía, viendo anime en mi portátil. Cada vez me obsesionaba más con los personajes japoneses, en clase solía imaginarme muchas historietas con ellos. Mis padres estaban preocupados, ya no salía de casa, tenía ojeras y no dormía mucho. Y ese día, ese maldito día, llegó. Mi don empezó a cambiar. Ya no tenía la libertad de moverme a donde quisiera, más bien donde quisiera me movía a mí. Pasé dos semanas horribles; Cuando dormía no podía moverme, y mi habitación daba vueltas, además de que por mi ventana cada noche veía algo diferente, a veces la jungla, el espacio exterior, mi instituto, mi habitación "doble"... Ya no dormía. Me estaba destrozando a mí misma y mis ojos ya no soportaban el ligero brillo del portátil. Así que decidí morir.

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