Capítulo 1

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Klauss
Abro los ojos y siento como el sol que entra por mi ventana,
me da en la cara. Que asco odio el sol, pero lo peor es el dolor de cabeza tan grande que tengo. Este dolor de cabeza tal vez valga la pena porque anoche la pasé bien el bar, bebí y traje una linda chica a casa ; no puedo negar que fue una noche espectacular pero ella no está.

Podía haberse quedado a prepararme el desayuno sin embargo hizo como todas las mujeres, llegó a mi vida y se marchó corriendo, ni idea de por qué lo hacen.

Después de mi reflexión matutina reúno fuerzas para levantarme de la cama. Tendré que tomar algo para este dolor de cabeza. Miro distraídamente hacia la cama y veo una gran mancha roja, instintivamente toco mi cabeza y mis dedos se humedecen de sangre.

¡Qué mierda me pasó! —estoy sorprendido cómo puede ser que pasara esto, seguro que mientras dormía me lastimé con algo.

No te engañes Klauss, algo malo te está pasando este dolor de cabeza es excesivo tiene que haber algo mal en tí.

Tomaré un baño tal vez eso me ayude, salgo de mi cuarto y voy directo a la ducha. Me ducho y al llegar a mi cabeza para lavarla me noto una herida, es pequeña pero me duele mucho, esto me pone bastante nervioso así que decido ir al hospital, seguro es algo leve pero no debo ignorar el dolor de cabeza y esto. Soy muy valioso para el mundo como para dejar decaer mi salud.

Me preparo rápidamente me dirigo a la puerta de mi casa, luego al ascensor para terminar en mi auto. Conduzco hasta el hospital, este está cerca y me tomó poco tiempo llegar pero me pareció un camino larguísimo.

Entro al hospital y golpea mi cara el reflejo de ese blanco pulcro con el que generalmente están pintados los hospitales también huelo ese olor característico de los hospitales al que no estoy acostumbrado pues soy bastante saludable. Me acerco a la recepcionista la cual me dedica una estúpida sonrisa antes de decirme:
—Hola, q...qué desea? —odio cuando la gente tartamudea, no entiendo por qué hago ese efecto idiotizante en la gente.
—Hola, necesito un examen de rutina.
—Por favor espere ahí sentado mientras se desocupa el médico general, será rápido.
—Eso espero, gracias.

Esa recepcionista me había caído mal de gratis, por estúpida, soy buena persona pero a veces la gente así me pone borde.

Me siento a esperar, miro frecuentemente mi teléfono y el tiempo pasa sin novedades. Al rato siento a la recepcionista llamarme:
—Señor, señor —me acerco y ella me extiende un formulario, había olvidado darme el formulario y hasta preguntar mi nombre, lleno el documento rápidamente y se lo entrego acompañado de un seco gracias.
—La consulta a la que debe ir está en el segundo piso, la puerta que dice consulta general, puede usar el ascensor.
—Prefiero las escaleras —le digo mientras me alejo.

Subo las escaleras apresurado y llego al segundo piso, hay muchísimas consultas pero enseguida diviso la puerta que me correspondía dado que era la primera.

Toco la puerta y enseguida me abre un doctor de mediana edad en la identificación que tenía incrustada en su bata decía Dr Donovan.
—Por favor pase joven.
—Gracias —le respondo mientras entro al local.

Se sienta es su escritorio y yo en una silla enfrente.
—Chequeo rutinario, verdad?
—En realidad no doctor, hoy desperté con un terrible dolor de cabeza, se lo achaqué al alcohol que había bebido ayer pero luego me dí cuenta que no era resaca pues era demasiado fuerte, pero lo que más me preocupa es que al tocarme la cabeza noté que tenía una pequeña herida que me sangraba.
—Vamos por partes —me dice mientras se levanta y comienza a revisar mi cabeza—. Tienes una leve herida parece que fue causada por un objeto punzante y a propósito, así que esto no fue un accidente alguien te la hizo, no sé si es la causa del dolor de cabeza tendré que hacerte una radiografía. La herida es pequeña no necesita un tratamiento especial así que no te preocupes.
—¿Entonces me puedo ir doctor, verdad?
—Después que te hagamos la radiografía, vamos te acompaño a la sala de rayos x, no tengo más pacientes por ahora —me dice mientras se levanta.
—En este hospital todos hacen lo que quieren, no puede ser que usted deje una consulta sola, me parece poco profesional —me quejo y con razón.
—Qué injusto eres, sólo te iba a acompañar porque me habías caído bien. No te preocupes me quedaré aquí y esperaré a que vuelvas —no esperaba esa respuesta no me queda más que morderme la lengua y tragarme mi propio veneno.
—Perdona, acompáñame por favor.

De mala gana el doctor me hace una seña de que saliera y me sigue. Caminamos un trayecto medianamente largo y no intercambiamos una sola palabra hasta que llegamos a la sala de radiografías.

—Es aquí —me dice mientras entra.

Entro detrás de él y el doctor conversa con el joven que hace las radiografías ignorándome completamente. Luego el joven me guía durante el proceso de la radiografía, siempre esos cacharros de rayos x  me han dado desconfianza menos mal que este equipo no era de esos en los que te hacen meterte completamente por lo que fue más pasadero.

El doctor que me había atendido mira primero mi radiografía en el ordenador del chico, veo que muestra una cara de sorpresa y molestia al mismo tiempo.

—Jeff —se dirige al joven— algo salió mal en esta radiografía repítela.
—Hice la radiografía bien, sé lo que hago pero si te complace la repetiré —habla dirigiéndose al doctor que muestra una cara de no muchos amigos.
—Disculpe señor pero debemos repetirle la radiografía, no le molesta? —me dice el chico de la radiografías mientras le dirige una molesta mirada a su compañero de trabajo.
—No hay problema —respondo.

Odio las radiografías y tuve dos el mismo día por un error médico, creo que debo ver un psíquico y limpiarme los chakras. Salgo de mis estúpidos pensamientos por un grito del doctor.
—Maldición Jeff, exactamente la misma imagen, imprímela por favor —al momento ya el doctor tiene la radiografía impresa en la mano.

—¿Hay algo mal en mi cabeza doctor? —pregunto un poco nervioso por su reacción.
—Podemos hablar afuera por favor —me señala con una mano la puerta.

Salimos y tengo los nervios de punta pero creo que es normal si un médico mira una radiografía tuya y maldice a toda voz.

—Me caes bien muchacho y por eso te estoy hablando como amigo. Tu radiografía muestra un objeto que no puedo identificar en tu cerebro, lo que deja dos opciones;
o tienes un objeto desconocido en tu cerebro o el equipo de rayos x no sirve. Sea cual sea el caso te recomiendo que vayas a un hospital de calidad y te hagas revisar, en este hospital de mala muerte en el caso de que no sea un error técnico del equipo tampoco te podrían atender si tuvieras un objeto alojado en tu cerebro.
—Gracias doctor —le digo como única palabra después de escuchar su explicación y solo asentir.

El hombre que tengo enfrente me entrega la radiografía y la tomo casi como si tomara una cápsula de cianuro, me parece que ese impreso es mi sentencia de muerte. 

Primer capítulo, un nuevo libro, nuevas ideas. Si fue de tu agrado el capítulo déjame un comentario o un voto esas pequeñas motivaciones ayudan mucho.

Gracias x leer!!

 

Pares Condenados: El Largo ViajeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora