Capítulo 1

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El muchacho hubiese deseado estar muerto antes que recibir la cara enfadada de su jefa y escuchar sus gritos.

–¡Esto tendría que estar ya! ¡Fijamos una fecha y tenía que cumplirse!

Jimmy, un joven de 25 años, atónito ante los gritos de su jefa, no decía nada. Llevaba escuchando la bronca de su jefa 5 minutos, y aunque estaba acostumbrado al mal humor de ella, no podía evitar no ponerse muy nervioso.

–¡Quiero que vayas ahora mismo a tu planta y los despidas a todos! ¡Estoy cansada de la falta de profesionalismo e incompetencia! ¿¡Me oyes!?

Jimmy quiso hablar y reclamar, no quería despedir a nadie. Sabía de la situación de muchos de los trabajadores y se sentía en la labor de objetar, pero le fue imposible ya que su jefa le intimidaba mucho.

–¡Solo tenían un trabajo, joder!

Jimmy frunció el ceño y sintió como su enfado estaba empezando a crecer... "¿ha dicho solo un trabajo? ¡Ahora si se va enterar!", pero antes de decir nada, se vio interrumpido por alguien que acababa de abrir la puerta.

– Jimmy, vete –escuchó tras suyo–. Ahora.

Sabía quien era: su ángel guardián. Dio el último vistazo a su jefa, la cuál fruncía el ceño irritada, y se dio fuerza para salir corriendo de allí.

– ¿Cuántas veces tengo que decirte que no necesito que vengas a hacer de poli buena?

Carol río ante la pregunte de su amiga. 

– ¿Cuántas veces tengo que decirte yo que no seas tan dura con los trabajadores, Natasha? Creas miedo, mal rollo y estrés. Por no hablar de tus gritos...

Natasha puso los ojos en blanco y se encaminó a su asiento.

– Si vienes a juzgar mi manera de administrar mi empresa, puedes irte. No necesito tu ayuda.

Carol solo suspiró y decidió no decir nada. Su amiga era un caso perdido y no podía hacer nada. Dio media vuelta y se fue dejando a Natasha sola.

Natasha, a sus 28 años había conseguido grandes cosas, entre ellas, tener la empresa publicitaria más importante del país y tener muchas otras, en otros países, con una magnitud casi similar. Se sentía orgullosa de eso por sobre todas las cosas. Y nadie tenía el derecho de decirle como tratar a sus trabajadores, ni si quiera su amiga. Nadie. Natasha había trabajado duro para llegar donde estaba y estaba en su derecho de exigir el 120%. Cansada de todo, la pelirroja empezó a recoger los papeles de su mesa para poder irse. Necesitaba salir del ambiente en el que se encontraba y volver a casa.

Cuando llego a casa decidió comer macarrones mientras veía un documental sobre coches. Sintió como su teléfono sonaba y miró a ver quien era. Era Carol. Ignoró las llamadas dos veces, pero a la tercera vez contestó sin tener opción: Carol no pararía de llamar hasta que ella contestara.

– ¿Qué quieres? – preguntó irritada.

– Sé que tienes una vida importante y no tan mierda como los mortales, pero pensé que serías un poco agradable y vendrías. Al menos por la amistad de 15 años que tenemos –Natasha frunció el ceño al no entender a que se refería su amiga.

– ¿De qué hablas? Sabes que no estoy de humor para tonterías Carol.

– ¿Cómo de que hablo? Prometiste venir a la maldita cena de ex-alumnos conmigo.

– ¡Mierda! ¡Lo olvidé por completo! –Natasha pensó un momento en que hacer–. ¿Tengo que ir?

– Lo prometiste, pero haz lo que quieras. Muy cansada estoy ya –y colgó.

Natasha soltó un suspiro y con muy pocas ganas subió a su habitación a cambiarse. Escribió un mensaje a Carol para que le envíe la dirección en donde se estaba realizando la reunión.



–POV NATASHA–

Intenté poner buena cara antes de entrar al salón de reunión pero era imposible. Estaba cansada del día de mierda que había tenido y solo quería echarme una buena siesta. Pero aunque me jodiera estar allí, porque no había sabido nada de ellos en 10 años... se lo había prometido a Carol y una promesa, es una promesa.

Cuando abrí la puerta sentí las miradas sobre mi, todos mis ex-compañeros de graduación estaban observándome y quise largarme. Iba ser una noche larga y cansada.

– Como siempre ella, haciendo una llegada triunfal –escuché y miré de donde provenía la voz. Era Scott, el cuál no tenía barba y me miraba con una sonrisa. ¿Cuánto tiempo había pasado desde la última vez que lo vi? ¿6? ¿7 años?

– Hola –dije de manera espontánea y busqué con la mirada a Carol pero no la vi en la mesa, ¿dónde se había metido? –¿Dónde está Carol? –Pregunté. Estaba siendo un momento realmente incómodo.

–Ha ido a comprar alcohol –escuché detrás de mi y se me congeló el alma, –ahora volverá.

En el fondo no quería creer que era ella, pero también me negaba a la idea de que todo fuera una ilusión. Volteé para confirmar mis sospechas.

– Hola Nat... –dijo ante mis ojos y me sonrió.

Sus ojos.

Su sonrisa.

Ella.

– ¡¡Llegó el alcohol chicos!! – escuché el grito de alguien pero yo ya no quise escuchar nada más. Wanda volvía estar aquí, frente a mi. Wanda realmente estaba aquí.

Volverte a ver [Wandanat]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora