Capítulo 31

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–Natasha's POV–

Las manos de Wanda recorrían mi piel por debajo de mi camiseta con calma, de manera tierna, mientras nos besábamos con avidez.

–Wan... Wanda –pronuncié en medio del descontrol– ¿Estás... se... gu... ra?

–Quítate la camiseta y el sujetador –ordenó, ignorando mi pregunta y dando un paso hacia atrás.

Su voz salió tan autoritaria, que erizó cada parte de mi.

Hice lo que me pidió, bajo su fogosa mirada. Cuando finalicé la acción, ella se acercó a mi con una sonrisa, pasando las yemas de sus dedos por mi desnudo pecho.

–¿Te acuerdas de la canción que me tocaste como regalo de cumpleaños? —preguntó, depositando pequeños besos por allí donde quería.

–Ajá... –coloqué mis manos sobre el helado lavadero, para no perder el equilibrio–. Llegó un poco tarde... –mordí mi labio inferior, evitando gemir por las cálidas caricias de sus labios.

–Pues... –mordisqueó mi piel con delicadeza– Mi regalo también llega tarde...

–¿Si? –Wanda estaba haciendo estragos con mi cordura y me gustaba. Me gustaba mucho.

–¿Quieres saber qué voy a regalarte?

–Ajá... –cerré los ojos, asintiendo con la cabeza y respirando con irregularidad.

Wanda inició un recorrido con sus labios por el valle de mis pechos, provocando que arqueara la espalda. Se agachó para seguir por mi abdomen, lamiendo y mordiendo.

–Voy a follarte –dijo, haciendo que me estremeciera bajo sus manos–. Voy a follarte bien.

Escuché cómo bajaba el cierre de mi falda de tubo, deshaciéndose de el y dejándome en ropa interior.

–Abre las piernas.

Obedecí su petición, sin querer entrar en razón o pensar si aquello era lo correcto. Wanda iba follarme bien y ya no era capaz de pensar en nada más.

Wanda tanteó el terreno de mi entrepierna sobre mis bragas. Iba a tener un colapso si no hacía algo ya.

–Hazlo, joder.

–No hagas mucho ruido –dijo, en modo de advertencia, apartando la tela y hundiendo sus labios sobre mi ya mojado sexo. Sentí mis piernas desfallecer por la sensación.

Me cogí con fuerza al lavadero, mordiéndome los labios con intensidad, para no gemir indebidamente. La lengua de Wanda se arrastró sobre mi intimidad, de arriba abajo, una y otra vez, llevándome a ver las estrellas. Cuando le dio la atención necesaria a mi clitoris, lo succionó con fuerza, imposibilitando mi silencio.

–Jo... Joder Wanda –moví mis caderas hacia delante, buscando más.

Oí su risita, burlándose de mi desesperación.

–Vas... a... ma... –solté un gemido gutural, sintiendo las acompasadas lamidas de Wanda.

De repente, sus labios dejaron de juguetear en mi zona intimida y abrí los ojos, desesperada por más contacto.

Sin cortar su mirada con la mía y con una lentitud agobiante, introdujo tres dedos en mi interior. Tiré la cabeza hacia atrás, ahogando mis gemidos.

Empezó con movimientos lentos, casi superficiales, mientras su mano libre se arrastraba por mi vientre, sintiendo el cosquilleo por donde tocaba. Cuando llego a uno de mis erectos pezones, con las yemas de sus dedos, lo masajeo.

Aumentó el ritmo, consiguiendo que mis gemidos sean un poco más altos y seguidos. Wanda supo que estaba a punto de llegar al orgasmo e intensificó sus penetraciones, llevándome a saborear el placer en toda su totalidad. Fue el mejor orgasmo que había experimentado en todos estos años.

Ralentizó sus movimientos, retirando sus dedos con suavidad; y sin acabar de disfrutar el gran placer que me acababa de brindar, se llevó los dedos a la boca, saboreando.

Me acerqué a ella como pude y me dejé proteger por sus brazos, intentando recuperarme de lo que acababa de pasar. Sus brazos envolvieron mi cuerpo despojado de cualquier prenda, a excepción de mis bragas.

–Feliz cumpleaños atrasados, Natasha –susurró–. Me alegra que no hayas perdido la práctica a la hora de sujetarte en el lavadero.

Acaricio mi espalda con cariño, mientras yo reía por sus palabras.

–Fuiste muy buena maestra –le respondí, separándome un poco de ella, para dejar un casto beso en sus labios– ¿Vas a dejarme devolverte esto?

–Después de nuestra cita, tal vez –besé su sonrisa.

–Amo a la Wanda posesiva.

Realmente, amaba a Wanda  en casi todas sus versiones.

———

–Wanda's POV–

Después de que Natasha se marchara a su habitación, aprovechando de que Emma seguía dormida, me metí a la ducha.

Había quedado con Natasha a las nueve, para dar inicio a la que sería nuestra primera velada, a solas. Estaba algo nerviosa, pero después del esporádico encuentro sexual que tuvimos, me sentía más calmada: no había perdido mi habilidad para derretir a Natasha.

Me envolví con el albornoz, para poder secarme el pelo, cuando escuché mi teléfono vibrar. Corrí hasta la mesilla de noche, para que el emisor de aquella llamada no despertara a Emma. La pantalla se iluminaba con el nombre del señor Manel.

–Hola –dije al descolgar, caminando nuevamente hacia el baño.

–Wanda, soy Gina –fruncí el entrecejo, presintiendo que algo no iba bien–. ¿Dónde estás?

–¿Por qué...? –mi pregunta quedó en el aire.

–Tienes que volver –dijo, quebrándose–. Mi padre acaba de morir.

Volverte a ver [Wandanat]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora