Capítulo 18

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–Wanda's POV–

Eran las 2 de la mañana, del primer día del año. Bebía un vaso de agua sentada en el sofá, envuelta por una manta. La televisión estaba encendida, pero lo había dejado en silencio, para que no despertar a Emma ni a Natasha, quienes dormían juntas en la cama.

Una pesadilla había vuelto atacar mis sueños, pero esta vez no había sido Eric quien los había atormentado. Esta vez habían sido los ojos claros de mi hermana, quien en mi sueño, me miraban triste, anhelando ayuda.

Me asusté un poco por los golpes de la puerta, rompiendo mis pensamientos. Manel asomaba la cabeza por ella, primero mirando en la cama y luego mirándome a mi. Me regaló una sonrisa y abrió lentamente la puerta.

–Hola, Wanda –saludó en voz baja, con el acento catalán muy agradable que lo caracterizaba–. Perdona si molesto.

Me incorporé del asiento, dejando el vaso en la pequeña mesa que se encontraba en la habitación y quitándome la manta de encima de los hombros.

–No, claro que no... ¿necesita algo? –susurré.

–Sí, quiero hablar contigo.

Asentí y caminé hacia la puerta, para salir con el fuera de la habitación. Nos sentamos en los asientos del vacío pasillo del hospital. A estas horas, pocas personas se encontraban por allí.

–Quiero disculparme por Emília –empezó– creo que las maneras no fueran las correctas y mereces una disculpa.

–No se preocupe por eso, no fue usted quién dijo las palabras.

El señor Manel quería decir algo más, era evidente. Jugaba con sus manos y miraba hacia arriba, pensando cómo expresarse con exactitud. Yo sabía que formulaba su cabeza, pero no quise darle pie para que hablara, en mi interior quería evitar escuchar lo que iba a preguntar.

–¿Has vuelto a ver a Lorna? –soltó la pregunta, mirándome con mucha atención, esperando mi reacción.

Tragué saliva, mirando hacia el frente, sintiendo como la piel se me erizaba.

–No quiero hablar de eso, Manel.

–Es un tema del que debemos discutir, ¿no crees?

–No puedo verla –le expresé–. No me dejan desde el último incidente.

–¿Crees que...?

La pregunta quedó en el aire cuando Natasha salió por la puerta, somnolienta. Los dos dirigimos la cabeza hacia ella, quien se quedó quieta en su sitio.

–Lo siento... estaba buscando el baño y... –su voz salió ronca–. Lo siento.

–No pasa nada, muchacha.

–Lo mejor es dejar la conversación para otro momento, Manel –el asintió, estando de acuerdo–. Es muy tarde, debería irse a casa ya.

–Va ser lo mejor –y me abrazó, dejando un beso en mi mejilla–. Estoy orgulloso de ti –susurró en mi oreja, para seguidamente separarse y hacerle un gesto de despedida a Natasha.

Cuando el señor Manel se fue, empecé a llorar. Sentía la carga de culpabilidad invadirme y como destrozaba la poca estabilidad que estaba manteniendo. Sentí los brazos de Natasha envolverme y mantuvimos un abrazo extraño, pero necesario. Mi llanto cesó poco a poco, dejando mis entrecortadas respiraciones invadir todo el pasillo. Me acomodé en mi asiento, separando a Natasha de mi.

–¿Te encuentras mejor? –asentí, sin saber muy bien si realmente era así–. ¿Quieres hablarlo?

Sinceramente, no quería hablarlo con Natasha. Habían dudas sobre lo que nos esperaba en cualquier relación que tuviéramos y no quería abrirme a decirle cosas, no quería engancharme más a ella.

Volverte a ver [Wandanat]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora