Capítulo 2

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Natasha observaba la luna mientras pensaba en lo que había pasado hace un rato, todo había sido muy incómodo, rápido y confuso. ¿Que hacía Wanda allí? Dio un suspiro cargado de todo... agobio, tristeza, felicidad... ¿Qué hacía Wanda allí?

–Hey... –escuchó tras suyo y negó con la cabeza– Perdón por no haber comentado nada, Natasha. Todos pensamos que sería buena idea que os vierais.

–¿Después de 10 años, Carol? –soltó una pequeña risa irónica– Quiero irme. Esto es una mierda, no quiero estar aquí. No sé ni porque carajos estoy aquí.

–Si es lo que quieres, adelante... Siento esto –se lamentó Carol con tristeza–. Pensamos... pensamos...

–No pensasteis nada, joder –Natasha volteó a ver a su amiga–. ¡Sabes lo que pasó con Wanda! ¡Sabes lo que significó ella para mí! –se giró.

Carol notó la rabia en los ojos de Natasha y se sintió realmente mal por haber dejado que montaran tal plan. Ella creyó que después de 10 años las cosas ya habrían cicatrizado y no pasaría nada, pero se confundió: Natasha no había olvidado nada de lo ocurrido. Carol no supo que más decir así que volteó para volver a la fiesta, pero se llevó una sorpresa cuando vió a Wanda detrás suyo.

–Wanda... – Natasha al oir el nombre giró a verla –. No creo que sea buena idea.

–¿Podemos hablar Natasha, por favor? Solo será un momento –intentó Wanda.

–No, no hay momentos para ti. Me largo –Natasha empezó a caminar y Wanda corrió a cogerla del brazo.

–Por favor Natasha, por favor –insistió.

Natasha estaba tensa a causa de que Wanda la sujetaba del brazo. Quiso avanzar y soltarse del agarre pero no pudo. Se sintió atrapada por ella y bufó con enfado, volteó a verla y se murió de pena al ver a Wanda con los ojos llorosos. Siempre había odiado verla llorar... siempre, incluso cuando Wanda era la culpable de todo. Alzó la mirada y vio a Carol.

–Déjanos solas, ve a disfrutar de la fiesta, corre –Wanda soltó su abrazo y sonrió.

–¿Segura? –Natasha asintió y ella se marcho.

–Gracias... yo... –empezó la castaña.

–Escucha Wanda, no sé que mierdas te habrán contado, pero yo no sabía que estarías aquí, así que quiero que sepas dos cosas, una: no estoy contenta de verte, y dos: tienes 5 minutos para decir las mentiras que quieras hasta que me largue.

Wanda había pensado tanto en este momento: en verla nuevamente, en como sería el momento y en todos los sentimientos que se acoplarían en ella cuando la viera. Además de pensar que le diría. Llevaba practicando las palabras adecuadas para decir cuando la viera en la reunión de ex-alumnos.

Pero la situación que estaba viviendo ahora, era distinta: Natasha la miraba con rabia, ella podía verlo en sus ojos. Había aclarado, además, que no estaba contenta de verla. Y las palabras no salían de su boca, las palabras que acababa de decir la pelirroja la habían dejado dolida.

–¿Vas a hablar o tengo que rogarte como hace muchos años atrás?

Wanda ignoró la pregunta de Natasha y decidió admirarla: empezó por sus ojos, continuó por su nariz... ¿cuando se había quitado el septum? y terminó en sus labios... echaba de menos el tacto de los labios de Natasha.

La pelirroja empezó a sentirse intimidada por su ex-novia y no quiso darle el lujo, así que dio media vuelta decidida a marcharse.

– Sé que me odias ahora mismo y sé que no puedo decir nada para cambiar todo lo que pasó entre nosotras, pero voy a ser valiente y voy a intentar explicarme contigo –Natasha paró en seco pero no se giró. Wanda se dio fuerza para continuar hablando–. Y sí, me habían dicho que sabías de que vendría y estaría aquí, pero me he llevado la sorpresa al ver tu reacción –suspiró–. ¿Sabes? He pensado mucho en este momento, en verte de nuevo y hablar contigo... no sé, en verte sobretodo porque te veía a los ojos y se me cortaba el aliento hasta en los pensamientos, Natasha –calló un instante y prosiguió–. Pasaron muchas cosas entre... –no continuó porque Natasha giró a verla con la mirada enfadada.

–¡No pasaron muchas cosas, Wanda! ¡Pasó una cosa! ¡Una maldita cosa que nos separó! ¡No vengas con mentiras de mierda! –gritó Natasha–. No seas hipócrita y acepta al menos, que fue culpa tuya.

–Sé lo que hice, joder. Sé que la cagué pero... pero...

–No hay peros Wanda, en esto no hay peros... te quise con todo lo que pude y no te puto basto. No te basto... y... –se quebró y empezó a llorar. La castaña quiso acercarse a calmarla pero ella tiro para atrás. Natasha se limpió las lágrimas.

–Han pasado muchos años, Natasha. Olvidemos esto, por favor.

–Sé que han pasado muchos años, y que antes éramos unas chiquillas y que vivíamos en un mundo diferente al de ahora. Pero cuando te enamoras de una manera tan brutal, tan inexplicable... y te rompen el sentimiento así como lo hiciste tú, haciéndote sentir tan poco suficiente, te marca. ¿Sabes cuánto tiempo tarde en entender que no fue mi culpa el que me engañaras? ¿Sabes cuánto tarde en quererme a mi misma? No lo sabes, no lo sabes por que te largaste. ¡Te largaste! ¡Ni una sola explicación! ¡Cogiste tus cosas y te largaste!

–Sentí miedo... no supe que hacer... yo... Natasha, tú siempre fuiste suficiente para mi. Siempre -para ese entonces Wanda ya estaba llorando–. No estoy pidiendo que volvamos a ser una pareja, porque eso está muy lejos de lo que busco y ahora cada una tiene su vida hecha. Solo quiero que me perdones y que entiendas que lo que menos quise era hacerte daño.

–¿Quieres mi perdón? Vale, lo tienes. Tienes mi perdón. Pero ya está, ahora ya puedes tener la conciencia limpia y ser feliz. Adiós.

Natasha dio media vuelta y se marchó. No hubo más palabras.

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