"Limpiar Tus Lagrimas"

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Después de todo lo que les había contado Harry hacía unas horas, no podía dormir. Cada vez que cerraba los ojos la imagen de Sirius venía a su cabeza y le recordaba lo que iba a suceder. Fue en ese momento cuando empezó a darse cuenta del futuro al que Harry tanto miedo tenía de volver. Y no era extraño. Por lo poco que sabía, él y Hermione estaban perdidos en un bosque haciendo vete tú a saber qué descabellada misión para Dumbledore mientras él pasaba alegremente las navidades durmiendo en su cómoda cama. Ni si quiera encontraba palabras para describir lo que era, aparte de un maldito idiota que abandona a sus amigos a su suerte. Luego estaba él, Vol... Vol... Ni en su mente podía pronunciar su nombre... Estaba Quién todo el mundo sabe, la razón de los males de muchas persona, como los de Harry. Y uno de ellos era la pérdida de seres queridos. Primero sus padres (y puede que hasta sus abuelos) y ahora Sirius. No quería ni imaginarse lo que se debía sentir al perder a las personas más importantes en tu vida, a tu familia. Un nudo se le formó en el estómago al pensar en la posibilidad de poder perder a alguno de sus padres, de sus hermanos... Sí, eran muchos, ruidosos, pesados y siempre mejores que él. Pero nunca se desharía de ninguno de ellos. Y menos de Ginny. No sabía que tenía esa pequeña pelirroja que toda su familia la adoraba y caía rendido a sus pies. Y él, aunque nunca lo reconocería en voz alta, también.

Giró la cabeza y vio la cama vacía de Harry. Hacía más de una hora que había escuchado cómo se levantaba y, poniéndose la capa de invisibilidad, salía de la habitación intentando hacer el menor ruido posible. Lo conocía. Nunca hablaba de sus sentimientos, de lo que de verdad sentía. Y tampoco podía reprocharle nada, él hacía lo mismo. Eran los mejores amigos, como hermanos y no le daba vergüenza admitir (al menos en voz baja) que le quería, pero nunca habían hablado de sus sentimientos como suelen hacer las chicas. Y mucho menos, hablar de ellas. Sabían lo que sentían, no hacía falta hablar de ello. Aunque últimamente, y no sabía por qué, sentía un impulso enorme de coger del cuello a su amigo, sentarle en una silla y preguntarle con voz desesperada: "¿Tú también sueñas con Hermione?". Pero sabía que su amigo le miraría con cara de haber visto a Snape en pelotas y después se desternillaría de la risa. Porque tenía que admitirlo, no era normal soñar con Hermione de la manera en la que desde hacía unas semanas él lo estaba haciendo.

Le pegó un puñetazo a la almohada para amoldarla mejor y suspiró mirando al techo. Harry le preocupaba. Saldría a buscarlo si no fuera porque el castillo era demasiado grande y su amigo demasiado invisible. Se levantó en menos de dos segundos, se puso a oscuras los primeros calcetines que encontró y salió por la misma puerta por la que demasiado rato atrás se había ido su mejor amigo.

Terminó de bajar los últimos escalones que conducían a la sala común y se paró en seco al escuchar un ruido. No le apetecía hablar con nadie ni que le hicieran preguntas. Entonces escuchó como aquellos ruidos eran de llanto. Alguien estaba llorando. Se dio media vuelta con toda la intención de volver a su cama. A él nunca se le había dado bien consolar a nadie y menos iba a empezar a hacerlo ahora. Pero una voz le tomó de sorpresa e hizo que se quedara helado durante un par de segundos, con un pie en el suelo y el otro en el aire apunto de apoyarlo en el primer escalón.

- ¡Crookshanks! Ven aquí, no debes jugar con eso.

Retiraba lo dicho. Si quien lloraba era Hermione podía empezar a aprender a consolar en ese mismo momento.

- ¿Hermione?- Se aventuró a decir.

- ¿Ron?

Una despeinada y ojerosa Hermione asomó la cabeza por el respaldo del sofá que daba la espalda a las escaleras. Estaba tan sorprendida o más que él.

- ¿Qué haces aquí?

- Harry se fue hace una hora y todavía no ha vuelto.- Comenzó a decir mientras se sentaba a su lado.- Estoy preocupado.

𝑨 𝒕𝒓𝒂𝒗𝒆́𝒔 𝒅𝒆 𝒍𝒂𝒔 𝒆𝒔𝒕𝒓𝒆𝒍𝒍𝒂𝒔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora