"Simplemente Feliz"

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Las palabras de Dumbledore aún resonaban en su cabeza. "Prométeme tú también algo a cambio"- Le había dicho su director.- "Que intentarás que, pase lo que pase, tu historia sea un cuento de hadas y no una pesadilla"

¿Cómo iba a lograr eso? ¿Cómo iba a conseguir no rendirse? Estaba tan cansado de luchar, de enfrentarse a todo… Sólo quería que todo acabase ya. Pero sabía que eso era imposible. Las cosas no eran tan fáciles.

Suspiró y empujó el retrato de la Dama Gorda para entrar en la sala común. No había nadie. Se respiraba ese característico silencio que se da cuando todo el colegio está en calma, dormido, tras una noche de fiesta. Miró por la ventana y observó cómo un sol especialmente luminoso comenzaba a deslumbrar por entre las montañas cubiertas de nieve que rodeaban el castillo. Ron y Hermione seguramente aún dormían, igual que el resto de sus compañeros.

Si lo que le había contado Dumbledore era cierto y volvía, seguramente no volvería a ver a Ginny… y si se quedaba en esa época, iba a hacer las cosas bien, tal y como el monstruo tímido y romántico que había crecido en sus entrañas tiempo atrás siempre le decía que tenían que ser. Al recordar a aquel monstruito y a Ginny, sintió una sensación extraña, igual que la que había sentido la noche anterior en el baile. Era emoción, felicidad, entusiasmo… esa sensación indescriptible que siente uno cuando sabe qué va a pasar. Cuando estás enamorado y planeas algo con emoción. Ese día iba a volver a ser sólo de ellos dos. Sólo de los dos.

Ginny sonrió con los ojos todavía cerrados mientras se giraba en su cama y se estiraba perezosamente. La imagen de un sueño lejano en el que bailaba toda la noche con Harry se instalaba en su cabeza mientras la música de las Brujas de McBetch llegaba a sus oídos terminando de completar la imagen perfecta.

No. No había sido un sueño. Lo sabía porque aún podía escuchar la risa de Harry al intentar bailar. Todavía sentía la mano del chico en su cintura, su aliento en su oído mientras bailaban lento, sus labios en los suyos cuando la besaba… No había sido un sueño, pero no quería abrir los ojos, por si acaso. No quería despertar.

Escuchó un ruido en el cuarto y la distracción borró de su cabeza aquella imagen, aquel recuerdo. Gruñó silenciosamente y abrió los ojos dispuesta a maldecir a cualquiera que hubiese entrado. Pero en cuanto lo abrió, se topó con unos enormes ojos verdes que la miraban con demasiada atención. Soltó un pequeño gritó y, asustada, se sentó en la cama apoyada en la cabecera. El propietario de aquellos ojos verdes saltones se acercó a ella caminando encima de la cama y volvió a mirarle de muy de cerca, tanto, que podía verse perfectamente reflejada en ellos.

- ¿Ginny Weasley?

Parpadeó dos veces por si todavía seguía soñando. Pero el pequeño elfo doméstico seguía frente a ella con los ojos muy abiertos, esperando una contestación.

- Er… sí… soy yo.

- ¡Bien!- Dijo comenzando a saltar en la cama.- ¡Harry Potter se pondrá muy contento porque Dobby no se a equivocado de cama!

- ¿Harry?- Ginny frunció el entrecejo confundida y entonces comenzó a atar cabos.- ¿Eres el elfo que casi mata a Harry hace dos años?

- Eso fue un accidente…- Se sonrojó Dobby dejando de saltar.- Además, Dobby no mata, no señor. Dobby sólo mutila o hiere de gravedad… ¡Pero a Harry Potter nunca! No, a él no. Él es bueno, le ha regalado a Dobby unos calcetines por Navidad. (Alguien más adoró esta frase de Dobby en hp7? XD)

Ginny miró a los pies de elfo y vio dos calcetines desparejados que parecía que Dobby llevaba con mucho orgullo y se le escapó una risita.

- Son muy bonitos. Y… ¿Por qué estás aquí?

𝑨 𝒕𝒓𝒂𝒗𝒆́𝒔 𝒅𝒆 𝒍𝒂𝒔 𝒆𝒔𝒕𝒓𝒆𝒍𝒍𝒂𝒔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora