Segundo día

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Destellos de luz se paseaban por la nívea piel del joven, anunciando el comienzo de un nuevo día.

Despertando con cierta dificultad, estiró brazos y piernas, sentándose así en la orilla de la cama, observando un punto muerto por unos minutos a la vez que soltaba un bostezo.

Caminando hasta el cuarto de baño, cepilló dientes para luego lavar su rostro, observando este en el amplio espejo que yacía frente a él mientras pensaba en lo complicado que se había vuelto toda su vida, tanto la personal como profesional y es que, saber tanto de la vida que llevaba su padre no era tan grato como llegó a pensar, antes hubiese imaginado un panorama más llevadero.

Al percibir un aroma dulce, caminó hasta llegar al frente de su puerta, deteniéndose al recordar que cierto azabache se encontraba en su departamento, mordiendo levemente su labio inferior al sentir la incomodidad volver a su cuerpo pero, no podía sólo ignorar la realidad en la que estaba, por lo que salió después de tomar un gran respiro y así enfrentar al contrario que suponía estaba en la cocina.

Más equivocado no pudo estar al ver a su compañero estar frente a la estufa, cocinando por lo que parecían ser unos panqueques

- Por fin despiertas - anunció el joven cenizo sin tener la necesidad de voltear hacia su dirección, llamando así su atención

- Buenos días... - tomando un momento para procesar lo que sucedía, giró sobre sus talones para buscar al azabache, siendo que no pudo localizarlo y pensar lo peor.

- Lo mataste... - murmuró en un tono preocupado, logrando con ese comentario sólo molestar al más bajo quién caminó hasta su lado, golpeando a este con la espátula que llevaba en su mano

- ¡No lo maté, idiota! - soltando un suspiro, dejó en la isla frente a este unos panqueques de avena recién preparados - simplemente salió un momento -

Volviendo sobre sus pasos, sirvió dos tazas de café para ambos, tomando asiento en uno de los taburetes, siendo la misma acción del contrario

- Salió... - pensativo, tomó un bocado, saboreando el platillo mientras disfrutaba su sabor dulce como suave - Bakugou, no es que me queje pero... ¿En qué momento llegaste al departamento? -

Tomando un trago de ese fuerte pero reconfortante café, dirigió su mirada donde el bicolor, frunciendo levemente su ceño al recordar lo que pasó en la noche

Claramente no había entrado por la ventana, menos derribado la puerta como un maldito lunático, simplemente tocó unos escasos segundos, siendo recibido por el azabache que ante su presencia, sólo se mostró contento

- El cara plana me dejó pasar... - contestó sin más, sólo produciendo más dudas en el más alto - Sólo no preguntes más, fue algo incómodo... -

Si bien fue incómodo, la palabra apropiada era inusual puesto que apenas entró al departamento, el más alto le seguía sin decir nada, sólo sonriendo en todo lo que hacía, terminando por provocar al joven la urgencia de encerrarse en la habitación de invitados, no queriendo despertar al bicolor que suponía se encontraba dormido

- ¿Incómodo? - comprensivo, bajó su vista hasta la taza que tenía entre sus manos, aspirando el fuerte aroma que sobresalía del recipiente - Creo que ambos lo estamos -

Sincero en sus palabras, volvió su vista donde su ahora invitado, presenciando una mueca que afirmaba lo dicho

Antes de que cualquiera soltara algún otro comentario, se escuchó la puerta del departamento ser abierta como cerrada, dejando ver al azabache llegar con un ánimo indescriptible, eso y una maleta negra colgada en su hombro

¿Qué se siente ser amado...? (SeroBaku) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora