5. Aleksandr Kovalev

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Nick

Llegamos a la oficina del tal Vadik, un hombre que tendrá unos años menos que yo. La juventud abunda por aquí y yo envejezco. Ah, pero seguro estoy mejor dotado. El hombre de cabello cobrizo deja de estar sentado en el asiento de su escritorio, se me acerca y me ofrece su mano para estrecharla. En otras circunstancias, quizás le hubiera aceptado el gesto sin importar que sea mi enemigo mortal, pero hoy no tengo ganas de fingir sonrisitas.

Bueno, una y ya.

—Así que usted es el que mandó a secuestrar a mi esposa —expreso con mi buen carisma, pero por dentro quiero destruirlo.

Él en ningún momento baja su mano, la mantiene justo ahí con notable confianza, como si en algún momento yo fuera a estrecharla.

—De hecho lo sugirió mi jefe de científicos, quizás lo conozcas.

—No creo, no suelo tratar con ese tipo de gente.

—Seguro que no. —Al fin baja su mano, pero mantiene su confianza—. Los científicos de la C.E.E.R siempre te han traído problemas. —Camina hasta su mesa y abre una carpeta—. Leí tu expediente, tu hermano "Proyecto C" y tu ex "Proyecto A", muchas coincidencias. —Cierra el archivo y mira Sarah, pero ella ni se inmuta—. Y ahora tu esposa, demasiadas coincidencias —repite.

—Seré sincero ¿Alguna vez has pensado en que tu mera existencia lastima a tus seres queridos? Yo sí.

—¿Tu mera existencia? Dirás magnífica, porque al final todos estos proyectos siempre se trataron de ti. Estabas tan ciego que nunca te diste cuenta, tú también tienes la droga en tu cuerpo, tú también eres parte de este experimento.

Me río.

—¿Y cuándo se supone que ocurrió eso?

—Aleksandr Kovalev —menciona mi nombre real—. Quiero presentarte a alguien, pero así me suena muy poco profesional y precipitado. Ven esta noche al salón del pueblo, necesitas conocer de inmediato a ese científico.

Enarco una ceja.

—¿Y yo por qué iría a conocer al culpable de todos mis males?

—Porque Sarah estará ahí. —La señala y bufo—. Estoy seguro que irás a donde ella vaya, incluso aunque ni te preste atención.

Sonrío.

—Qué linda carnada. —La miro y ella rueda los ojos—. ¡Oye, es su culpa, no mía!

—Como sea. —Veo cómo Sarah se retira.

—Te va a ser difícil —opina el director, pero prefiero ignorarlo antes de que me dé ganas de matarlo.

Lo asesinaría, pero eso no me ayudaría en nada.

Sarah

El salón del pueblo, hay una reunión importante hoy, miles de inversores se encuentran aquí. La droga es un prototipo, pero quién pueda invertir para que se termine, le hará ganar millones con su compra a la compañía. Sin contar la cantidad de soldados que podrían estar a su servicio.

Todo es por poder y dinero.

Como sea, tengo que estar alerta, mantener la calma en este lugar, es mi tarea de hoy. La seguridad es lo primordial para que todo esté en completo orden. Debo hacerlo bien, pues soy la prueba irrefutable de que la droga funciona a la perfección.

—¿Bailamos? —Escucho detrás y me giro—. Bonito vestido.

—Nick. —Frunzo el ceño—. Estoy trabajando, no me molestes.

—En el mercado negro, veo —bromea.

—¿Qué te importa?

Toma mi mano.

—Mejor vámonos.

—No. —Me suelto—. Tengo que trabajar —repito y comienzo a irme. La música del salón cambia, así que me detengo al ver que Nick está por cantar—. No te atrevas —le advierto.

Juré que no volvería a enamorarme de nuevo, volvió a pasar. —Mientras canta me voy acercando hasta él—. Que cupido no volvería a enredarme en su juego, y aquí ahora estás.

—¡Basta! Cantas horrible.

Se ríe.

—Lo sé, me lo dicen mucho. —Le saca el sombrero a uno—. Pero sí que bailo bien. —Agarra mi mano y me hace girar—. Uou, uou, uou, hablando de amar.

—Por fa, no cantes —insisto.

—Ah, pero te reíste.

Borro mi sonrisa rápido al darme cuenta.

—No sigas.

Chasquea los dedos y la música se vuelve lenta.

—Bueno, me callo. —Toma mi cintura y me abraza—. Solo si nos quedamos agarraditos un momento.

Suspiro.

—De acuerdo, no puedo creer que el dj cambiara la música.

—Soy muy bueno persuadiendo a la gente. —Se ríe.

—Bueno, ya está. —Me aparto—. Me alejas de mi cometido, tengo que vigilar que ninguno de estos corruptos traicione a la C.E.E.R.

—Cuestión de lealtades, supongo. —Se me queda mirando fijo—. ¿Dónde quedó el juramento de esposos? ¿Tu lealtad sigue aquí?

—Esa se murió. —Me alejo y él se queda quieto mirándome mientras yo avanzo a paso rápido para seguir con lo mío. 

Lealtad Alterada (R#15) [Lealtades #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora