Capítulo 5

116 14 3
                                    

Al día siguiente, Alicia se despertó muy temprano y mientras desayunaba su amiga Fedora le preguntó sí se había quedado con el trabajo y ella le confirmó que sí, luego le contó que ya conocía a Martin.

- Me estás diciendo que Martin es el hombre más joven con el que me dijiste que tuviste una relación antes de conocer a...

- Sí, Fedora. Es él. – la interrumpió – Y aunque no puedo negar que mis sentimientos hacia Martin no han cambiado como yo pensaba, necesito verlo solo como mi jefe, jamás me aceptaría si se enterara de todo lo que pasó después de que regresé a Ciudad de Mexico. – las lagrimas ya empezaban a aparecer otra vez en su rostro – Además, seguramente tiene una familia.

- No te enteraste de que enviudó hace 5 años?

- ¿En serio? – preguntó sorprendida.

- Sí, no sé cómo fue, pero todos en el restaurante comentan que la única mujer en su vida es su hija de 12 años.

Alicia se quedó pensativa, imaginando lo difícil que sería para Martin criar a una hija solo... tampoco pudo evitar pensar que la hija del ojiazul tenía la misma edad que su hija.

...

Después de platicar con su amiga, Alicia salió para hacer lo que tenia planeado desde el momento en que quedó libre: buscar a su hija.

Sabía perfectamente que no sería nada fácil, pero no se iba a rendir. Así que buscó información en muchos orfanatos, algunos al principio se negaron a dar información, pero al final todos le dijeron que su hija no estaba ahí y que lo más probable era que alguna familia la había adoptado. Después de todo, habían pasado 10 años desde que Alicia se vio obligada a separarse de su bebé.

A última hora de la mañana, regresó a la pensión sin ninguna información concreta. Sin embargo, no estaba triste, porque inexplicablemente tenía el presentimiento de que muy pronto encontraría a su niña, aunque no sabía cómo ni cuándo.

...

Días después:

A Alicia le estaba yendo muy bien en el trabajo, aunque a veces sentía que Karina la miraba raro. Todavía no se animaba a hablar con Martin de su pasado juntos, y mucho menos de lo que sucedió después. En el restaurante apenas se saludaban, pero a menudo los dos intercambiaban miradas a la distancia.

Sin embargo, ese día Fedora se enfermó, por lo que no pudo ir a trabajar y le pidió a su amiga que se encargara de avisarle a su jefe. Así que Alicia se dirigió a la oficina de Martin, pero antes de tocar la puerta lo escuchó hablando por teléfono con Diablo, su socio y amigo.

- ¿Cómo quiere el nuevo proveedor que sea la reunión en una cena mañana y en otro restaurante? Sabes que no puedo dejar sola a mi hija, Diablo... Sé que ya no es tan pequeña, pero no puedo. Veré si puedo encontrar a alguien que pueda cuidarla y te devolveré la llamada.

Cuando lo escuchó colgar, Alicia finalmente tocó la puerta y él le indicó que entrara.

- Alicia, ¿necesitas algo? – preguntó sonriendo al ver que ella lo buscaba.

- No realmente, solo vine a avisarle que Fedora no va a poder venir hoy porque no se sentía bien, pero no se preocupe que yo trabajaré por las dos. – se limitó a decir. La presencia del ojiazul la seguía poniendo nerviosa.

- No hay problema, la salud es lo primero. Pero no hace falta que me hables de usted, para ti siempre seré Martin.

"Tú Martin" – pensó él, pero no atrevió a completar la frase.

- Si usted prefiere así, es decir, si prefieres así, bien, Martin. – respondió con una tímida sonrisa mientras trataba de ignorar los latidos de su corazón.

Se dio la vuelta para salir de la oficina, pero antes se sintió en confianza para decirle algo que había estado pensando desde que escuchó la conversación telefónica del hombre, así que volvió a mirarlo.

- Disculpa si te estoy molestando, pero antes de entrar escuché por accidente lo que estabas hablando por teléfono. Mañana es mi día libre, así que si quieres yo puedo cuidar a tu hija.

Martin la miró pensativo.

Trampas del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora