Mientras Martin la miraba, Alicia se arrepintió de haberse ofrecido a cuidar a la niña. Pensó que el hombre no confiaría en ella para esa tarea, puesto que Alicia era una exreclusa.
- ¿De verdad me harías ese favor? – dijo él cuando Alicia ya casi se iba otra vez. – Mi hija está empezando su adolescencia, así que no siempre es muy simpática... - se rio - Pero algo me dice que contigo se va a llevar bien.
- Claro, cuenta conmigo.
...
Día siguiente:
Alicia estaba en un taxi rumbo a la casa de Martin. En el camino, pensaba en que él era un hombre realmente especial, porque confió en ella dos veces: cuando la contrató para trabajar en el restaurante y ahora. Se puso a pensar si tanta confianza era por alguna otra razón y por un momento se le cruzó por la cabeza que quizás él aún tenia sentimientos por ella como ella por él, pero luego trató de quitarse esas ideas de la mente.
Cuando finalmente llegó a la dirección que Martin le había indicado, se sorprendió: Él ahora vivía en una mansión.
Unos empleados le dieron el paso en el portón principal. Tocó el timbre de la puerta, y pronto salió el ojiazul a abrirle.
- Hola, ¡Alicia! – él la saludó muy sonriente.
Alicia se quedó muda por un momento, admirando lo guapo que él se veía con el traje que traía puesto.
- Buenas noches, Martin. – respondió el saludo, tratando de actuar con naturalidad.
Él le dijo que pasara a la sala, y entonces llamó a su hija.
- Hija, baja por favor, ya llegó la persona de la que te hablé.
Y entonces la niña bajó las escaleras.
- Alicia, te presento a Sofia, mi hija.
- S-Sofia? – preguntó tratando de disimular su impresión.
- Hola, Alicia. – dijo la niña no muy contenta.
Alicia se quedó en silencio por algunos instantes. El mismo nombre, la misma edad... y físicamente se parecía tanto a su bebé de dos años... pero luego se dio cuenta de que lo que se estaba imaginando era imposible. Además, pensó que seguramente su mente perturbada por no encontrar a su hija le hacia ver a la hija de Martin un parecido que quizás no existía.
De pronto, ella sintió un mareo y su vista oscureció.
- Alicia, estás bien? – preguntó él preocupado mientras se apresuraba para sostener a la mujer.
- Sí... es solo que creo que se me bajó la presión.
- Si quieres regrésate a tu casa, yo cancelo mi cena. – habló Martin mientras la ayudaba a sentarse en el sillón.
- No, para nada. Es más, ya me siento mejor. – esbozó una sonrisa – Tu ve tranquilo, que aquí nos quedamos Sofia y yo, ¿verdad Sofia? - miró a la niña.
- Papá, ya te dije que me puedo quedar sola.
- Sofi, no voy a volver a discutir ese tema contigo. Por favor, hija, pórtate bien y hazle caso a Alicia.
- Está bien, yo tampoco quiero pelear. Pero regresa pronto, ¿sí? – dijo abrazando a Martin.
El ojiazul se despidió de las dos y se fue.
Él le había dado dinero a Alicia para que pidieran una pizza, pero ella prefirió cocinar e invitar a Sofia a ayudarla, pensando que así podría interactuar más con Sofia. Y el plan funcionó, porque, aunque al principio la niña no parecía tener muchas ganas de platicar, al poco tiempo ya se veía mucho más tranquila.
- ¿Eres novia de mi papá? – preguntó mientras cenaban.
Alicia casi se atragantó con la comida.
- No, yo solo trabajo para él en el restaurante y hoy me ofrecí a ayudarle.
Las dos se quedaron en silencio por algunos minutos.
- ¿Sabes? Desde que mi mamá se murió, hoy fue la primera vez que vi a mi papá tan sonriente. Me caes bien, Alicia.
Alicia miraba a la niña que tenia en frente y sentía una conexión especial con ella.
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Trampas del destino
RomanceA veces cuando la soledad parece ser el único camino, el destino se encarga de demostrar que no todo es blanco y negro. ¿Podrán Alicia y Martin superar a los problemas del pasado y del presente?