Segundo capítulo

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Sana's pov:


El amor que tenemos Tzuyu y yo me recuerda al que tenían mi padre y mi madee. Él era romántico, la llevaba a cenar a restaurantes caros cuando pagaban la quincena, la daba las mejores joyas del mercado y después bailaban al son de Frank Sinatra que sonaba en el tocadiscos de la sala. Tzuyu es igual...Hoy me trajo el desayuno a la cama y me pidió disculpas por su actitud la noche anterior, yo le dije que no se preocupara, que debía estar cansada y que mis temblores eran molestos hasta para mi.

—Tengo un amigo doctor. Él puede revisarte, arréglate rápido—Dijo mientras se ponía su camisa blanca perfectamente planchada. A ella no le gustaba la ropa arrugada, la odiaba tanto que me lo hizo saber un día cuando sin querer metí su traje favorito al armario sin haberlo revisado antes...¡No fue la manera correcta! Lo sé, pero por mi estupidez sentí que me lo merecía.

—¿Eres idiota acaso?—Me preguntó con una voz encolarizada mientras me jalaba del cabello. Sus ojos de ciervo terminaron por mirarme con furia mientras las lágrimas comenzaban a caer por mis mejillas—. ¡Te he dicho que no me gustan las camisas arrugadas! Carajo, ¡me mato todo el jodido día trabajando en una jodida oficina para que ni siquiera puedas hacer bien algo como planchar una camisa!

Estrelló mi rostro contra la tabla de planchar con tanta fuerza que la mitad de mi cara tuvo un morado por tres semanas. No la hablé mucho esos días, yo solo bajaba la mirada y trataba de planchar sus camisas todos los días así me quemara los dedos por el calor. Después de eso me pidió perdón, me dijo que había tenido un leve ataque de ira por algo como eso pero que esperaba que no volviera a pasar. Yo nunca dejé que volviera a ocurrir.

Cuando llegamos al consultorio sentí que estaba en un mundo extraño. No visitaba un hospital hacía unos dos años, la última vez fue cuando una de mis amigas tuvo su primera hija y después de eso no volvimos a hablar. De hecho no hablaba con ninguna de mis amigas, ni con Mina ni con Momo quienes eran mis mejores amigas...A veces las extraño pero Tzuyu dice que no quiere que les hable porque van a decirme que la deje.

Y tiene razón, ella las odia por eso y a mi me da rabia que me digan cualquier cosa de mi novia. La última vez que me vi con Momo tuve una discusión fuerte que me dejó llorando el resto del día, ella me dijo cosas muy hirientes que no sé si le pueda perdonar.

—Así que tú eres Sana.

El hombre parecía muy gentil. Tenía más o menos la edad que tiene Tzuyu, aunque diría que puede ser más viejo. Su sonrisa era amable mientras su mano me pedía que me sentara en la camilla. Yo no le respondí, con tímidez me senté allí bajo la mirada atenta de mi novia y del doctor quien parecía ponerse incómodo por el silencio.

—Bien...Vamos a revisar.

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