Tercer capítulo

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Sana's pov:

Tzuyu viene muy enojada después de la visita con el doctor. Siento un vacío en mi estomago que no sé si es miedo o simple ansiedad...El doctor Jung dijo que primero hablaría con Tzuyu y después conmigo pero solo lo hizo con ella, cuando salió de la habitación tenía las mejillas rojas de la molestia, ni siquiera se detuvo antes de arrastrarme a la salir del hospital haciendo que entrara con rapidez al auto. Mientras la veía furtivamente me preguntaba qué había dicho el médico, no me atrevía a preguntar y tenía mis manos apretadas en la mitad de mis mulos intentando que no temblaran para que Tzuyu no se diera cuenta.

¿Sería algo grave? Siempre había sido muy sana, realmente nunca había tenido nada malo con mi salud así que eso me inquietaba. Mis ojos fueron al volante por unos segundos, los dedos de mi novia ejercían fuerza sobre el objeto mientras su mirada seguía fija en la autopista. Me encogí en el asiento del copiloto mientras recostaba mi cabeza en la ventana, hace mucho no paseaba por Seúl, de hecho mi entorno era de la casa al supermercado y del supermercado a la casa, a veces iba por flores a la floristería de mi madre a escondidas de Tzuyu pero no quería que se enterara y que se enojara conmigo.

Cuando llegamos a la casa, Tzuyu me arrastró hasta la habitación sin dejarme siquiera caminar bien. Con fuerza me lanzó a la cama mientras comenzaba a desabrochar su cinturón, por reflejo apreté mis manos en mis rodillas esperando que el golpe llegara pero en vez de eso las manos de ella fueron a mi suéter sacandolo sin ninguna delicadeza.

—Vamos a hacer el amor...¿Sí? Lo necesito...—Murmuró en mi oído mientras toqueteaba mis pechos sobre mi sostén.

No dije nada. Dejé que ella lo hiciera todo como siempre, no era extraño que quisiera tener sexo después de eso. Casi siempre cuando llegaba estresada del trabajo casi me suplicaba por dejar que me tocara.

Pero no tenía que pedirlo. Yo era suya, ella ya me había reclamado...Siempre lo hacía, si algún chico me veía al salir con ella al cine o a comer. Me follaba duro mientras me decía que yo era una zorra que todos querían pero solo ella me tenía, a veces me sentía como una muñeca con la que ella hacía lo que quisiera pero si me ponía a pensar yo misma me había ofrecido a serlo.

—Te amo...—Murmuró en mi oído. Cuando ya estuvo satisfecha, con sus manos temblando sobre mis hombros mientras yo trataba de no romper a llorar.

Simplemente sonreí y le respondí.

—Yo también te amo...Tzu.

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