Décimo capítulo

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Narrador omnisciente:

Después de dos meses, Sana tuvo dos eventos importantes en su vida. El primero fue que consiguió una amistad con Renjun quien a veces le ayudaba a plantar, le invitaba a almorzar a su casa o simplemente conversaban haciendo que se sintiera lo suficientemente bien. Lo segundo fue que había conseguido la inseminación artificial, justo ese día había sido confirmado su embarazo y ella preparaba la cena para contarselo a Tzuyu quien llegaría muy pronto a casa. Encendió la última vela y sirvió las dos copas de vino para que poco después la puerta se abriera dejando a la vista a la castaña de traje quien tenía su saco en su antebrazo y comenzaba a aflojar su corbata con cansancio.

—Ahem—Sana aclaró su garganta llamando la atención de su novia. Tzuyu levantó su mirada confundida y miró la cena con una de sus cejas alzadas—. Bi-Bienvenida a casa, Tzu.

La taiwanesa se quedó en silencio unos segundos mientras ponía su saco en su mechero. Cuando caminó hasta Sana miró con hambre los dos platos de pasta que había preparado la rubia.

—¿Qué celebramos hoy, Sana?—Preguntó con curiosidad.

La japonesa sonrió. Los nervios se escondían tras esa pequeña sonrisa que traía.

—Primero comamos...Toma asiento—Señaló la silla en frente aún con la mirada penetrante de la castaña. Tomó asiento allí y se apresuró a comenzar a comer mienttas Sana hacía lo mismo.

La felicidad no cabía en su cuerpo. Su mano acariciaba cada tanto su vientre mientras pensaba en lo feliz que podría ponerse su novia, la miraba devorar con hambre la comida y se preguntaba cuál sería el momento adecuado de lanzar la noticia.

—¿Qué tal el trabajo?—Preguntó Sana con suavidad.

Tzuyu tragó encogiendose de hombros.

—Bien, como siempre. He vendido unos cuántos seguros de vida y algunas oficinas en Hyansan, hoy fue realmente un buen día. Si sigo así me podrían ascender—Contó con una sonrisa. Muy genuina, no la había visto hace mucho y eso aceleró su corazón.

Era ahora, el momento estaba dandose.

—Yo...Hice esta cena porque quiero contarte algo—La mirada de Tzuyu se concentró en ella mientras sorbía otro bocado de pasta—. Yo...Hmmm...Estoy embarazada.

El tenedor de Tzuyu cayó como una bala y el corazón de Sana se aceleró. La castaña se enderezó al instante mientras su expresión caía, era indescifrable para la japonesa quien esperaba un abrazo y una felicitación. Ella confiaba que había hecho lo correcto, traería paz a su vida y a la de Tzuyu...

—¿Que tú qué?—La voz de Tzuyu estaba entrecortada. Entre sorprendida y asustada—. Eso no...

Sana sonrió con felicidad asintiendo.

—¡Así es! Estoy muy feliz. Un hijo de ambas, Tzuyu...¿No es eso muy bueno?—Preguntó con entuciasmo pero Tzuyu no estaba contenta.

Estaba furiosa. Se levantó de golpe de la silla y levantó a Sana de un solo tirón, la sonrisa de la japonesa se borró al instante mientras sentía el miedo invadirle de nuevo. ¿Ella...Ella no está feliz? Pensó confundida mientras Tzuyu la lanzaba contra la mesa.

—¿Acaso enloqueciste?—Preguntó Tzuyu respirando con fuerza—. Dime que no hiciste esa estúpidez, Sana.

—¿Qué tiene de malo? Pensé que...

—¿Pensaste? ¡Ja! No hubieras hecho semejante idiotez. ¿Crees que tenemos dinero? ¿Eh? ¿Crees que un hijo es un jodido accesorio?—La meneó por sus hombros con fuerza y esta vez la lanzó contra el piso. Sana gimió del dolor mientras se encogía en su lugar.

—Por favor...No me pegues. El bebé...—Intentó decir entre sollozos.

Pero Tzuyu no la escuchó, comenzó a patearla con fuerza sin ningún pudor en su abdomen, Sana pedía piedad pero ella estaba fuera de sí.

Puedo escuchar las sirenas sonar. Los violines en el fondo. ¿Al fin seré liberada? Ya no siento mi cuerpo, ahora también patea mi cara y mi cuello...¿Me enamoré de un monstruo? Creí que podía cambiar su pasado, los traumas que dejó su madre al huir de su vida por no poder controlar su adicción al alcohol. Parecía tan afligida ao contarmelo que la quise proteger...¿Pero de qué me sirvió? Amarla no fue suficiente para que ella me amase devuelta, puedo ver a lo lejos las luces rojas y azules. Parece que los golpes se detuvieron, ahora ella llora pero no hay tiempo para la redención. Cuando se está roto no hay nada más para ofrecer, ni siquiera amor, ella no fue quien en realidad me quiso.

¿Ahora estaré bien? Escucho pasos. Gritos, manos tocandome y llevandome pero yo solo quiero descansar...Renjun, cuida a mis flores por mi. Estoy segura de que estaré muy lejos de casa esta vez y no sé si volveré, te quiero, fuiste un verdadero amigo...

—Sana—Murmuró con lágrimas en los ojos el joven mirando como la camilla sacaba a una rubia inconsciente. Había sangre por todos los lados de su lindo rostro, le dolía el simple hecho de no haber actuado antes cuando las cosas eran tan obvias.

Caminó con rapidez a la casa donde sacaban a Chou Tzuyu esposada, sus manos estaban ensangrentadas junto a sus zapatos y llevaba una mirada perdida. Renjun la aborreció como nunca lo había hecho y quiso que muriera por haberle hecho esa a alguien como Sana.

Sana quiso salvar su noviazgo pensando que ya no tenía nada más que ofrecer. Ni amor, ni sacrificios, ni sexo, ni siquiera podía seguir con ese amor tan tóxico que la había llevado a ese punto.

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