- Merci, au revoir!
Me despedí del panadero que está 3 calles más lejanas de donde me estoy quedando.
Hice un parón para sacarle fotos a la Torre Eiffel y el paisaje que había, que sinceramente me quedaron muy bien y creo que fue por el ángulo en que las tomé. Fue simplemente espectacular. También aproveché y me senté en el muro que estaba enfrente mío, y me quedé paralizada. Mirando a la nada, pensando en todo.
Considero que soy una chica muy afortunada. Afortunada en todos los sentidos, tengo una madre que me apoya y me quiere, y a la que yo quiero muchísimo aunque no se lo demuestre. Tengo dinero. Dinero para comer, para comprarme ropa y poder viajar. Me siento muy agradecida de la gente que me rodea. Y lo que más aprecio, es que mi madre se preocupe por mí desde el minuto uno que vine aquí, y es normal porque estoy en un lugar nuevo que desconozco, lejos de casa, no conozco a nadie, y el idioma no lo desarrollo muy bien. Así que la verdad que no me puedo quejar de nada.
Se estaba haciendo de noche y me tenía que ir ya a la universidad porque me da miedo caminar sola en la noche por las calles. Pero antes de irme, tenía que ver el pedazo de atardecer que se formó en el día de hoy. Fue simplemente alucinante e impactante. El cielo lleno de colores: naranja, rojo, rosa, amarillo y las nubes con un sutil tono dorado, estaban muy brillosas. Se podría decir que ha sido el atardecer más bonito que he visto en mi vida. Aunque no haya visto muchos, pero todos los que he visto me transmite cosas, pero cómo esta ninguna, me transmitió la sensación más bonita. Relax y calma.
Al llegar a la universidad hice un par de cosas que tenía pendientes de clases. Trabajos, exámenes, tareas, ... Lo típico. Me quedé hasta la madrugada haciéndolo.
Estaba tan cansada que no pensaba en nada más que en la cama, en irme a dormir. Apagué el portátil, el teléfono y guardé los apuntes. Y por último, me puse el pijama y a dormir.
- Bonjour mes demoiselles! - exclamó Claret, la dueña de la universidad, a las 7:20 am.
Normalmente, un día al mes viene ella a comentarnos cosas nuevas o problemas que hayan sucedido en todo el tiempo que ha transcurrido. También sugerencias y noticias nuevas. Ese tiempo suele ser de 1 o 2 horas, o inclusive un poco más, depende de lo que tenga que decir. Y no se habla en la habitación, sino en un patio donde nos reunimos todos, tanto chicas como chicos, para hablar y dar nuestras opiniones al respecto.
Pasé toda la noche dando vueltas intentando dormir. La noche fue muy mala. Me costó muchísimo dormir porque escuchaba voces de gente en la calle saliendo de la fiesta. Esta vez no fui con ellos porque quería seguir descansando y dormir.
9 am. Ya terminó la charla. Todas vinieron corriendo porque empezó a llover fuerte. No paraban de hablar de un chico nuevo que vino a la residencia, diciendo que les parecía guapo, pero a mí personalmente no me gusta, no es mi estilo. Y también riéndose. Estuvieron así por un largo tiempo.
10:23 am. No conseguí dormir más, así que cogí el teléfono, el altavoz, la toalla, y todos mis botes para ducharme. Yo nunca me ducho por la mañana, pero hoy me apeteció hacerlo. Me sentó muy bien. No había nadie en el baño. Mejor. Porque yo siempre que vengo está lleno de gente y se forman colas enormes esperando para poder entrar y ducharse. Así que creo que a partir de ahora me voy a duchar en la mañana, aunque no me guste.
Salí del baño y fui directamente a desayunar.
Ya estaba arreglada y vestida. Muy sencilla. Una falda apretada corta negra, camiseta negra corta y ajustada, y unos zapatos de color blanco que va a conjunto con mi rebeca.
"Creo que voy demasiado fresca y veraniega para cómo está el tiempo hoy" me dije a mi misma.
Me quedé quieta en el espejo mirándome. Mirándome primero la cara, luego el cuerpo, después los pies y las manos, ... Y así una y otra vez. Hice ese recorrido muchas veces. Pero eso no significa que no me guste, o sí. Nunca me arreglo, siempre voy como mismo me levanto, ni me peino ni nada. Así que verme así de arreglada, no me convenció. Me veía como una prostituta y seguramente me sentiría muy insegura caminar por la calle y ser el centro de atención, notar como todos giran la cabeza para mirarte. Es muy incómodo. Por ello, la decisión que tome para no ir vestida así, fue ponerme unos pantalones vaqueros azul, con una sudadera larga y ancha de colores y unos zapatos negros básicos.
- Así mejor, creo - dije mirándome en el espejo mientras me suelto el pelo.
Tenía que arreglar unos asuntos del viaje que son muy importantes y los he ido evitando porque no me veo capacitada para solucionar problemas.
Estaba sentada en la sala de espera. No me gusta nada eso, esperar. Me estresa. Me quedé allí por unos 10 minutos mirando el teléfono mientras hablaba con mi madre para tranquilizarme, y funcionó. En ese momento, se me acerca una mujer para entregarme un papel pequeño que dice: la sala es 18 y el número es 3. Me quedé trabada y no sabía lo qué hacer, así que me fijé en ella, y no solo me lo había dado a mi, era a todos los que estaban en esa sala.
Di un suspiro de alivio.
- Porfavor vayan todos a dónde les corresponda, en el papel lo índica, muchas gracias - comentó la mujer.
En ese momento, todos se levantaron y fueron al sitio que les correspondía. Yo también me levanté, no quería aparentar ser idiota. Cuando miro, todos se habían ido, me había quedado yo sola allí.
Busqué la sala y el número y, fui para allá. No me costó mucho encontrarla. Por un momento me sentí una niña pequeña jugando con sus amigos en el recreo. Fue muy divertido.
Cuando la encontré toco la puerta, nadie me responde. Entro.
- Ah ... Perdón por llegar tarde - me disculpé, pasando vergüenza al frente de todos.
- Nada, no se preocupe - me intentó calmar el recepcionista - no tiene sitio para sentarse, ¿le molesta si se queda de pie?
- No, no hay ningún probl ...
- Toma, siéntese aquí.
Sonó una voz que me resultó conocida, y eso me hizo dudar. Lo miré y era él, el del aeropuerto. Me dejó sitio para sentarme. ¡El a mí!
- Gracias - contesté nerviosa
- Nada, ya luego me lo agradecerás - comentó guiñándome el ojo mientras me sentaba en su asiento.
Dios mío, se podría decir que he pasado por uno de los momentos más shockeantes de mi vida. Me puse súper nerviosa y creo que se debió de notar. Pero no puedo ocultar evitarlo cuando está él.
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El primer encuentro
RomansaEmily se va de viaje a París por 2 meses, pero surge un imprevisto y conoce a John, un chico que apareció de la nada y le salvó de sus problemas. Pero hay algo que a ella no le termina de gustar, ...