Capítulo 2

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En el camino hacia el precinto no hubo mucho contexto en nuestra conversación. Solo hablamos de casos y víctimas para variar. He de admitir que en realidad Carlos y yo normalmente solo hablamos de temas que no tienen nada que ver con nuestra vida personal.

Para ser franca, quisiera que esto no fuese así. Carlos parece un chico bastante interesante y con muchas anécdotas e historias para contar. Así que, como soy así de curiosa, decido atreverme a cambiar un poco nuestra rutina de charla:

— Y ¿Siempre te imaginaste como Teniente?

Carlos se voltea a verme momentáneamente, aparentemente sorprendido por mi pregunta. Una ligera sonrisa se forma en sus labios al notar en mi un evidente interés por su respuesta. Al ver aquello, mi estómago dio un pequeño vuelco sobre sí mismo, y sin poder evitarlo sonrío como respuesta.

— En realidad, sí.— dice Carlos tratando de ser breve. Pero, mi mirada sobre él le da a entender que quiero más información. Este piensa unos segundos antes de continuar diciendo:

— Siempre he querido deshacer la maldad qué hay en el mundo, aunque esto sea imposible. El hecho de que ahora tengo el poder de ayudar a las personas con la injusticia de la humanidad, me motivó bastante. Pero debo admitir que nunca pensé llegar a ser teniente como tal. — termina la oración con una felicidad palpable.

— Eso es muy interesante. — confieso.

— ¿Tú crees?

— Claro. Quiero decir, — Me acomodo en el asiento para concentrarme en nuestra conversación. Quiero que note mi interés por mantener la conversación viva:

— Es interesante saber cual es tu motivación para hacer esto todos los días.

Carlos me sonríe abiertamente mientras me analiza con la mirada. Parece disfrutar de mi iniciativa en la conversación, por lo que también da señales de interés:

— Y la tuya, ¿Cuál es?

Su pregunta me desconcierta, atrapándome con las guardias bajas ante aquella pregunta tan prometedora. Cálculo una respuesta más de una vez, pero no consigo encontrar ninguna que no incluya la mentira que estuve viviendo hace menos de un año. Así que, para evitar entrar en detalles —y prevenir mencionar que soy la hija adoptiva de dos narcotraficantes— accedo directamente a la respuesta más sencilla y efectiva de todas:

— Supongo que soy buena desmantelando cosas. — digo incluyendo un tono de voz con cierto orgullo en mi pronunciación.

Veo como Carlos deja salir una carcajada, dejándose llevar por mi ironía. Al verlo así, no pude evitar reírme junto con él. Parece que al final mi respuesta si funcionó — y en todo caso, tenía más de una historia que contar para demostrar que si soy buena en lo que hago, sin delatar mi ascendencia — Carlos estaba creyendo en que simplemente lo mío es un talento innato. Y en realidad, creo que si lo es.

— Vaya que eres especial, Alice.

Al escuchar aquellas palabras, no pude evitar sentir como mi cuerpo respondía enviándome un escalofrío por todo el cuerpo.

— ¿Por qué lo dices?

— No lo se. Solo digo lo que siento.

Su simple comentario hizo que todos los vellos de mi cuerpo se levantaran. Intercambio con él una mirada rápida que me llena de su ternura y fragilidad por debajo de ese traje tan escandaloso y de carácter tan superior. Sus ojos marrones son profundos, siendo casi imposible ver sus pupilas. Estos dejaban mucho que decir, su mirada era muy misteriosa para mi, y no necesariamente de una forma mala.

Sentía la fuerte necesidad de descubrir cada faceta de él. Ver que esconde ese traje fuera del trabajo. Ver al verdadero Carlos, y no a mi compañero de trabajo él distinguido Teniente Rivera.

Hasta No Sentir Nada Por Ti (Saga de Los Hermanos White)✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora