Sospechas Y Recuerdos

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Me encuentro tumbada en la cama de una habitación, permanezco inmóvil pues mi cuerpo no da señal de vida alguna, debería estresarme esta situación pero no es la primera vez que me encuentro en ella, sé que debo permanecer quieta y que así pronto despertaré como ha pasado ya tantas veces desde hace un mes, mientras espero paciente a que llegue el ruido que siempre me despierta, escucho un quejido y unos pasos que se acercan hacia mí, cuando giro la cabeza lo único que noto es el pomo de la puerta girando, la puerta entreabierta y cómo una sombra susurra mi nombre.

En ese momento despierto sobresaltada, esta vez el sueño había sido diferente y la hora a la que se había producido no era la de siempre, estaba un poco asustada y mi estado no mejoraría ante la vista de la puerta entreabierta,esta vez no sabía si había sido un simple sueño o si en verdad la puerta se había abierto.

Impulsada por una fuerza invisible, mis pasos se dirigen hacia la puerta y mi mano hacia el pomo para abrir la puerta del todo, al llegar al pasillo noto un frío anormal en la sala además de un rastro de polvo que dá al ático que lleva ocho años cerrado, los quejidos continúan en el interior de la sala como si me incitasen a entrar en ella, cosa que hubiese hecho si el sonido de la alarma no me hubiese sacado de mi trance.

Rápidamente fui a apagar el estridente sonido que produce ese aparato y acto seguido voy a prepararme para ir al instituto pensando en lo que acababa de ocurrir; Mientras desayunaba en la encimera de la cocina sonó el timbre, sacándome de mis pensamientos y corriendo a abrir la puerta a mi amigo Keith.

-Buenos días Ai, ¿Preparada para otro día?-Dice él con su habitual efusividad-.

-Como siempre, vámonos antes de que lleguemos tarde-Contesto yo.

El camino al instituto parece idéntico al de todos los días, Keith habla sobre el libro más reciente que ha leído, y yo simplemente le escucho aún medio dormida, pero este día es distinto ya que aunque sigo algo adormilada, siento como si alguien me estuviese siguiendo. Un giro brusco de cabeza alerta a Keith que me mira al instante con algo de duda en su mirada.

-¿Te pasa algo? Hoy estás más ausente de lo normal-.

-No, nada estoy bien, simplemente tengo una sensación rara y no he pasado muy buena noche, pero no te preocupes-Contesto restando importancia a mi comportamiento y entrando al hall del instituto.

Las tres primeras clases pasaron de forma casi fugaz y cuando quiero darme cuenta, Keith y yo ya estamos en la azotea del edificio, es un lugar pequeño por el que nadie suele pasar, sinceramente creo que por eso nos gusta tanto, nosotros somos más bien reservados y no solemos juntarnos con mucha gente, recuerdo perfectamente el día que conocí a Keith, fue en este mismo lugar, hace cinco años:

"Era el primer día de instituto, yo acababa de ser transferida del colegio y al no conocer a nadie empecé a buscar un sitio en el que estar tranquila, así llegé a una puerta en el tercer piso en el que se podía leer un cartel de "No Pasar", la puerta estaba entreabierta y mi curiosidad fue mayor que mi razón asique abrí la puerta y encontré lo que yo supe en ese instante que sería mi lugar favorito, una azotea desde la que se podía ver un precioso paisaje natural y un par de montañas al fondo.

Siempre me ha gustado la naturaleza, por eso ese lugar me cautivó tanto. Estaba ya al lado de la barandilla cuando algo llamó mi atención, al mirar abajo no pude ver nada, por lo que me impulsé un poco apoyándome en la barandilla y me asomé al patio trasero del instituto pero de repente el trozo de hierro empezó a ceder, cerré los ojos por instinto mientras esperaba una caída que no llegaba, abrí los ojos y ví un brazo que me agarraba la cintura además de notar un aliento algo acelerado en la nuca.

La barandilla cayó al suelo y me despertó del trance en el que estaba sumida, para entonces, el brazo y la respiración seguían pero ahora me encontraba a unos tres metros de donde había estado a punto de caer, sólo en ese momento me giré para ver quien era la persona que acababa de salvarme, ahí fue cuando lo conocí, un muchacho alto y delgado que llevaba el mismo uniforme que yo en versión masculina, de pelo castaño y ojos azules que miraban de forma intensa e intimidante, lo que hizo que me alejase de golpe algo asustada.

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