—Conocí a un chica... —le dije, mirando la tumba en donde ella estaba—. Ella es hermosa, mamá. La amarías si estuvieras aquí...
Suspiro nostálgico, no poder verla lo hace mucho peor. No poder escuchar lo que diría, me parte en dos al grado de soltar un par de lágrimas. Todo es tan difícil cuando vengo aquí, cuando no ignoro que ella ya no está.
—Me hubiese gustado que la conocieras, se parece a ti en cierta manera. O al menos a la versión que escucho de ti en anécdotas... —tomo aire y muerdo mi labio tratando de no soltar el llanto completamente—. Ella es tan única, no se esfuerza por complacer a los demás y no es como nadie que haya conocido antes.
Sé que ella estaría amando a Joy, estarían ambas platicando de todo. O eso es lo que me gusta pensar, porque me hubiese gustado que ellas se conocieran.
—¿Puedes creer que aún recuerda el sabor de tus galletas? Tus deliciosas galletas —susurro, implorando para que el sentimiento no gane.
Respiro hondo y me siento frente a la tumba mirando constantemente lo que dice en ella.
—¿Te digo algo? —pregunto, cómo si pudiese escucharme—. Te extraño tanto... Te extraño cada día, cuando cantábamos en la cocina o llevábamos a Cassie a pasear al parque, o cuando teníamos esa noche de películas cuando papá llegaba del trabajo con sorpresas. Extraño el sentimiento de sentirme bien, de sentirme feliz por completo... Y todo eso era lo que sentía cuando aun estabamos todos juntos, mamá...
Mi cuerpo se encorva cuando estalla en llanto, hay algo que oprime mi pecho y las lágrimas salen continuamente de mí. Extraño tanto a mi madre, y me duele que en este momento no esté para mí.
Tomo mi cara con mis manos, a estas alturas ya no importa estar llorando. Estoy demasiado vulnerable que me permito llorar.
Alguien toca suavemente mi hombro, pero no volteo hasta que se sienta a mi lado.
—Sé que a veces no logro entenderte, Jack —es Cassie—. Sé que tú perdiste más una madre que yo...
Volteo a verla, sus ojos están cristalizados.
—Ambos perdimos a mamá, Cassie.
—Sé cuanto la amabas —sigue diciendo—. Pero ya no estés triste...
—Cassie...
—A mi también me duele... —dice con voz quebrada—. Me duele que estés triste, que llores. Jack, cada vez que vienes aquí yo te sigo... Me dueles hermano, y me duele no poder estar para ti.
Entonces me toma por los hombros lenta y suavemente para abrazarme. Mi respiración se calma al sentirla cerca y al estar en sus brazos, sé que Cassie aun es pequeña, pero entiende y siente más cosas de las que debería.
A pesar de haber vivido, hasta la fecha, con dos hombres es una chica muy inteligente e independiente emocionalmente.
—¿Sabes? Siempre te pido que me hagas de comer porque quiero sentirme más cerca de ti... —confiesa—. Y porque papá dice que haces la comida como mamá, así que... Me gusta sentir a ambos en ti.
Le devuelvo el abrazo escondiendo mi cabeza en su cuello, las lágrimas casi son inexistentes, pero las confesiones de Cassie provocan que retomen su curso.
—Te pareces más tú a ella de lo que todos dicen que yo me parezco —acaricia mi cabellera lentamente, como lo hacia mamá cuando era pequeño—. Siempre me sentí cercana a ella estando contigo que viniendo aquí.
—Ya basta —digo.
—Sabes que no miento. Odio mentir.
—Y es por eso que pido que te calles... —susurro.
—Yo también hubiese deseado conocerla, que me cantara como a ti o preparar algo en la cocina...
Me separo de ella limpiando mis ojos, las mejillas, todo.
—Ya no estés triste —me dice en susurro antes de levantarse y irse.
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Originales del EBDLF
Teen FictionBienvenida a los adelantos de las próximas historias del EBDLF.