Como en la única clase en la que estábamos juntos decidimos ponernos en pareja para estudiar para un examen que era para la semana próxima, podía hacerlo con Dylan pero..., supongo que tratar de estar con Jack un poco más no estaba tan mal. Al final de cuenta, todo era por la anécdota.
¿Qué es lo peor que podría pasar?
La biblioteca se encontraba más sola que de costumbre. Incluso la encargada se había ido desde hacía diez minutos y no regresaba. Empezaba a creer que llegaba haber una tensión entre ambos.
O solo estaba entrando en pánico por estar sola con él. Pero solo era Jack, el chico que se me ha declarado como unas veinte veces.
—¿Estás prestando atención? —pregunta. Sacudo mi cabeza.
—Recuerdo haberte visto hablar, ¿eso fue reciente?
—No —responde apretando los labios—. ¿Pasa algo?
—No lo sé... ¿Pasa algo? —imito su pregunta que lo deja con el ceño fruncido.
—Tú eres la que no presta atención.
—Es que no me gusta estudiar —me quejé al ver el libro de texto. Había tantas letras y mi cerebro no entendía la mitad de ellas.
—Claro, a veces suelo olvidar que eres Joy... —refuta.
—¿Es que quiere decir?
—Quiere decir que no es raro viniendo de ti. Aunque es raro que algo no sea raro viniendo de ti —arrugo la nariz con una sonrisa falsa.
A veces yo logro olvidar que él es el gran Jack Morrison. Perfecto y posiblemente el más atractivo de todos sus amigos.
Incluso saca buenas notas, lo cual es mucho decir ya que yo soy la rarita que se espera lo mismo. Pero no soy de esa clase de rareza.
—Lo lamento —dice.
—Tranquilo, ya me he acostumbrado. No viene siendo un insulto si me ven como algo distinto, no un igual.
—Touché.
Nos quedamos en silencio unos minutos. Yo miro la biblioteca, vacía y silenciosa, no entiendo como nadie puede disfrutar de eso. Aparto la mirada cuando decido volver a estudiar, pero en cambio miré la mesa. Era larga y quedaba perfecto para estar sobre ella.
Me puse colorada al pensar en algo. Y él se dio cuenta de eso.
—¿Qué pasa?
—Nada...
—Vamos, puedes decirme lo que sea. Somos amigos, ¿no?
Puedo notar su amargura al escucharse decir esas palabras, trago en seco.
—Quiero hacer algo... Por la anécdota —digo rápidamente—. Si te parece.
—Claro, ¿qué es?
Me quito la pena para hacer que se levante y me vea con intriga. Mi mano roza con la mesa, lenta y cuidadosamente, es lisa y no parece muy cómoda. Me siento en ella.
—Quiero que... —trago en seco—. Me beses. Bésame, Jack.
Su piel palidece y tiene los ojos desorbitados, no esperaba eso. Ni yo lo esperaba, pero qué más daba, dijimos que cualquier cosa era válida y la verdad era que ya habíamos experimento mucho del otro hasta este punto.
—¿Qué? ¡Nos pueden ver, Joy!
—¿Y qué? Un rato en detención nos puede dar más tiempo juntos —digo, y de mí sale una sonrisa maliciosa.
Vaya que cuando le dije a Kara que era santa, ahora sé porque no me lo ha creído. Simplemente tenía la confianza para hacer este tipo de cosas con él, y estaba segura que Jack no le diría nada a nadie. Esto era nuestro solamente.
—Nos pueden atrapar... —susurró sobre mis labios.
—Lo vale, ¿no?
—S-si.
Tomé sus mejillas para inclinarlo hacia mí. Sus labios se encontraron con los míos, tan suaves como siempre, tan húmedos y con algo peculiar que no era capaz de descifrar. Aún.
Él tomó mi cintura rodeando sus brazos en mí, sentí como un jadeo salía de mí al sentirlo besar mi cuello, mi clavícula y otras partes que no me atrevería a nombrar por ahora.
Llevaba el uniforme, así que Jack batallaba con deshacerse de los botones de ésta. Gruñía mientras se impacientaba al ver que los botones no salían de su lugar, yo quería reírme. Jack concentrado era mil veces más divertido que el Jack gracioso.
Vi sus intenciones de querer arrancar la blusa, pero lo detuve.
—¿Me permites?
—Me encantaría. Por favor —me concedió el paso a yo misma hacer lo que él no pudo.
Solo me deshago de algunos botones, tampoco quiero quedarme su blusa. Tomo su nuca para besarlo se nuevo, es tan delicado y tan cuidadoso conmigo, que puedo seguir todo el día así.
—Inclínate... —ordenó.
Me deslice hacia atrás al ver como se subía a la mesa junto a mí, hice lo que me pidió y me incliné. Mis codos tocaron la fría mesa, sentí una sensación extraña. Pronto atacaba de nuevo mi cuerpo, ¿como era capaz de ponerme los pelos de punta con un par de toques delicados?
Estos era de los momentos donde me preguntaba por qué me complicaba tanto la existencia con él. Es tierno, cocina, me complace en todo, y le gusto, ¿qué más puedo querer en la vida?
Oh si, mi estúpida misión por descubrir si es un idiota como sus amigos o no. Hasta el momento no y todo iba perfecto, complementamos a la perfección aunque a él no le guste hacer las cosas por la anécdota.
—¿Vamos a hacerlo en la biblioteca? —pregunté, pero no entendía mi emoción ante esto.
—¿Qué? ¡Claro que no! —suspiro—. Alguien podría entrar y verte.
—¿Y a ti, no?
—Bueno, yo no seré el que esté desnudo —susurra contra mi oído—. Al menos no por completo.
Mi respiración se corta... Y además es muy sexi, ¿qué mierda hago con mi vida?
—Tienes razón, aquí no.
—Así está mejor... —sonríe y besa mi frente.
Es tan lindo...
Y yo soy un monstruo a su lado.
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Originales del EBDLF
Ficțiune adolescențiBienvenida a los adelantos de las próximas historias del EBDLF.