Demasiado Lejos.

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Izuku dejo a Kyoka con un paquete de curación llevando a cabo el procesos de recuperación. El Autómata se sentía más pesado, por lo que sabía que su tiempo estaba llegando. Tomó el rostro de la pelimorada y se fue de ahí. De nuevo en el gran edificio, el Autómata ya estaba muy cansado, no físicamente, sino cansado de todo.

Shigaraki esperaba en el centro de todo estom justo donde se encontraba la fórmula de la vida. El peliblanco dio media vuelta para quedar frente a frente a su "hermano". Los dos presentaban los mismos síntomas, con que se sentían pesados, sus extremidades poco a poco dejaban de funcionar.

- Pudimos ser dioses, Izuku. El siguiente paso en la evolución. - Decía mientras se acercaba a Izuku. - Ahora, ya no hay tiempo.

- Tal vez no era lo que estábamos destinados a hacer. - Comentó Izuku viendo la fórmula de la vida. - Tal vez malinterpretaste todo.

- Tal vez. Ahora te mataré. No estaré satisfecho hasta que lo haga.

Shigaraki comenzó a golpear a Izuku quien no puso oposición alguna ante esta acción. El Autómata ya estaba cansado, sabía que era cuestión de tiempo para que, tanto Shigaraki como él, se desactivaran en poco tiempo. Sabía que todo iba a terminar pronto, pero todavía se tenía que hacer algo con la fórmula.

A pesar de que quería que todo acabará, no quería que en un futuro hubiera algún replicante con sueños de extender su vida y atentar contra la vida humana. Izuku pudo quitarse de encima a Shigaraki. Se acercó a lo que quedaba de la fórmula de la vida y la hizo volar. El peliverde cayo lejos, en una plataforma que estaba debajo de las escaleras donde pronto se acerco Shigaraki con un arma. El peliverde cerró los ojos esperando su fin, pero la bala nunca llegó.

Al abrir los ojos, noto que a lado de él estaba Shigaraki. Ambos se veían pero ninguno decía una palabra. El silencio se apoderaba de todo, solo el sonido de la arena era lo único que se escuchaba.

- ¿Es mejor vivir así? - Se preguntó Shigaraki teniendo una introspectiva.

- Era lo mejor. - Fue la contestación. - A diferencia de nosotros, ellos nacen para entender el entorno, los estímulos, sus emociones y sus miedos. Nosotros, por más que quisieramos, no sabríamos autorregular nuestro sentir.

Shigaraki vio en Izuku a alguien que entendió el significado de la vida. No fue un humano, sino su otra mitad. Entendió lo que significaba ser humano y del por qué era justo su vivir de esa manera. Con eso ultimo, el peliblanco comenzaba su proceso de desconexión y, entonces, su ciclo había llegado a su fin.

Izuku estaba aliviado. Se levantó y se dirigió hacía donde una pelimorada estaba un poco mejor. Ella lo vio venir sabiendo que el Autómata había salido victorioso hasta que se desplomó en el suelo. También su tiempo estaba llegando a su fin.

Kyoka lo levantó y ambos se dirigieron de vuelta al vehículo. El peliverde, quien se desangraba, vio como se alejaban de ese ambiente amarillento para regresar al lugar donde no había luz del sol pero si contaminación. La lluvia continuaba tan intensa como siempre, mientras que el Autómata intentaba para que no se apagará antes de tiempo.

Cerró sus ojos y comenzó a soñar. Kyoka le gritaba pidiendo a gritos que no se apagara, que todavía se puede hacer algo, que todavía queda mucho por hacer. Sin embargo, el cuerpo del Autómata se hacía más pesado, su modulo de voz comenzaba a sonar distorsionado. Llegaron a donde Izuku se le hacían los ajustes. Estaban ahí el detective Bakugo y Kirishima, así como también Uraraka, la encargada del peliverde. Izuku abrió sus ojos...  

Desde Tokio Con Amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora