20 - 🕯️Humillación y abandono🕯️

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ATHENA

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ATHENA.

Vi el cuerpo de la niña tendido en el suelo. Mi golpe la había dejado inconsciente. Aquello se veía horrible, pero era mejor que dejarla sufriendo por el control de Sahoin. Ese hombre era bueno en lo que hacía. Un Velaroja experimentado. Solo Tó sabe las cosas que habría hecho a la niña si yo no la noqueaba.

—Creí que la querías proteger —me dijo Sahoin. Sus dos espadas curvadas listas para atacar—. Te ves triste. Desamparada. Tus emociones, sin importar cuales, no hacen más que alimentarme.

—Voy a ocuparme de ti, Sahoin. —Desenvainé una daga nueva; semilarga, con mango de madera y forjada en acero mansadiano—. No quiero que toques a la niña.

Tenía razón. Me sentí desesperada y sin ganas de pelear. Solo quería huir, pero mi deber era proteger a Asane. Dudé si valía la pena. Él estaba en mi cabeza y yo no pude encender ninguna vela. Era una completa inútil.

Mi sangre ahumadora y ser una Velamorada era lo único que me mantenía en pie. Si no fuera por eso yo ya estaría muerta, apuñalada por mi propia mano. Solo con mirarme ya me desgastaba. Comencé a dudar de todo lo que estaba pasando.

Salté hacia él. No podía darle la oportunidad de seguir influyendo en mis emociones.

Por fortuna él no era tan bueno en las peleas cuerpo a cuerpo. Retrocedió en cuanto avancé. Chocamos metales un par de veces. Traté de evitar que se moviera hacia donde estaba la niña. Mi cabeza daba vueltas.

—Eres débil, Cazadora —dijo él.

—Te cortaré los dedos —le contesté dándole un tajo que detuvo con destreza— y te obligaré a comértelos.

—Estás afligida —aseguró.

Recuerdos de sangre y muerte, mi familia rechazándome y mis vecinos vendiéndome al Alto Jurado. Una demonio athoní, eso decían. Convencerme a mí misma de que todo eso era un truco fue más difícil de lo que pensé. Quería llorar, rendirme y tirarme al río para morir ahogada. La idea pareció tentadora.

—¡Basta! —le imploré. Luego me detuve en seco—. Detente, por favor. Ya no puedo más.

—Creí que una Velamorada duraría más a mi tortura psicológica —dijo. Se burlaba de mí—. Nunca creí que iba a enfrentarte alguna vez, Athena. Te sobrestimé realmente. La Cazadora que conocía no imploraba piedad.

—Me siento humillada —respondí. Mis brazos ya no daban más. No pude verle a la cara por la vergüenza.

Él envainó sus armas y se acercó a mí. Mi daga calló al suelo y yo me arrodillé a llorar. Era lo único que podía hacer. Mi señor me había abandonado.

—Tó, no debes verme en esta situación —susurré.

—¿Hablas con tu dios? —se burló—. Te abandonó a pesar de todas esas oraciones largas, sacrificios en su nombre y tradiciones estúpidas. Te dejó sola. En serio eres una desgracia. Te debería dar pena.

ASANE (Ya en físico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora