No estaba de racha. Primero un mushai revolucionario me daba una paliza y luego una Sashian velanegra me atacaba. Bueno también a mi hija y a Espinoso.
—¿Qué tenemos aquí? —dijo la mujer con la máscara dorada, poniéndose de pie al lado de la muralla—. Un vagabundo, un corcel con plumas, una velanegra de renombre y un... —Miró un momento a Espinoso—. Un futuro cadáver sin importancia.
—¡Hey! No sé qué sea un corcel —le dije—, pero no permitiré que insultes a Lentormenta.
El hasei de plumas rojas soltó un graznido enfadado. Claramente el comentario de esa mujer le había afectado. Era el mismo sonido que hacía Lilo cuando veía a alguien que no le caía muy bien.
—Padre —me dijo Sala. Su voz denotaba preocupación—. No quiero que intervengas hasta que yo te diga.
—Soy bueno en eso —dije. Mentí. Si veía que algo estaba saliendo mal y mi hija estaba en peligro, saltaría en su rescate. Cosa que haría cualquier padre.
Y más si ya la había perdido una vez.
Mi hija se abalanzó hacia la sashian con el ímpetu de un mushai humillado. Hizo aparecer una espada negra en una mano y un escudo de bruma en la otra. Su fuerza aumentaba con la noche y su sed de combate también.
Chocaron espadas y el filo de ambas no hizo el ruido metálico que solían hacer las armas convencionales, sino una especie de sonido fantasmal y escalofriante. Las ondas expansivas del choque se asemejaban a las del agua cuando arrojabas una roca en ella.
—Espinoso —llamé a mi amigo.
—Nunca había visto a dos velanegras pelearse —musitó él—. De hecho nunca había visto a ahumadores pelearse. Son raros de ver y los de la capital suelen no hacer mucho uso de sus habilidades.
Puse una mano sobre su hombro.
—Pues no verás más a estas pelear —dije—. Necesito que vayas a Meinmei a buscar a Melina.
Sala y la sashian comenzaron a atacarse a corta distancia con extensiones de sombra. Brazos negros salidos de la oscuridad chocaban con látigos afilados y enfurecidos con una fuerza que podría partir a un hombre. Los ojos de ambas ahumadoras tenían llamas negras como el miedo danzando con cólera.
—Pero... —Estaba dubitativo.
—Llévate a Lentormenta —continué—. Necesitarás su..., velocidad. O al menos su buena orientación.
Él asintió, aunque algo descontento. Tomó valentía, subió a Lentormenta y este pareció no darse cuenta siquiera. Espinoso me dirigió una última mirada y se fue cabalgando hacia noreste.
Volví a fijar mi atención en la pelea. Ellas aparecían y desaparecían a gran velocidad y era fácil perderlas de vista en la oscuridad.
Chocaron espadas y se miraron fijamente.
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ASANE (Ya en físico)
Fantasy«Asane debe huir de un peligroso grupo de mercenarios que quiere convertir sus habilidades en un arma de destrucción»... En un mundo fantástico, una niña de 13 años despierta un poder que todos consideraban un mito. Debe huir a Ashai, donde los Ahum...