2

254 15 1
                                    


Femenina, aparentemente 26 años, accidente automovilístico en la ruta 150. Presenta graves heridas en el cuerpo, traumatismo de cráneo grave y sus miembros son los más complicados- Citó uno de los doctores mientras otros dos empujaban la camilla.

Alfonso Herrera, médico del hospital público Rubén Leñero, escuchó atento a su colega mientras sostenía la máscara de oxígeno en la cara de aquella mujer con la cara magullada y el cuerpo cubierto de sangre. Su corazón estaba acelerado, su rostro demostraba pánico, y sus piernas corrían por inercia aquel pasillo que conocía de memoria.

La paciente.

Una joven muchacha, de aparentemente 26 años, aún no identificada. Cabello castaño, de tamaño corporal diminuto. Pero él sabía de quien se trataba, la conocía y eso hizo que quisiera ocuparse de ese caso.

-Yo me encargaré de la operación - Habló Alfonso luego de identificar que la accidentada presentaba un evidente cuadro de Traumatismo Encéfalo Craneano.

-Alfonso has estado dos días enteros en el hospital, debes ir a descansar. Yo me ocuparé - Discutió su colega, también neurocirujano.

-Te prometo que me iré luego de operarla - Prometió colocándose la bata de operaciones. Caminó hacia el lavamanos donde se esterilizó por completo, preparándose para operar a aquella muchacha. Camilo, su colega y amigo no discutió más, no lograría convencerlo. Alfonso ponía todo de sí en cada operación y se comprometía siempre a dar lo mejor de su experiencia.

Luego de una larga operación, la paciente fue llevada a la UCI para su recuperación. Podría llevar días o meses dormida, y eso ya no dependía de los médicos.

Alfonso se quitó el gorro de operaciones y exhaló aire, ahora quedaba todo en manos de Dios... o quizás de la misma paciente. Si ella demostraba ganas de vivir, pronto saldría de eso.

-Ha sido identificada - Habló Camilo. Alfonso estaba mirando a la muchacha que tenía la cabeza cubierta con vendas, con ventilación mecánica y con tratamientos para proteger el tejido cerebral. -Acaba de llegar su familia, pudieron comunicarse con ellos gracias a que el móvil de la muchacha quedó intacto. Su identificación dice Anahí Giovanna Puente Portilla, nacida el 14 de mayo de 1983, acaba de cumplir 29 años. No tiene 26, aunque lo parece - Alfonso no le quitó la mirada de encima. Él sabía cómo se llamaba, cuantos años tenía, cuál era su color favorito, su pasatiempo favorito, cuando era su cumpleaños... Lo sabía todo. -Tuvo suerte eh - Expresó Camilo haciendo un gesto con la cabeza hacia la chica -Su amiga no tuvo la misma suerte.

-¿Qué hay de ella?

-Murió al ser trasladada, apenas 22 años - Alfonso miró con pena. Sería duro darle esa noticia.

-Iré a hablar con su familia y a darle el parte médico - Salió de la Unidad de Cuidados Intensivos y se dirigió hacia la sala de espera.

En el pasillo se encontró con otra de las doctoras de aquel hospital.

-¡Ey Dul! - La llamó. La pelirroja, que llevaba una coleta alta, se volteó y al verlo sonrió.

-Que hubo Ponchito. ¿Ya te vas? - Preguntó encontrándose con Herrera.

-En un rato. ¿Sabes cuál es la familia de la paciente Anahí Puente? - Dul se volteó y señaló.

-Están muy preocupados, esas mujeres no han dejado de llorar. ¿Está bien ella? - Alfonso miró a la familia e hizo un mohín.

-Hice todo lo posible, ahora todo queda en manos de Dios - Alfonso creía en la ciencia obviamente, pero también era muy creyente.

-¿Está muy mal? - Alfonso asintió. -Te acompaño, no será fácil dar una noticia como esas. Además, tengo entendido que la hermana murió.

ABRE TUS BRAZOS A LA VIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora