Capítulo 6: Atracción.

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-¿A dónde está yendo?

-A dejarla en su casa.

Iban en el auto sentados uno al lado del otro en silencio. María, repasando las situaciones del día en un intento de esclarecer su confusión con respecto al Director del colegio, y Esteban, repasando la metódica estrategia que pensaba asumir para cumplir sus objetivos con la seguridad que da saber lo que uno quiere.

Tanto era lo que estaba distraída pensando, que María no se dio cuenta de que nunca le había dicho a Esteban a dónde iba, pero él había tomado un rumbo sin siquiera preguntarle, y por la dirección en la que avanzaban parecía ser a su departamento.

-No estoy segura de a dónde se dirige, pero no voy a mi casa.

-¿A dónde va? -Esteban preguntó con el corazón en la garganta, preso de un repentino terror de que fuera a verse con Gerardo Salgado, o tuviera una cita.

-A la sastrería de mi padre.

-¿Dónde queda? -suspiró aliviado mientras ella le decía la dirección y cambiaba el rumbo. Era un poco más lejos, pero eso sólo significaba que podría estar con ella un tiempo más.

-¿Cómo sabe la dirección de mi casa? -preguntó María después de un momento entrecerrando los ojos con suspicacia.

-Trabaja usted en mi colegio. - contestó sin inmutarse.

-Ah sí.. - María sonrió con picardía. - ¿Y cuál es la dirección de Nathalie?

Por supuesto que no la sabía. Posiblemente sólo sabía la dirección de Carmela y la de María, la cual había memorizado sin darse cuenta el primer día leyendo incontables veces su ficha, como todo lo demás que ponía en ella.

Sin saber que contestarle, comenzó a reír sabiéndose descubierto. María rió con él, contagiada, comprobando su teoría de que Esteban tenía un interés especial en ella, pero tratando de no pensar mucho en ello ni en el hecho de que estaba sola encerrada en un auto con aquel hombre tan indescifrable y agradecía que estuviera prendido el aire acondicionado porque comenzaba a sentirse muy acalorada.

-Es usted demasiado inteligente. ¿Hay acaso algo que haga mal?

-Muchas cosas.- María contestó riendo. - Por ejemplo, soy muy mala para cocinar.

-Bueno, tendré que comprobarlo.. Pero estoy seguro de que es por falta de práctica o por no aplicarse. Me da la impresión de que le basta tomar una decisión para poder realizar con éxito lo que se proponga.

María se sonrojó.

-No sé cómo puede afirmar eso, apenas me conoce.

-Bueno, usted necesitó mucho menos para describirme a la perfección al segundo día de conocerme. -Era un semáforo en rojo y aprovechó para voltearse y mirarla nuevamente. -Esta corbata es un recuerdo de mi padre. Era su favorita. Supongo que también le debo unas disculpas por aquel día.

-No se preocupe. Entiendo. -María se había puesto muy seria también y muy alerta. Recordaba que Esteban se había visto muy afectado por aquel tema en el almuerzo y aunque sentía curiosidad por su historia, no quería que volviera a encerrarse como entonces. -¿Falleció hace mucho?

-Si. Yo tenía dieciséis años. -hablaba despacio. -No hablo nunca de él con nadie... es un recuerdo difícil para mí.. algo.. tormentoso.

-No hace falta que me lo cuente si no quiere. -María hablaba con la voz dulce, casi como si le hablara a un niño. Hacía un momento Esteban estaba tan seguro de sí y ahora parecía tan frágil y pequeño. Sentía una necesidad enorme de cuidarlo, abrazarlo, de darle cariño.

La ProfesoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora