Capítulo 5: Estrategia

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-Hijo, ya a estas alturas he perdido las ilusiones. Los primeros años, pensé que solamente era un capricho de adolescente.. Aquello de que "nunca voy a amar a nadie" y "no formaré una familia".. Siempre pensé que se le pasaría. Estaba segura que algún día se enamoraría de alguien sin remedio y que tendría su propia historia y eso le ayudaría a comprender mejor las cosas, a aceptar.

-Ya lo sé Carmela, le he visto durante todos estos años limitarse a sostener relaciones en las que puede mantener el control de todo. Salir con mujeres sin verdadero interés, pensando que tal vez alguna de ellas lograría despertar algo en él. Por lo pronto, no sé qué sucede con María, pero al menos le genera incomodidad. Eso es un sentimiento ¿no?

-Incomodidad, o frustración.. -agregó Carmela mientras le hacía señas a Víctor de que se levantara para irse. Estaba de pie en la puerta vigilando el pasillo cuando vio aparecer la imponente figura del Director, dando pasos muy grandes y sacudiendo la cabeza perdido en sus pensamientos.

Víctor se puso el saco mientras engullía la última de las masitas a la velocidad de la luz, dispuesto a soportar el reproche de su amigo al constatar que no se había ido a trabajar como le había ordenado.

Pero Esteban pasó de largo sin registrar a ninguno de los dos y se metió en su oficina dando un portazo.

Víctor se acercó a Carmela para despedirse pero ella puso una mano para frenarlo en seco.

-Bueno, un momento. Que así yo no puedo.

Tomó a Víctor con firmeza del brazo y después de abrir la puerta del despacho de Esteban sin llamar, entró arrastrando a Víctor con ella.

Esteban, que daba vueltas por el espacio con la corbata desajustada, se detuvo de golpe y los observó atónito.

-¿Pero qué hacen?.. No se puede entrar a mi oficina sin llamar y Víctor te dije que..

-Ya es suficiente de dar órdenes y controlar a todo el mundo ¿no? -Carmela lo cortó en seco visiblemente molesta.

Víctor apretó los labios aguantando una sonrisa.

-Emperador, el pueblo piensa revelarse -le dijo a Esteban con burla.

-¡Y tú! -Carmela se dirigió ahora a Víctor con un dedo acusador. -Basta de bromas. Siéntate... los dos, sentados.

Esteban le devolvió a su amigo la misma mirada sobradora y se sentó obedientemente.

-Diablos - exclamó Víctor mientras tomaba asiento junto a Esteban en el sillón. -Debería haberme ido a trabajar.

-Sí, deberías haber ido. -agregó Carmela muy seria.

—----

Carmela paseaba en silencio delante de los dos hombres sentados en el sillón, uno al lado del otro.

Pensaba con cuidado lo que quería decir. Seguramente sería la única vez que lo hiciera y tendría que valer la pena.

Se detuvo frente a ellos y tomó una buena bocanada de aire, juntando valor.

-Los conozco desde que tienen 14 años. Les he visto crecer todos estos años delante de mis ojos, escuchando sus problemas, acompañando los momentos importantes de sus vidas. He sido su consejera, su amiga, su cómplice.

Siempre he admirado la gran amistad que han construido, una hermandad que pocas veces he visto, apoyándose y acompañándose a través de los años sin permitir que nadie los separe.

Pero también me he dado cuenta de que no han permitido un lugar en sus vidas a nadie más, como si se pudiera vivir toda la vida detenido con 17 años y sólo contar con el mejor amigo del colegio.

La ProfesoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora