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Oda entró como cada mañana a su estudio

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Oda entró como cada mañana a su estudio. Allí, todo ordenado, las páginas sobre el escritorio, todo tal como lo había dejado el día anterior.

Tocaba dibujar nuevas historias para esos chicos aventureros que surcaban las aguas del Nuevo Mundo.

	La Marina insistía en disparar contra ellos balas de cañón que no conseguían alcanzarles, ya que con Luffy, Zoro y Sanji bastaba para detenerlas

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La Marina insistía en disparar contra ellos balas de cañón que no conseguían alcanzarles, ya que con Luffy, Zoro y Sanji bastaba para detenerlas.

Luffy se hinchaba y las hacía rebotar, Zoro las cortaba en mil pedazos con las hojas de sus katanas y Sanji, con hábiles patadas, las desviaba mientras miraba a Zoro disimuladamente.

En verdad el espadachín también lo hacía. Como para no hacerlo después de lo que había pasado por la noche. A ambos les recorría un aluvión de sensaciones muy agradables al recordar lo que pasó en el observatorio.

—¡Coup de Burst! —exclamó de pronto Franky desde abajo.

La voz de Franky interrumpió sus pensamientos como un aviso. El barco salió volando poco después por los aires, alejándose del enjambre de buques de la Marina que les habían rodeado.

Cuando el barco se posó, Zoro enfundó sus espadas con tal estilo que Sanji no pudo evitar mirarle embelesado.

Pero Sanji lo hizo sin contar con que Oda guionizaría a toda la tripulación en ese momento.

El espadachín se volvió hacia el cocinero con una mueca extraña bajo un guion que él no quería interpretar, una vez más. El rostro de Sanji cambió por completo en cuestión de segundos al verle.

Allá iban de nuevo. Los dos lo sabían.

—¿Se puede saber qué me miras tanto, Ero-cook? —preguntó Zoro más enfadado de lo que le solía hablar.

Ya empezó.

No se podía parar, que acabase cuanto antes.

—Que estuviera mirando en tu dirección no significa que te estuviera mirando a ti, marimo de mierda —replicó Sanji.

No, joder. Sí que le estaba mirando a él.

—Para la siguiente, prueba a defender el Sunny en lugar de mirarme tanto, estúpida ceja rizada —respondió Zoro, que parecía con ganas de seguir discutiendo inútilmente en el guion.

No, no. Golpe bajo. ¿Por qué he dicho eso? Se preguntó Zoro. Sanji lo había hecho estupendamente con el Sunny, como de costumbre.

Maldita sea, ¿no podía dejarlo estar de una vez?

—¿¡Cuán importante te crees que eres!? ¿¡Qué demonios crees que estaba haciendo para echarme eso en cara!? —dijo Sanji perdiendo los nervios.

Ya vale...

Y no vale. Tras eso, la conversación se convirtió en una maraña de gritos en la que ni uno entendía al otro ni el otro al uno.

Hasta que Nami apareció, claro.

Un golpe en la cabeza para ambos y la discusión se terminó de golpe, o al menos eso parecía.

Se levantaron del suelo con una mano en la cabeza, reponiéndose del golpe, dispuestos a alejarse el uno del otro.

Cuando algo se le escapó a Sanji.

—Serías la última persona en este mundo a la que miraría, que te quede claro —musitó.

En verdad... Sanji quería decir la primera. Pero el guion no se lo permitió.

Zoro... No respondas...

Pero respondió.

—Si tanto te jode tener que verme, lárgate del barco —dijo el espadachín antes de alejarse de allí.

Zoro...

Eso les dolió a ambos.

Sabía que estaba guionizado, lo sabía. Pero aún así, el corazón de Sanji se partió en pedazos. Por un momento, el cocinero se quedó paralizado, pero las viñetas continuaban y él se marchó también, en dirección contraria.

Zoro deseaba fervientemente dar media vuelta y estrechar a Sanji entre sus brazos todo lo fuerte que pudiera hacerlo. Pero Oda aún dibujaba y tendría que esperar.

¿Por qué demonios había dicho una cosa semejante? Él no quería ni en sueños que Sanji abandonara la tripulación. Puede que Oda no quisiera decir eso con su guión y hubiese sido simplemente en el ardor del momento, pero había sido doloroso escucharse a él mismo decir algo así. Y decírselo a alguien a quien había aprendido a querer tanto en tan poco tiempo.

Zoro entró en la cocina y se sentó, enterrando el rostro entre las manos. Ahora él estaba fuera de las viñetas, pero Sanji no. Deseaba poder hablar con él, deseaba salir a la cubierta y pedirle perdón, sentía que no lo soportaba. Pero sabía que salir solo empeoraría las cosas.

 Se quedó allí, esperando impaciente que llegase el momento en el que Oda dejase de dibujar. Sin embargo, no fue pronto.

 Sin embargo, no fue pronto

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𝗡𝘂𝗲𝘀𝘁𝗿𝗼 𝘀𝗲𝗰𝗿𝗲𝘁𝗼 | ZᴏSᴀɴ | 「One Piece」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora