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Estuvieron un rato más en la cocina, simplemente disfrutando de su compañía

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Estuvieron un rato más en la cocina, simplemente disfrutando de su compañía. Era lo único que les hacía falta esa vez.

El sueño acabó por vencerles poco después, y se acabaron yendo al cuarto de los chicos a dormir. Esa noche no montarían guardia ninguno de los dos.

Ni Zoro ni Sanji se subieron a las literas, sino que se quedaron en el suelo. Luffy dormía despatarrado y haciendo globitos con sus mocos, ocupando no solo su cama, sino la de al lado y parte de la de Usopp, quien estaba casi arrinconado. En cualquier caso, no les importaba dormir en la cama o en el suelo, les era indiferente. 

Zoro, sentado junto a la pared, vio como el rubio se quedó dormido a su lado casi sin darse cuenta. Cuando se volvió hacia él y se le encontró ya dormido, le recorrió una oleada de ternura.

Esa cara... Dormido, Sanji tenía aún más cara de ángel, si es que eso era posible.

Zoro sonrió y se tumbó a su lado, sin dejar de mirarle un solo momento. Esa tranquilidad que tenía Sanji, esa cara de felicidad cuando dormía... Despertaba un lado en él que hasta hacía muy poco desconocía por completo. Hasta él se extrañaba a veces viéndose sonreír y mirarle de esa manera.

Al principio pensaba que se estaba volviendo un estúpido. Que se estaba volviendo loco comportándose así con el cocinero. Y en verdad se estaba volviendo loco... Pero loco por ese chico que siempre iba como un pincel. El cocinero. Su cocinero. Kuro Ashi. 

Sanji.

Zoro, con una delicadeza inusual que solo era capaz de sacar cuando estaba con él, apartó un poco su fino flequillo rubio descubriendo su frente, para darle un beso de buenas noches.

—Hasta mañana... Ero-cook... —dijo en su oído, solo para él, antes de quedarse también dormido.

 —dijo en su oído, solo para él, antes de quedarse también dormido

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Cuando abrió los ojos se encontró en el suelo. Se desperezó en silencio y se quedó tumbado un momento boca arriba, acostumbrándose a la luz de la habitación.

No tardó en recorrer el cuarto con la mirada buscando a cierto chico de pelo verde que juró que estaba a su lado cuando se durmió, pero no le encontró allí.

En fin.

Se levantó casi de un salto, se atusó la ropa y decidió salir a la cubierta en dirección a la cocina, para preparar el desayuno. Ese día por lo que estaba comprobando, Oda aún no se había puesto a dibujar. ¿Podría ser un día de descanso? Tal vez.

Por el camino se encontró a las chicas, que acababan de levantarse. Un poco más allá, Brook y Franky iban en dirección al cuarto de los chicos con la intención de echarse un rato, esa noche habían sido ellos los que habían montado guardia.

No obstante, no vio a Zoro en la cubierta ni en la cocina cuando entró. ¿Estaría entrenando en el observatorio? Seguramente.

Se puso a preparar el desayuno animosamente mientras empezaba a fumar como un cosaco, lo que era costumbre en él. Quitarle el tabaco era como quitarle media vida.

Como si el olor hubiese llegado hasta el dormitorio, Luffy no tardó en aparecer en la cocina, seguido por todos los demás.

Puso el desayuno en la mesa y él se quedó de pie, como de costumbre.

Y allí apareció.

Te parecerá bonito, se dijo Sanji para sí.

Efectivamente había estado entrenando. Venía con su pantalón negro, sus botas... Y sin nada más sobre su torso que una toalla colgando del cuello.

Se atusaba el pelo, ese pelo verde que llevaba despeinado siempre, hiciera lo que hiciera.

Se sentó a la mesa sin decir nada, pasando por delante del cocinero a propósito y echándole una miradita de reojo que levantaba algo más que los ánimos.

Sanji, contrólate.

El rubio desvió sus ojos cristalinos de ese cuerpo escultural de color café que acababa de sentarse a desayunar. Se centró en el cigarrillo, maldiciendo para sus adentros.

Maldiciendo estar acompañados y no poder ponerle sobre la mesa para hacerle suyo en ese mismo momento.

Sanji exhaló el humo. Cálmate.

Controló sus impulsos, pero no controló su lengua.

—¿Cómo te presentas así para sentarte a la mesa, marimo? —dijo Sanji.

La pregunta sonó a "ten más respeto por los demás y por cómo te sientas a la mesa" para toda la tripulación, algo típico de Sanji, pero para Zoro la connotación era totalmente diferente. Y lo sabía bien. ¿Qué se creía, que no lo había hecho a propósito?

—No sabía que ahora tenía un estilista personal —contestó Zoro con una miradita sutil.

Sanji iba a replicar, pero Nami no le dejó.

—Por favor —interrumpió la navegante—, no empecéis tan pronto.

Se hizo el silencio. Zoro tenía ganas de juerga, pero mejor dejar las cosas como estaban. Ya seguiría en otro momento.

No sabía bien por qué le gustaba tanto provocar al cocinero así, aunque él también jugaba sucio a veces.

Sonrió y se centró en su desayuno.

Sanji le miró por el rabillo del ojo. Qué divertidas provocaciones. Muy divertidas. Ya sabrás cuáles son las consecuencias.

 Ya sabrás cuáles son las consecuencias

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𝗡𝘂𝗲𝘀𝘁𝗿𝗼 𝘀𝗲𝗰𝗿𝗲𝘁𝗼 | ZᴏSᴀɴ | 「One Piece」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora