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La mañana transcurrió bastante tranquila para todos los tripulantes del Sunny

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La mañana transcurrió bastante tranquila para todos los tripulantes del Sunny. Efectivamente, ese día Oda pareció haberse tomado un descanso, lo que suponía también una especie de "descanso" para ellos.

Cada uno pasó la mañana haciendo lo que quería.

Luffy, Chopper y Usopp hacían lo típico, sus juegos y sus tonterías por la cubierta. Franky había desaparecido hacía rato, y lo único que se sabía de él era el ruido que hacía con sus herramientas.

A Nami ni se la oía desde hacía mucho. Se había enfrascado de lleno en sus mapas y sus tintas, no parecía tener intención de salir del nido del cuervo en un buen tiempo.

Robin leía en la cubierta con mucho interés, en un sitio apartado.

Brook simplemente descansaba al sol, ese día hacía bastante buena temperatura.

Sanji se había quedado en la cocina. Pensó en preparar un pequeño tentempié para las chicas, un sorbete por ejemplo. Se puso a ello enseguida y con muchas ganas. Buscó todo lo que necesitaba, paseó por aquí y por allá, buscando.

Y en una de esas veces pasó por delante de la ventana de la puerta. Quiso seguir con lo suyo, pero su curiosidad y algo más se lo impidieron. Kuro Ashi volvió sobre sus pasos un tanto y miró a través de la pequeña ventana de la puerta. Más allá, junto a una de las barandillas del barco, el marimo estaba sentado y apoyado, con los ojos cerrados. Bueno, uno. El otro lo tenía cerrado siempre. Bueno ya se sabe. Cómo no, una de sus siestas.

En fin, que siguiera durmiendo, él volvería a lo suyo.

No obstante, aunque Zoro estuviese con los ojos cerrados, no lograba conciliar el sueño. Vamos... ¿En serio? Él nunca tenía problemas con eso.

Pero no dejaba de darle vueltas a todo. A sus aventuras, a sus nakamas... A la relación a escondidas con el cocinero y a las peleas que tenían. A ese guion que querían darle la vuelta.

No hacía más que pensar en cómo decírselo a Oda, en cómo podrían hacerlo. Y al mismo tiempo, tenían dudas acerca de decírselo al resto de nakamas.

Era algo extraño, jamás pensaron que en la tripulación pudiera llegara pasar algo así y menos, entre los miembros que aparentemente peor se llevaban. Y pensaron que quizá, haciéndoselo saber a Oda todo sería más fácil después para decírselo a ellos. Que él, después de todo, podría ayudarles, pues ahora todo era muy confuso... Pero ese era el problema. No sabían cómo lograrlo.

El sonido de la puerta de la cocina interrumpió el maremoto de pensamientos del peliverde. El espadachín levantó la vista con un respingo nada más oírlo y Robin le vio sin que él se diera cuenta. Y se rió para sí misma.

Sanji salió de la cocina con una bandeja y dos copas de helado de color menta, colocadas y adornadas con barquillos casi con perfección milimétrica.

Pero Zoro se fijó en todo menos en las copas que llevaba en la bandeja.

Maldita sea, ¿por qué todo le tenía que quedar tan bien?

Y eso que no iba tan acicalado como otras veces.

Se había cambiado. Llevaba un pantalón negro, que le quedaba algo ajustado, una camisa color mostaza por fuera del pantalón y remangada ligeramente, dejando sus delgados antebrazos a la vista. Una corbata negra adornaba su cuello.

Y los zapatos como siempre brillantes, parecía que cada día estrenara un par.

Le vio ir hacia la mesa donde estaba Robin a dejar una de las copas, y después se dirigió a las escaleras con la bandeja sujeta sobre las yemas de los dedos sin moverla un ápice, con el arte digno de un equilibrista.

Joder, no podía dejar de mirarle.

Y ese fue el problema.

Sanji llegó arriba y llamó a la puerta del nido del cuervo, pero Nami no abrió enseguida, por lo que el rubio tuvo que esperar.

Maldita bruja, mira que hacerle esperar... Yo no dudaría un momento para abrir esa puerta, pensó Zoro.

Sanji se descubrió mirando al marimo pensativo antes de que Nami abriese la puerta un poco después. Pero antes de que sucediera, esquivó la mirada del peliverde con un desaire que a Zoro le dejó hipnotizado. Sanji dio una calada al cigarrillo, llevándoselo a la boca de una forma que nunca le había visto hacer. Y claro que nunca le había visto, porque esa era la primera vez y lo hacía sólo para él.

Se lo acercó despacio, dio una calada lenta y se lo apartó de la mismamanera. Sopló el humo como en un silbido, dejando escapar una mirada traviesa que fue directa hacia el espadachín por el rabillo del ojo.

Zoro no podía dejar de ver el espectáculo. Todo lo que hacía le embelesaba, pero eso ya era demasiado. Sanji se había erguido, esperando a que Nami le abriera y se había apoyado contra la barandilla sujetando la bandeja, entre más caladas como la anterior.

¿No querías jugar sucio? Juguemos.

Sanji echó la cabeza ligeramente hacia atrás. Sabía que le miraba, disfrutaba sabiéndolo. Descubrió con ese movimiento ligeramente su nuez y Zoro recorrió el contorno de ella hasta donde Sanji quería llevarle.

El cocinero se llevo la mano que tenía libre a su camisa y se desaflojó un poco la corbata. Después desabrochó dos botones de la camisa despacito mientras miraba de reojo al peliverde, ahuecándosela con la excusa de tener calor.

No sabía si Sanji tenía tanto calor, pero Zoro juraría que él tenía hasta fiebre.

Santo Oda.

Maldito cocinero.

Esas poses, esa actitud. Todo lo que había hecho. No aguantaba más allí. Quería seguir mirando, pero si seguía allí sería cada vez más evidente que el guerrero de las tres espadas ahora tenía cuatro.

Zoro se levantó de donde estaba, rojo como un tomate, y se marchó hacia el observatorio sin mirar a Sanji, que se estaba riendo a carcajadas para sus adentros.

Yo también tengo ases bajo la manga, pensó.

Cuando Nami abrió la puerta, se encontró con un Sanji distraído, que volvió a la realidad dirigiéndose a ella con cordialidad.

—Espero que te guste, Nami-san —le dijo mientras le daba la copa de helado.

Nami agradeció y volvió dentro. Sanji se fue hacia la cocina, mirando un momento hacia el observatorio.

 Se rió, pensando en subir a hacerle una visita con alguna excusa. Puede que lo hiciera en un rato, quizá Zoro necesitase tiempo.

 Puede que lo hiciera en un rato, quizá Zoro necesitase tiempo

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𝗡𝘂𝗲𝘀𝘁𝗿𝗼 𝘀𝗲𝗰𝗿𝗲𝘁𝗼 | ZᴏSᴀɴ | 「One Piece」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora