Tu forma tan jodida de ser. {Bakugō x Lectora} (+18)

Corazón de Hielo {1}

Soledad e Interés📖

Año 1700.

La guerra, el frío y la necesidad llenan los corazones de todo aquel que habite en estas tierras infértiles...
La desesperación y el llanto por encontrar refugio es lo que caracteriza a este sitio marcado por las incontables faltas de un pueblo sin precedentes ni futuro...
Un lugar donde el pastizal solamente se alcanza a ver en algunas partes del suelo, el olor a tierra mojada, el lodo, algunos animales de caza o granja, las casas hechas con piedra y/o madera llenas de musgo, igual de frías, con el pasar del tiempo más descuidadas, junto con fogatas humeantes en un amanecer diferente que se asoma entre las montañas llenas de colores verde, café, gris y blanco son testigos de un cambio.
El pueblo que ha padecido durante años ahora busca esperanza en el nuevo y prometedor cazador de 22 años quien ha sido elegido como el guía, por ser hijo de la mujer más fuerte y el hombre más inteligente; ahora su mayor responsabilidad es cargar con la miseria, con la desesperación, además del hambre que acongoja a la gente.

— ¡Yo... Bakugō Katsuki, juro por mi coraje y mi voluntad, que buscaré sin descanso el recinto dónde podrán vivir tranquilos con sus esposas e hijos... Así me cueste la vida y Dios es mi testigo!... — Una voz profunda y autoritaria se escucharía viajando por los oídos de los pueblerinos frente a él.

El bullicio aclama entre gritos al nuevo guía como la luz del futuro, aquel varón rubio cenizo de ojos color carmín, complexión fuerte y grandes dotes como cazador, tendría que partir rumbo a tierras desconocidas en busca de riquezas o un "paraíso prometió" para su gente.
Las manos cayosas, exhaustas, llenas de tierra o carbón, se levantan en puño por lo alto como la mayor de las victorias para los hombres, los caballos se escuchan relinchar desde el fondo, los niños corriendo por doquier con sonrisas alegres entre los pies de la gente y las mujeres lanzando flores o los meros pétalos hacia el varón que estaría de brazos cruzados en espera de su acompañante.
El entrecejo fruncido en señal de molestia e impaciencia es algo muy característico de él, fijándose aún más en esas marcas que la guerra le ha dejado en una que otra cicatriz en sus fornidos brazos, robando la atención de las damas solteras en dónde sus ojos se posan en sus botas gastadas llenas de tierra, su pantalón oscuro con parches en las rodillas, o quizás era lo que cargaban sus hombros, aquel pelaje de un lobo alfa que Bakugō habría enfrentado solo a la edad de 18 años llevándose como premio una capa hecha por la misma piel; pero las miradas estaban puestas más en su torso y abdomen completamente expuestos siendo adornados por collares de distintos colores, aquella musculatura que dejaría derritiendo a cualquier jovencita que permitiría que su imaginación volará creando escenas románticas o eróticas con el varón. Sin embargo, eso a Bakugō no le tomaría importancia, ya que la idea de formar una familia no estaría en sus planes a corto o mediano plazo, pero vaya que quería dejar descendencia.

— ¡Bakugō! — Una voz amigable y bastante agitada se escucha por lo lejos entre los bullicios, un joven de casi la misma complexión que el rubio, de cabellera rojiza e iris carmín se dirige a pasos apresurados, observando como entre los charcos o la tierra húmeda deja las marcas de las suelas de sus zapatos.

— Llegas tarde idiota... — Responde el rubio con los brazos cruzados, levantando ligeramente el mentón para mirar a su amigo de la infancia por encima de él con autoridad y aires de grandeza.

— L-Lo siento... Mi madre insistió en que llevará más cosas de las que podríamos cargar... — Llevando su diestra hacia la nuca para rascar un poco con pena y una sonrisa exponiendo sus dientes, el pelirojo cierra los ojos con ternura. Al contrario que Bakugō, el llevaría botas semi gastadas, un pantalón claro con uno que otro hilo suelto por doquier, con cinturón de cuero, una camisa sin mangas oscura, un chaleco de piel y bufanda carmín enredada en su cuello.