Apocalypse | Regulus Black ✔️

1.

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La primera vez que oí su nombre tenía once años. Y Me acababan de clasificar en Slytherin.

Sentí un gran alivio cuando lo hicieron.

—"Hestia Davies"

Su nombre llamó mi atención y observé a una chica de pelo rizado con una gran sonrisa en la cara, nunca había visto a alguien sonreír tan genuinamente mientras se sentaba en el taburete.

Entonces me puse a pensar— "Davies" —podría ser mestiza, no era sangre pura.

—"GRYFFINDOR"

Oh, bueno...

Vi como mi propio hermano le daba una palmada en la espalda, ella no había dejado de sonreír ni una sola vez.

Llevaba tres clases con ella. Y así fue como la escuché hablar de sus padres.

—"Mi papá es abogado y mi mamá es profesora universitaria de una materia llamada literatura inglesa" —le dijo a todos los que le preguntaron.

Era otra asquerosa sangre sucia, pero también estudiaba más que nadie en mi curso, lo que la hacía aprobar a la mayoría de los sangre pura de nuestra edad.

Todos los chicos de Slytherin la atormentaban, incluyéndome a mí, pero ella era lenta para enojarse, la mayoría de las veces se reía o simplemente seguía con su día.

Fui a la biblioteca a investigar sobre dioses y diosas griegos.

Fue entonces cuando la vi. Hestia. Diosa del hogar y de la armonía familiar, esa diosa siempre ayudaba a los que buscaban consuelo, y muy dura para hacerle la cruz. Y lo más importante, su fama le daba una personalidad cálida y amable.

Brillaba con poder.

Empecé a menospreciarla cerca de las vacaciones de invierno, era una tonta entrometida.

—"Tu hermano Sirius es increíble", —me dijo una vez pensando que nos llevaríamos bien por eso.

—" Una sangre sucia y un traidor a la sangre tal para cual"— le espeté, recuerdo ver su sonrisa desvanecerse y sentir un sentimiento de culpa

Claro que era amiga de mi hermano. Claro que lo era.

Mi padre golpeó a sirius severamente cuando mencionó que los iba a denunciar por abuso de menores y que ya tenía un abogado. El padre de Hestia.

No podía dejar de verla caminar sonriente por los pasillos y me daba cuenta de que cuando la gente hablaba, ella prestaba mucha atención para no perderse ni un detalle.

Tenía tanta paz dentro de ella.

Ese primer año de conocer a Hestia fue un infierno.

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