Infancia rota

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¿Cómo iba a olvidar la primera vez que sus infantiles pies rozaron la árida tierra del Santuario?. Los enviados que fueron a buscarles apenas les informaron de nada una vez saldada la cuenta con el orfanato que les había mantenido desde sus primeros años. Lo único que acertaron a escuchar fueron unas palabras que confirmaban una realidad que ellos dos ya sabían...Mierda, no es uno...son dos...Aspros y Defteros permanecían juntos, sin separarse un ápice, mientras esos dos enviados del Santuario discutían sobre ellos...¿qué hacemos?...¿Cómo sabemos el que está designado por el oráculo? ...No lo sé...llevémonos a los dos y el Sumo Sacerdote ya decidirá qué hacer...Aspros lo observaba todo con una gran seguridad impresa en su infantil mirada, dispuesto a hacer lo que fuera para defender a su hermano. Defteros permanecía con una de sus manos sujeta fuertemente a la camiseta de Aspros, como si ese simple agarre impediera que les pudieran separar. Eran gemelos, sí...pero todo lo idéntico que tenían en aspecto, lo tenían de distinto en carácter. Aspros era atrevido, seguro. Defteros era tímido y reservado.

Llegaron al Santuario bien entrada la noche, rodeados de misterios y silencios. No había nadie para recibirles, y directamente les condujeron a una humilde casa a las afueras del Santuario. Pasaron las horas que quedaban de oscuridad sin apenas decir palabra. Con la mente alerta y el corazón inquieto.

- Aspros...¿qué nos pasará ahora?

- Dijeron que veníamos aquí para entrenar...para hacernos fuertes y poder llegar a ser Caballeros de Athena.- contestó Aspros con la seguridad que le caracterizaba.

- Pero a esos hombres...no les ha gustado que fuéramos hermanos...- continuó Defteros, con temor en su voz.

- Tonterías Defteros. ¿Qué va a importar ésto? - replicó Aspros, sonriendo a su hermano, tranquilizándole como siempre.

Finalmente cayeron dormidos, uno junto al otro, soñando con el prometedor futuro que les aguardaba a ambos. Sabiéndose Caballeros de Athena en unos pocos años. Sintiéndose, por fin, importantes. Sus sueños se fueron diluyendo a medida que el sol luchaba por imponer su presencia en el cielo, y se esfumaron por completo al escuchar unos fuertes golpes a la puerta. Se despertaron sobresaltados, desorientados por unos momentos antes que su mente recordara que ya no se encontraban en el orfanato. Que ahora tenían un hogar. Aspros se frotó los ojos antes de ir a abrir la puerta. Esperaba encontrar a algún soldado que les fuera a buscar para explicarles lo que tendrían que hacer a partir de ese momento, cuándo empezarían los entrenamientos, dónde...pero sus ojos se abrieron sorprendidos cuando únicamente descubrió dos cajas en el suelo. Una más grande que la otra. Con energía las entró y las dejó sobre la mesa de madera que estaba en el centro de la habitación. Defteros se acercó a él con curiosidad, preguntándose que habría allí dentro.

- ¿Qué tendrán dentro? ¿Qué dicen los sobres que hay en cada una? - preguntó Defteros ansioso.

Aspros tomó el sobre que había en la caja de mayor tamaño, y dibujó una enorme sornrisa al leer lo que estaba escrito en él.

- "Para el hermano gemelo mayor" ¡Ésto es para mí! - exclamó Aspros, abriendo la caja y descubriendo equipamientos para el entrenamiento, ropa, vendas...y todo lo que le haría falta para empezar su nueva vida.

Aspros no cabía en sí de alegría y excitación. Era tal su emoción que no reparó en Defteros. Por un amargo momento se olvidó de él.

Defteros había tomado el sobre que pertenecía a la caja más pequeña. "Para el hermano gemelo menor"...No supo por qué, pero en ese momento su corazón empezó a latirle con fuerza. Algo le indicaba que eso no estaba bien...que se había hecho una diferencia entre los dos. Y sus dedos no se atrevían a tocar esa caja. Bastante más pequeña. Inmensamente amenazante.

Sueños tras el metalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora