Late la desconfianza

26 3 5
                                    


Después del último encuentro con Defteros, Asmita no había vuelto a saber de él en días. Sabía que le había herido, pero esperaba que con el tiempo entendiera que lo había hecho por su bien. Para que reaccionara de una vez. Para que dejara de confiar en una persona que poco a poco se iba alejando de toda moralidad. Pero la realidad era que se había acostrumbrado tanto a su compañía que ahora le extrañaba. La soledad de su templo se volvía pesada, incómoda. Y esas frías paredes de piedra también extrañaban la voz de Defteros.

Cediendo a un impulso poco habitual en él, Asmita salió fuera de su templo, vestido con la armadura de Virgo. Las doce casas estaban casi completas, y eso significaba que la proximidad de una posible Guerra Santa era cada día más real y palpable. Había notícias que los espectros de Hades empezaban a revivir en diferentes puntos de la Tierra, y la obligación de todo caballero era permanecer siempre en estado de alerta. Asmita se detuvo en la entrada, sintiendo como el calor del sol acariciaba su blanca piel, regocijándose con la sensación de la suave brisa removiendo sus rubios y largos cabellos a voluntad. Agudizando todos sus sentidos para intentar ubicar a Defteros donde fuera que se hubiera refugiado. Y por fin, notando su cosmos, lejos de las tierras delimitadas del Santuario. Perfeccionando sin descanso las técnicas de Géminis. El dominio de las dimensiones de Aspros. De sus dimensiones. Una casi imperceptible sonrisa se difuminó en su siempre sobrio rostro al saber que Defteros no había desistido de su empeño de crecer como guerrero día tras día. Ahora sólo faltaba que encontrara el valor para reivindicarse de una vez.

Un cosmos altivo y unos pasos orgullosos lo arrancaron de sus silenciosos pensamientos. El oro chocaba con determinación contra los peldaños de las escalinatas que unían los templos. Y pasando cerca de él pudo descifrar el cosmos de Aspros. Una poderosa energía a la que no tenía nada que envidiar Defteros. Absolutamente nada. Porqué esa energía tenía algo turbio...oscuro. Y Defteros no podía poseer un alma más clara para Asmita.

Aspros miró de reojo al Caballero de Virgo mientras seguía imperturbable en su avance. No tenía ninguna intención de pronunciar las protocolarias palabras, necesarias al cruzar un templo ajeno. Asmita no le gustaba, y no pensaba perder el tiempo intercambiando palabras estúpidas con alguien que, a su parecer, no pintaba nada en el Santuario. Asmita permaneció en silencio mientras Aspros pasaba por su lado. Podría no haber dicho nada, dejarlo pasar...pero Asmita también era orgulloso, y no iba a permitir que su presencia fuera de su templo no se respetara.

- Aspros, no te he dado el permiso para cruzar mi casa. - dijo Asmita, con tono serio, el ceño fruncido, su cuerpo erguido.

Aspros se detuvo unos pasos por detrás de Asmita, y giró levemente el rostro para lanzarle una mirada de irónica incomprensión. Seguidamente chasqueó la lengua con desprecio y emprendió de nuevo su marcha. El porte de Aspros era imponente. El casco de los dos rostros descansaba apretado contra su cadera, y la capa blanca, ondeando al son de sus pasos, le confería un aspecto soberbio. La actitud que mostró Aspros indignó a Asmita, que se tragó su crispación, y volteándose hasta encarar la espalda de Aspros volvió a detenerle en su avance. Con su inquebrantable temple.

- No tienes mi permiso para cruzar Virgo.- repitió con firmeza.

- ¿Te crees que me importa tu permiso? - dijo Aspros con sorna, sin volverse.- El Patriarca me reclama. Ése es el único permiso que necesito para cruzar tu casa.

- No esperaba que la arrogancia del Caballero de Géminis estuviera a la par de su inmenso poder.- dijo Asmita, con toda la mala intención del mundo.

Estas palabras tuvieron el efecto esperado sobre Aspros, que con indignación se giró y volvió sobre sus pasos hasta posarse frente la figura de Asmita, mirándole con altivez, respirándole sólo a unos pocos centímentos de su rostro.

Sueños tras el metalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora